Resumen del libro de Lamentaciones
Este resumen del libro de Lamentaciones proporciona información acerca del título, los autores, fecha de escritura, cronología, temas, teología, ideas generales, una breve perspectiva y los capítulos del libro de Lamentaciones.
Título
El título hebreo del libro es ‘ekah (“¡Como…!”), la primera palabra no solo en 1:1 sino también en 2:1, 4:1. Por este asunto, en la tradición judía se refieren al libro como qinot, “Lamentaciones”, un título tomado por la Septuaginta (la traducción griega previa al cristianismo del Antiguo Testamento) y por la Vulgata Latina del cuarto siglo.
Autor y Fecha
Lamentaciones es anónimo, aunque las tradiciones judías y cristianas tempranas se lo atribuyen a Jeremías. Estas tradiciones se basan en parte en 2 Crónicas 35:25 (aunque los “Lamentos” referidos allí no deben ser identificados con el libro del Antiguo Testamento de Lamentaciones); en parte algunos textos como Jeremías 7:29; 8:21; 9:1,10,20; y en parte en la similitud del vocabulario y el estilo entre Lamentaciones y las profecías de Jeremías. Además, una atribución de este tipo gana medidas plausibles del hecho de que Jeremías fue un testigo del juicio divino en Jerusalén en 586 a. C., el cual es mostrado aquí de forma vívida. Sin embargo, no podemos tener certeza de quien creó estos poemas tan elaborados o quien es el responsable de unirlos en un solo pergamino. Lamentaciones expresa de forma penetrante el sentido abrumador de perdida del pueblo acompañado con la destrucción de Jerusalén y el templo, así como también el exilio de los habitantes de Judá de la tierra que Jehová había pactado darle a Israel como un hogar nacional perpetuo.
La fecha más temprana posible para el libro es 586 a. C. y la más tardía es 516 (cuando la reconstrucción del templo de Jerusalén fue dedicada). La inmediatez gráfica de Lamentaciones discute una fecha más temprana, probablemente antes de 575.
Características Literarias
El libro completo es poético. El primero, segundo, tercero y cuarto lamento contienen 22 versos, reflejando el número de letras en el alfabeto hebreo. En el primero y segundo lamento cada verso contiene tres líneas poéticas; en el cuarto, cada verso contiene dos líneas y en el quinto, cada verso contiene solo una línea. Los primeros cuatro lamentos son acrósticos alfabéticos (ver las notas del NVI en 1:1, 2:1, 3:1, 4:1). En el primero, segundo y cuarto lamento, cada verso numerado comienza con la letra del alfabeto hebreo dictada por el orden tradicional del alfabeto.
El tercero (del medio) lamento es distintivo en que si bien está hecho de 22 unidades de tres líneas (como Lamentos 1 y 2), en este las tres líneas de cada unidad comienzan todas con el orden secuencial de las letras del alfabeto (por consiguiente, tres líneas con Aleph seguidas por tres líneas con Beth, etc.) – según la estructura de Salmos 119. El quinto lamento sigue reflejando el patrón alfabético en su estructura de 22, pero la letra inicial de estas líneas no sigue la secuencia alfabética (ver nota en 5:1-22). El uso del alfabeto como un elemento formal estructural indica que, sin importar lo apasionado de estos lamentos, fueron compuestos con especial estudio y cuidado.
Temas y Teología
Lamentaciones no es el único libro del Antiguo Testamento que contiene lamentos individuales o grupales (un amplio número de los Salmos son poemas de lamentos, e incluso cada libro profético, excepto Hageo, incluye uno o más ejemplos del género de lamentos). Sin embargo, Lamentaciones es el único libro que consiste únicamente en lamentos.
Como una serie de lamentos sobre la destrucción de Israel (la ciudad real del reino del Señor) en 586 a. C., queda como tradición con algunas escrituras no-bíblicas antiguas como las sumerias “Lamentaciones por la destrucción de Ur”, “Lamentaciones por la destrucción de Sumeria y Ur”, “Lamentaciones por la destrucción de Nippur”. Los judíos ortodoxos lo leen por costumbre en el noveno día de Ab, la fecha tradicional de la destrucción del templo de Salomón en 586 así como la destrucción del templo de Herodes en el año 70 d. C. Muchos lo leen cada semana en el Muro Oeste (el “Muro de los Lamentos”) en la Ciudad Vieja de Jerusalén. Adicionalmente, el libro es importante en la liturgia romana católica tradicional, donde se lee como costumbre durante los últimos tres días de Semana Santa.
Esta práctica cristiana nos recuerda que el libro de Lamentaciones no solo lamenta la destrucción de Jerusalén, sino que también contiene puntos de vista teológicos. El horror que acompaña la destrucción babilónica de Judá se recita con detalle:
Pero este recital está conectado integralmente con la creación de una lucha poética con las formas de Dios, quien, como Señor de la historia, estaba tratando con su pueblo caprichoso.
El autor de estos lamentos y aquellos quienes los preservaron entendieron claramente que los babilónicos eran simplemente los agentes humanos del juicio divino. Fue Dios mismo quien había destruido la ciudad y el templo (1:12-15; 2:1-8,17,22;4:11). Esto no fue un acto arbitrario por parte del Señor; los pecados vulgares, desafiantes a Dios y la rebelión y quebranto del pacto estaban en las raíces de las condenas de su pueblo (1:5,8-9; 4:13; 5:7,16). Aunque el lamento (1:16; 2:11,18;3:48-51) es esperado y el llanto por compensación contra el enemigo (1:22;3:59-66) es entendible (Salmos 5:10), la respuesta propia al juicio es el reconocimiento del pecado (1:5,8,14,22;2:14;3:39;4:13;5:7,16) y la contrición sentida (3:40-42). Confiar en la lealtad y piedad de Dios no debe fallar. El libro que comienza con el lamento (1:1-2) termina con una apelación al Señor para restauración (5:21-22).
En el medio del libro, la teología de lamentaciones alcanza su cúspide mientras se enfoca en la bondad de Dios. Él es el Señor de la esperanza (3:21,24-25), del amor (3:22), de la fidelidad (3:23), de la salvación y restauración (3:26). A pesar de toda evidencia de lo contrario, “Nunca decayeron sus misericordias / Nuevas son cada mañana / Grande es tu fidelidad” (3:22-23).
Cerca del final del libro, la fe aumenta de la condición lamentable de Jerusalén a reconocer el reino eterno de Jehová: “Mas tú, Jehová, permanecerás para siempre; tu trono de generación en generación” (5:19; ver la introducción a Salmos 47; 93; ver también nota en Salmos 102:12).
Esquema