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Resumen del libro de Salmos

Este resumen del libro de Salmos proporciona información acerca del título, los autores, fecha de escritura, cronología, temas, teología, ideas generales, una breve perspectiva y los capítulos del libro de Salmos.

Título

Los títulos “Salmos” y “Salterio” vienen de la Septuaginta (la traducción griega previa al cristianismo del Antiguo Testamento), se referían originalmente a instrumentos de cuerda (como el arpa, lira y Laúd), luego a canciones con sus acompañamientos. El título hebreo tradicional es tehillim (lo que significa “frases”; ver nota en el título de Salmos 145), aunque muchos de los salmos son tephillot (lo que significa “oraciones”). De hecho, una de las primeras colecciones incluidas en el libro fue titulada “las oraciones de David hijo de Isaí” (72:20).

Colección, Arreglo y Fecha

El Salterio es una colección de colecciones y representa la etapa final de un proceso que tomó siglos. Su forma final fue dada por personal post-exílico del templo, quienes lo completaron probablemente en el tercer siglo antes de Cristo. A menudo ha sido llamado el “segundo libro” de oraciones del templo (Zorobabel y Herodes) y fue usado en sinagogas también. Pero es más que un tesoro de oraciones e himnos para su uso público y privado en ocasiones selectas. Tanto el alcance de su asunto principal y el arreglo de la colección completa, sugieren fuertemente que esta colección fue vista por sus editores finales como un libro que instruye hacia la fe y la santidad completamente orientada – por lo tanto, es una guía para la vida de la fe de acuerdo a la ley, los profetas y la literatura canónica sabía. Para el primer siglo d. C, se refirieron a este como el “Libro de los Salmos” (Lucas 20:42, Hechos 1:20). En ese momento los Salmos parecían haber sido usados por la sección entera del Antiguo Testamento hebreo también, comúnmente conocidos como los “escritores” (ver Lucas 24:44 y su respectiva nota).

Muchas colecciones siguieron esta compilación final de los salmos. De hecho, la formación de salterios probablemente se remonta a los primeros días del primer templo (Salomón) (o incluso al tiempo de David), cuando la liturgia del templo comenzó a tomar forma. Ya se ha hecho referencia a las “Oraciones de David”. Otras colecciones adicionales refieren expresamente a los títulos de Salterio presente como: (1) las canciones y Salmos “de los hijos de Korah" (Salmos 42-49; 84-85; 87-88) (2) los salmos y canciones de “Asaf” (Salmos 50; 73-83) y (3) las canciones de los “ascensos” (Salmos 120-134).

Existen otros puntos de evidencia hacia compilaciones futuras. (Libro I) hace uso frecuente del nombre divino Jehová (“el Señor”), mientras que (Libro II) hace uso frecuente de Elohim (“Dios”). La razón de la diferencia de la colección de Elohim y la de Jehová sigue siendo un asunto de especulación. Además, los Salmos 93-100 parecen ser una colección tradicional (ver “El Señor Reina” en 93:1; 96:10; 97:1; 99:1). Otras agrupaciones aparentes incluyen los Salmos 111-118 (una serie de salmos de Aleluya, ver introducción a Salmos 113), Salmos 138-145 (los cuales incluyen el nombre de “David” en sus títulos) y los Salmos 146-150 (con su frecuente “Alabanza al Señor”; ver el texto de la NIV en 111:1). Se desconoce si el “Gran Hallel” (Salmos 120-136) ya era una unidad reconocida.

En su edición final, el Salterio contenía 150 Salmos. En este, la Septuaginta (la traducción griega previa al cristianismo del Antiguo Testamento) y los textos hebreos coinciden, aunque llegaron a este número de forma diferente. La Septuaginta tiene un Salmo extra al final (pero no se enumera por separado como en Salmos 151); también une los Salmos 9-10 (ver nota textual en el NIV, en Salmos 9) y los Salmos 114-115 y divide Salmos 116 y Salmos 147 en dos Salmos diferentes. Raramente, tanto la Septuaginta como los textos hebreos, enumeran los Salmos 42-43 en dos Salmos mientras que evidentemente eran uno (ver nota textual en el NIV, en Salmos 42).

En su forma final el Salterio fue dividió en cinco libros (Salmos 1-41; 42-72; 73-89; 90-106; 107-150), cada uno de los cuales proporcionaba una doxología concluyente (41:13; 72:18-19; 89:52; 106:48; 150). Los dos primeros libros, como se ha señalado antes, fueron pre-exílicos. La división de los Salmos remanentes se hizo en tres libros, alcanzando así el número 5, era posiblemente una imitación de los cinco libros de Moisés (conocidos de otra forma como la ley). Al menos una de esas divisiones (Entre los Salmos 106-107) parece arbitraria (ver Introducción a Salmos 107). A pesar de esta división de cinco libros, el Salterio fue pensado claramente como uno solo, con una introducción (Salmos 1-2) y una conclusión (Salmos 146-150). Notas en los Salmos dan indicaciones adicionales de arreglos concisos.







Autoría y Títulos (o Sobreescrituras)

De los 150 Salmos, solo a 34 le faltan sobreescrituras de cualquier tipo (solo 17 en la Septuaginta, la traducción griega previa al cristianismo del AT). Los tan llamados “Salmos Huérfanos” se encuentran principalmente en los libros III-V, donde tienden a ocurrir en racimos: Salmos 91; 93-97; 99; 104-107; 111-119; 135-137; 146-150. (en los Libros I-II, sólo a los Salmos 1-2, 10, 33, 43, 71 le faltan títulos, y el Salmo 10 y 43 son, de hecho, continuaciones de los Salmos precedentes)

El contenido de las sobreescrituras varía, pero caen en nuevas categorías: (1) autor, (2) nombre de colección, (3) tipo de salmo, (4) anotación musical, (5) anotaciones litúrgicas e (6) indicaciones breves de ocasión para la composición. Para detalles ver las notas en los títulos de varios salmos.

Los estudiantes de los Salmos no están de acuerdo con la antigüedad y confiabilidad de estas sobreescrituras. Parece evidente que muchos de ellos son pre-exílicos por el hecho de que los traductores de la Septuaginta a veces no estaban claros en cuanto a su significado. Además, la práctica de colocar títulos, incluyendo el nombre del autor, es antigua. Por otro lado, las comparaciones entre la Septuaginta y los textos hebreos muestran que el contenido de algunos títulos estaba sujeto a cambios en el periodo post-exílico. Mucha discusión se centra en las categorías 1 y 6 arriba.

En cuanto a la sobreescritura relacionada a la época de composición, muchas de esas notas breves de eventos se leen como si hubieran sido tomadas de 1,2 Samuel. Además, a menudo no están relacionadas tan fácilmente con el contenido de los Salmos. Surge la sospecha de que son intentos tardíos de encajar en los Salmos con los eventos de la vida real, Pero entonces, ¿por qué limitar el número de tales anotaciones y por qué las disparidades aparentes? El argumento aplica para ambos sentidos.

En cuanto a la autoría, las opiniones están más que divididas. Las mismas anotaciones hebreas son antiguas ya que las frases usadas en hebreo, que significan en general “pertenecen a” pueden ser tomadas en el sentido de “en cuanto a” o “por el uso de” o “dedicada a”. El nombre puede referirse al título de una colección de Salmos que habían sido reunidos bajo un cierto nombre (como "de Asaf" o "De los hijos de Korah"). Para complicar los asuntos, hay evidencia dentro del Salterio de que por lo menos algunos de los Salmos estuvieron sujetos a revisiones editoriales en el curso de su transmisión. En cuanto a la autoría Davídica, puede haber pocas dudas de que el Salterio contiene salmos compuestos por este cantante y músico notorio y de que había en ese momento un Salterio “Davídico”. Sin embargo, esto puede haber incluido salmos escritos en cuanto a David, o en cuanto a uno de los últimos reyes davídicos, o incluso salmos escritos de la forma de esos que el escribió. También es cierto que la tradición de la cual se dice que los salmos son “Davídicos” sigue siendo indefinida, y algunos Salmos “Davídicos” parecen reflejarlo claramente en situaciones posteriores (ver, por ejemplo, el título del Salmo 30 y la nota allí. Y ver la Introducción al Salmo 69 y la nota en el título del Salmo 122). Además, “David” es a veces usado en otras partes como un colectivo para los reyes de su dinastía, y esto podría ser cierto en los títulos de los salmos.

La palabra Selah se encuentra en 39 salmos, los cuales (Salmos 140; 143, ambos “Davídicos”) se encuentran todos en los libros I-III. También se encuentra en Habacuc 3, un Salmo tipo poema. Sugerencias acerca de su significado abundan, pero la honestidad debe confesar la ignorancia. Es más probable, que sea una anotación litúrgica. Las sugerencias comunes es que llama un interludio musical breve o una respuesta litúrgica breve de la congregación, son razonables, pero no se han comprobado (el anterior puede estar apoyado por la representación de la Septuaginta). En algunas instancias, su ubicación presente en el texto hebreo es altamente cuestionable.

Tipos de Salmos

Sobre escrituras hebreas a los salmos nos hacen familiares con un sistema antiguo de clasificación: (1) mizmor (“salmo”), (2) shiggaion (ver nota en el título de Salmos 7), miktam (ver nota en el título de Salmos 16), (4) shir ("canción"), (5) masvkil (ver nota en el título de Salmos 32); (6) tephillah ("oración"), (7) tehillah ("alabanza"), (8) lehazkir ("para ser recordado" – por ejemplo; ante Dios, una petición), (9) letodah ("para alabar" o "para agradecer"), (10) lelammed ("para enseñar"), y (11) shir yedidot ("canción de amor” – por ejemplo; una canción de bodas). Sin embargo, el significado de muchos de estos términos es incierto. Adicionalmente, algunos títulos contienen dos de esas (especialmente mizmor y shir), indicando que los tipos están ordenados de forma diversa y superpuestos.

Al análisis de contenido ha dado el surgimiento de una clasificación diferente que ha probado ser útil para el estudio de los Salmos. Los tipos principales que pueden ser identificados son: (1) oraciones del individuo (ejemplo, Salmos 3-7), (2) oraciones del individuo pidiendo ayuda a Dios (ejemplo, Salmos 30-34); (3) oraciones de la comunidad (ejemplo, Salmos 12; 44; 79); (4) alabanza de la comunidad de Dios por la ayuda de salvación (ejemplo, Salmos 66, 75); (5) confesiones de confianza en el Señor (ejemplo, Salmos 11; 16; 52); (6) himnos en alabanza por la majestuosidad y las virtudes de Dios (ejemplo, Salmos 8; 19; 29; 65); (7) himnos celebrando el reinado universal de Dios (ejemplo, Salmos 47; 93-99); (8) canciones de Sión, la ciudad de Dios (Salmos 46; 48; 76; 84; 122; 126; 129; 137); (9) salmos reales – por, o en referencia al rey, el Señor ungido (ejemplo, Salmos 2; 18; 20; 45; 72; 89; 110), (10) canciones peregrinas (Salmos 120-134); (11) canciones litúrgicas (ejemplo, Salmos 15; 24; 68); (12) canciones didácticas (instruccionales) (ejemplo, Salmos 1; 34; 37; 73; 112; 119; 128; 133).

Esta clasificación también involucra algunas superposiciones. Por ejemplo, las “oraciones del individuo” pueden incluir oraciones del rey (en su capacidad especial como rey) o incluso oraciones de la comunidad hablando en la primera persona colectiva. Sin embargo, resulta útil estudiar un salmo en conjunto con otros del mismo tipo. Los intentos de arreglar algunos escenarios litúrgicos para cada tipo no han sido muy convincentes. Para aquellos salmos que entran en esta consideración ver Introducción a los salmos individuales.

De todos esos tipos de salmos, las oraciones (tanto las individuales como las de la comunidad) son las más complejos. Varios tipos de discurso están combinados para crear estas súplicas a Dios: (1) dirigirse a Dios: “Oh Señor,” “mi Dios,” “mi proveedor”; (2) súplicas iniciales: “Aparece,” “Respóndeme,” “Ayúdame,” “Sálvame”; (3) descripción de desesperación: “Muchos se levantan en mi contra” “El mal ataca,” “Estoy desesperado”; (4) quejas contra Dios: “¿Por qué me has abandonado?” “¿Por cuánto tiempo te esconderás de mí?”; (5) petición: “No estés lejos de mí,” “Reivindícame”; (6) motivación para Dios: “me refugio en ti,” “en tu nombre”; (7) acusaciones contra el adversario: “No hay verdad en sus palabras,” “hombres malos buscan mi vida,” (a menudo se citan como “los malvados”); (8) búsqueda de compensación judicial: “Deja que se avergüencen,” “Llámalos a rendir cuentas por su malicia”; (9) clamor de inocencia. “He sido integro,” “Me odian sin razón”; (10) confesiones de pecado: “he pecado en tu contra,” “Confieso mi inequidad”; (11) profesiones de confianza: “eres mi escudo,” “tú me responderás”; (13) llamado a la alabanza: “Magnifica al Señor conmigo,” “Canta alabanzas al Señor”; (14) motivaciones para la alabanza: “porque tú me has liberado,” “porque el Señor escucha a los necesitados.”

Aunque no todas esas aparecen en cada oración, todas estas pertenecen a las convenciones de oración en el Salterio, con la petición de ser un solo elemento (usualmente corto) entre el resto. Ellos reflejan por completo, las convenciones actuales para la época de un juicio, los salmistas presentando sus casos ante su Rey/Juez celestial. Cuando son acosados por adversarios malvados, quienes hacen la petición ruegan al Señor para que los escuche, describen su situación, claman su inocencia (“Rectitud”), presentan sus acusaciones contra la de sus adversarios, y claman por liberación y justicia. Cuando sufren en las manos de Dios (cuando Dios es su adversario) confiesan su culpa y claman piedad. Prestar atención a las distintas formas de discurso y su rol en el clamor de justicia de los salmistas al Juez celestial definitivamente ayudará al lector a entender estos salmos.

Debe notarse la referencia a los Salmos “penitenciales” e “imprecatorios” como tipos diferentes de Salmos, no tiene base en la misma colección de Salterios. El primero (“penitencial”) se refiere a una selección cristiana temprana de siete salmos (6; 32; 38; 51; 102; 130; 143) por expresiones litúrgicas de penitencia; el último (“imprecatorio”) está basado en una mala interpretación del discurso encontrado en las oraciones. Lo que de verdad se clama al Juez celestial es la justicia (tipo 8, ver arriba) resultan ser maldiciones (“imprecación” significa maldición) pronunciada por los salmistas contra sus adversarios.

Características Literarias

El salterio es poesía de principio a fin, aunque contiene muchas oraciones y no todas las oraciones del Antiguo Testamento eran poéticas (1 Reyes 8:23-53; Esdras 9:6-15; Nehemías 9:5-37; Daniel 9:4-19) – a pesar de ese asunto, todo fue alabanza poética (ver 1 Reyes 8:15-21). Los Salmos son apasionados, vividos y concretos, son ricos en imágenes, símiles y metáforas. Asonancia, aliteración y juegos de palabras abundan en el texto hebreo. El uso efectivo de las repeticiones, sinónimos y complementos para completar el escenario son característicos. Las palabras clave frecuentemente resaltan temas mayores en la oración o canción. La anáfora (repetición de una palabra significante al final que ocurre en el principio) frecuentemente engloba una composición o una unidad dentro de este. Las notas en la estructura de los Salmos individuales a menudo llaman la atención de los marcos literarios en los que el Salmo se ha establecido.

A la poesía hebrea le falta rima y regulación. La característica distinta y persuasiva es su paralelismo. La mayor parte de las líneas poéticas están compuestas de dos (a veces tres) segmentos balanceados (el balance a menudo es holgado, siendo el segundo segmento un poco más corto que el primero). El segundo segmento hace eco (sinónimo de paralelismo), contraste (paralelismo antitético) o completa sintácticamente (paralelismo sintáctico) el primero. Estos tres tipos son generalizaciones y no son completamente adecuadas para describir la variedad rica que la creatividad de los poetas ha logrado dentro de la estructura básica lineal de dos segmentos. Cuando el segundo o tercer segmento de una línea poética se repite, hace eco o superpone el contenido del segmento siguiente, usualmente intensifica o enfoca de forma aguda el pensamiento o su expresión. Sin embargo, pueden servir como distinciones rústicas que asistirán al lector. En el NVI, el segundo y tercer segmento de una línea se encuentran ligeramente relativos al primero.

Determinar dónde comienzan o terminan las líneas poéticas o segmentos lineales (escaneado) es a menudo un asunto incierto. Incluso la Septuaginta (la traducción griega previa al cristianismo del Antiguo Testamento) a veces escanea las líneas de forma diferente a la que los textos hebreos nos permiten hacerlo. Por lo tanto, no sorprende que las traducciones modernas difieran ocasionalmente.

Un problema relacionado es el estilo de escritura a menudo elíptico y extremadamente conciso de los poetas hebreos. La conexión sintáctica de las palabras a veces debe ser deducida simplemente del contexto. Los traductores están confrontados con la ambigüedad cuando más de una posibilidad se presenta a sí misma. No siempre están seguros del segmento que corresponde a una palabra o frase para ser leída.

La estructura de las estrofas de la poesía hebrea también es un asunto de disputas. Ocasionalmente estribillos recurrentes interrumpen las estrofas, como en Salmos 42-43; 57. En el Salmo 110 dos estrofas balanceadas son divididas por sus oráculos (ver también introducción a Salmos 132) mientras que Salmos 119 dedica ocho líneas a cada letra del alfabeto hebreo. Sin embargo, la mayoría del tiempo no hay indicadores obvios presentes. La NVI (Nueva Versión Internacional) ha usado espacios para interrumpir los párrafos poéticos (llamados “estrofas” en las notas). Usualmente esto podría hacerse con un poco de confianza, y al lector se le aconseja que se guíe por ellos. Pero hay pocos lugares en los que estas divisiones son cuestionables – y son desafiadas en las notas.

Estudios cercanos de los Salmos desglosan que el autor a menudo compuso con un diseño en mente. Esto es propio del alfabeto acróstico, en el cual, el poeta dedicó un segmento de una línea a cada letra del alfabeto hebreo (como en Salmos 111-112), o una sola línea (como en Salmos 25; 34, 145), o dos líneas (como en Salmos 37), u ocho líneas (como en Salmos 119). Adicionalmente, los Salmos 33, 38 y 103 tienen cada uno tiene 22 líneas, es sin duda debido al número de letras en el alfabeto hebreo (ver Introducción a Lamentaciones: Características Literarias). La noción de que esto fue usado como una ayuda para la memoria parece un prejuicio cultural poco garantizado. De hecho, la gente de ese tiempo era capaz de memorizar mucho más rápido que la mayoría de las personas hoy en día. Es mucho más probable que el alfabeto – el cual fue inventado como un sistema simple de símbolos capaz de representar los patrones ricos y complejos del discurso humano en la escritura y, por lo tanto, inscribir todo lo que pueda ser puesto en palabras (uno de los logros intelectuales más grandes de todos los tiempos) – se encomendó a sí mismo como un marco del cual colgar frases tan significantes.

Otras formas también fueron usadas. El Salmo 44 es una oración arreglada luego del diseño de un (una pirámide babilónica; ver nota en Génesis 11:4) un sentido de simetría persuasivo. Hay salmos que dedican el mismo número de líneas a cada estrofa (como el Salmo 12; 41), o lo hacen con una variación sólo en la estrofa introductoria o concluyente (como en Salmos 38; 83; 94). Otros encajan las estrofas de apertura y clausura y las balancean entre sí (como Salmos 33; 86). Una cosa particularmente interesante es ubicar una clave temática al centro, a veces construyendo el todo o una parte del poema alrededor de ese centro (ver 6:6). Aun así, otras características de diseño son señaladas en las notas. Los autores de los salmos crearon sus composiciones muy cuidadosamente. Fueron herederos de arte antigua (en muchos detalles mostraron que habían heredado una tradición poética que se remonta a cien años atrás), y lo desarrollaron a un estado de alta sofisticación. Su trabajo se aprecia mejor cuando es estudiado y ponderado cuidadosamente.

Teología: Introducción

El Salterio es en su mayoría un libro de oración y alabanza. En este, la fe habla a Dios en la oración y acerca de Dios en la alabanza. Pero también hay salmos que son explícitamente didácticos (instruccionales) en forma y propósito (enseñando las maneras de la santidad). Como se señaló arriba (Colección, Arreglo y Fecha), la manera en la cual la colección completa ha sido arreglada sugiere que uno de sus propósitos principales fue la instrucción de la fe en la vida, una fe formada y nutrida por la ley, los profetas y la literatura sabia canónica. De acuerdo a esto, el Salterio es teológicamente rico. Sin embargo, su teología no es abstracta o sistemática pero doxológica, confesional y práctica. Así que una suma de esta "teología” la empobrece por traducirla en una modalidad objetiva.

Además, cualquier sumatoria enfrenta un problema mayor. El Salterio es una colección amplia de piezas independientes de todo tipo, que sirven a propósitos diferentes y se compuso con el paso de muchos siglos. Un breve resumen de esta “teología” no solo debe ser selectivo e incompleto, también mostrará la necesidad de ser de algún modo artificial. Sugerirá que cada salmo refleja, o al menos, presupone la “teología” mencionada, que no hay tensión “teológica” o progresión dentro del Salterio. Esto no lo manifiesta.

Aún, los editores finales del Salterio obviamente no eran eclécticos en sus selecciones. Ellos sabían que muchas voces de muchos tiempos hablaron aquí, pero ninguna en su juicio fue incompatible con la Ley y los Profetas. Sin duda alguna, ellos también asumieron que cada Salmo tenía que ser entendido en la luz de la colección como un todo. Esa asunción la podemos compartir. Por lo tanto, algo después de todo puede ser dicho en relación a siete temas teológicos mayores que, mientras se admitió que eran un poco artificiales, no necesitan distorsiones serias y pueden ser útiles para el estudiante de los Salmos.

Teología. Temas Mayores

  1. En el centro de la teología del Salterio se encuentra la convicción de que el centro gravitacional de la vida (del entendimiento humano, confianza, esperanza, servicio, moral, adoración), pero también de la historia y de la creación completa (cielo y tierra), es Dios (Jehová, “El Señor”, ver Deuteronomio 6:4 y su respectiva nota). Él es el Gran Rey sobre todos, el Único al que todas las cosas están sujetas. Él creó todas las cosas y las preserva; ellas son la capa de gloria con la cual Él se ha vestido a sí mismo. Porque Él las ordenó, ellas tienen una identidad “verdadera” y bien definida (sin caos). Porque Él las mantiene, ellas son sustentadas y se mantienen seguras de la ruptura, confusión o aniquilación. Porque Él solo es el Dios soberano, ellas están gobernadas por una mano y sostenidas en servicio de un propósito divino. Bajo Dios, la creación es un cosmos – un todo ordenado y sistemático. Lo que distinguimos como “naturaleza”, y la historia tenía un Señor para los salmistas, bajo cuyo mandato todas las cosas funcionarían juntas. A través de la creación del Gran Rey, se muestra la gloria majestuosa. Él es bueno (sabio, recto, leal, asombrosamente benevolente y piadoso – evoca confianza), y Él es grande (su conocimiento, pensamientos y obras van más allá de la compensación humana – evocando reverencias). Por su mandato de bondad y señorío se le muestra como el Único Santo.
  1. Como el Gran Rey por derecho de creación y resistiendo con soberanía absoluta, Él no tolerará ningún poder de palabra que lo oponga, niegue o ignore. Él vendrá a gobernar las naciones para que todo sea obligado a reconocerlo. Esta expectativa no deja duda de la raíz y el alcance amplio del punto de vista de los Salmistas del futuro. Porque el Señor es el Gran Rey más allá de cualquier desafío, su rectitud y reino apacible vendrá, abrumando toda la oposición y purgando a la creación de toda rebelión contra su mandato – algo así será el resultado de la historia.
  1. Como el Gran Rey, del cual dependen todas las criaturas, él se opone a los “orgullosos”, aquellos que se basan en sus propios recursos (y el de los dioses a los cuales han contribuido) para labrar su propio destino. Estos son quienes usan cualquier poder que posean para atraer riquezas, estatus y seguridad, quienes son su propia ley y explotan a otros según sus deseos. En el Salterio, este tipo de “orgullo” es la raíz de todo mal. Aquellos que se apeguen a esto para prosperar, serán sometidos a la muerte, su fin. Los “humildes”, los “pobres y necesitados”, aquellos quienes reconocen su dependencia al Señor en todas las cosas –son los únicos en quienes Dios se deleita. Por esta razón el “temer al Señor”, por ejemplo, humillarse, confiar y obedecer al Señor – es el “principio” de toda sabiduría (111:10). Al final, aquellos que se apeguen a esto heredarán la tierra. Ni siquiera la muerte puede impedir que vean la cara del Señor.

    La esperanza de los Salmistas para el futuro – el futuro de Dios y su reino y el futuro de los santos – era firme, aunque de algún modo generalizado. Ninguno de los Salmistas da la expresión de una visión de dos eras acerca del futuro (la era maligna del presente dando paso a una nueva era de justicia y paz en el otro lado de una gran división escatológica). Esta visión comenzó a aparecer en la literatura intertestamental – una perspectiva que había sido presagiada por Daniel (especialmente Daniel 12:2-3) y por Isaías (ver Isaías 65:17-25; 66:22-24) – y posteriormente recibió expresión en la enseñanza de Jesús y los apóstoles. Pero esta revelación solo fue un desarrollo completo consistente con las esperanzas con las que los salmistas vivían.
  1. Al ser Dios el Gran Rey, él es quien ejecuta la justicia entre los humanos (vengarse uno mismo es un acto del “orgullo”). Dios es la corte de la apelación cuando las personas son amenazadas o malogradas – especialmente cuando ningún lugar terrenal que Él ha establecido tiene jurisdicción (como es el caso de los conflictos internacionales) o es capaz de juzgar (cuando a uno se le daña por difamaciones públicas) o está deseoso de actuar (sin miedo o corrupción). Él es la defensa leal y poderosa de quienes no tienen defensa y los dañados. Él conoce cada hecho y los secretos de cada corazón. No hay escape a su escrutinio. Ningún falso testimonio lo desviará en su juicio. Y él escucha las plegarias traídas a él. Como el juez bueno y leal, él libera a aquellos que están oprimidos o que han sido atacados y repará los males cometidos hacia ellos (ver nota en 5:10). Esta es la convicción recta que relata las quejas impacientes de los Salmistas cuando ellos quienes son lo suficiente valientes y “pobres y necesitados” le clamaron, “¿Por qué, Señor (aún no me has liberado)?” “¿Cuánto tiempo, Señor (antes de que actúes)?”
  1. Como el Gran Rey sobre toda la tierra, el Señor ha escogido a Israel para ser su pueblo siervo, su “herencia” entre todas las naciones. Él los ha liberado mediante actos poderosos fuera de las manos de los poderes del mundo, Él les ha dado una tierra propia (territorio que tomó de otras naciones para ser su propia “herencia” en la tierra), y Él se ha unido con ellos en un pacto como la encarnación inicial de su reino redimido. Por lo cual, tanto su destino como su honor se unieron en esta relación. A ellos, él también les dio su palabra de revelación, la cual lo testificó, hizo sus promesas específicas y proclamó su voluntad. Por el pacto de Dios, Israel iba a vivir entre las naciones, leal solo a su Rey celestial. Israel iba a confiar solo en su protección y a esperar sus promesas, a vivir de acuerdo a su voluntad y a alabarlo de forma exclusiva. Israel cantaría sus alabanzas al mundo entero – lo cual, en un sentido especial, reveló el rol anticipatorio de Israel en la evangelización de las naciones.
  1. Como el Gran Rey, el Señor del pacto de Israel, Dios escogió a David para ser su representante real en la tierra. En esta capacidad, David era el “siervo” del Señor – por ejemplo, un miembro de la administración del Gran Rey. El Señor mismo lo anotó y adoptó como su “hijo” real para gobernar en su nombre. A través de él, Dios hizo sentir a su pueblo seguro en la tierra prometida y amansó todos los poderes que los amenazaban. Más aún, él pactó para preservar la dinastía Davídica. Por lo tanto, el reino de Dios en la tierra, al no depender de la casa de David, estaba relacionado a ella por la decisión y compromiso de Dios. En esta continuidad y fortaleza yace la seguridad y esperanza de Israel mientras enfrenta un mundo hostil. Y desde que los reyes Davídicos fueron los representantes reales de Dios en la tierra, en concepto, sentados a la mano derecha de Dios (110:1), el alcance de su gobierno era potencialmente alrededor del mundo.

    Sin embargo, el consagrado del Señor, era más que un rey guerrero. Era el dotado por Dios para gobernar a su pueblo con una rectitud santa: liberar a los oprimidos, defender a los que no tienen defensa, suprimir a los malvados y, por consiguiente, bendecir a la nación con paz y prosperidad interna. Él era también un intercesor con Dios en representación de la nación, el constructor y quien mantenía el templo (como el palacio terrenal de Dios y la casa de la oración de la nación) y la voz principal que llama a la nación a alabar al Señor. Es quizás con una vista a estas últimas tareas que es declarado, no sólo rey, sino “sacerdote” (ver Salmos 110 y notas).
  1. Como el Gran Rey, el Señor del pacto de Israel, Dios (quien había elegido a David y a su dinastía para ser sus representantes reales) también escogió a Jerusalén (La Ciudad de David) como su propia ciudad real, el asiento terrenal de su trono. Así Jerusalén (Sion) se convirtió en la capital terrenal (y símbolo) del reino de Dios. Ahí en su palacio (el templo) él se sentó en el trono entre su pueblo. Allí, su pueblo podía verlo para traerle sus oraciones y alabanzas y para ver su poder y su gloria. Desde allí, él trajo salvación, dispensó bendiciones y juzgo a las naciones. Y con él, como la gran defensa de la ciudad, Jerusalén fue la ciudadela más segura del Reino de Dios, la esperanza y la alegría del pueblo de Dios.

    La voluntad y lealtad de Dios con su gente era casi simbolizada por su presencia comprometida entre ellos en su templo en Jerusalén, la “ciudad del Gran Rey” (48:2). Pero ninguna manifestación de su benevolencia fue mayor que su disposición a perdonar los pecados de aquellos quienes humildemente los confesaran y cuyos corazones le mostrarán que su arrepentimiento era genuino y que sus profesiones de lealtad hacia él tenían integridad. Mientras ellos se angustiaban por sus propios pecados, los salmistas recordaron el testimonio antiguo de su Señor del pacto: Soy Jehová (“El Señor”), “el Dios fuerte, misericordioso y piadoso; tardo para la ira, y grande en misericordia y verdad; que guarda misericordia a millares, que perdona la iniquidad, la rebelión y el pecado” (Éxodo 34:6-7). Solo ellos se atrevieron a someterse a él como su pueblo, para “temerle”.

Teología: Resumen, Importancia Mesiánica y Conclusión

Incuestionablemente, el reinado supremo de Jehová (en el cual la muestra su grandeza y bondad trascendentales) es la metáfora más básica y concepto teológico más persuasivo en el Salterio – así como en el AT en general. Proporciona la perspectiva fundamental en la cual el pueblo se ve a sí mismo, la creación completa, eventos en la “naturaleza” e historia y el futuro. Toda la creación es el reino único de Jehová. Ser una criatura en el mundo significa ser parte de su reino y estar bajo su mandato. Ser un ser humano en el mundo significa ser dependiente y responsable a él. Negar orgullosamente ese hecho es la raíz de la maldad – la maldad que ahora prevalece en el mundo.

La elección de Dios de Israel y consecuentemente de David y Sion, juntos al dar su palabra, representa el reino justo y renovado de Dios en este mundo de rebelión y maldad. Inicia la gran división entre las naciones justas y las naciones malignas, y en un nivel más profundo entre lo justo y lo maligno, una distinción significante que va más allá, incluso, de Israel. Al final está compañía divina triunfará. El orgullo humano será humillado, y los errores serán subsanados. La tierra se le dará a los humillados para que la posean y el reino apacible y justo de Dios se completará. Estos temas teológicos, por supuesto, tienen implicaciones religiosas y morales profundas. De las que los salmistas también hablaron.

Una pregunta que queda para ser respondida es: ¿Hablan los Salmistas de Cristo?” Si, en una variedad de formas-pero no como lo hacen los profetas. El Salterio nunca enumeró los libros “proféticos”. Por el contrario, cuando al Salterio se le dio su forma final, lo que los salmos dicen acerca del señor y sus maneras con su pueblo, acerca del señor y sus maneras con las naciones, acerca del señor y sus maneras con los justos y los malvados, y lo que los salmistas dijeron acerca de la consagración del Señor, su templo y su ciudad santa – todo esto fue entendido en la luz de la literatura profética (tanto los antiguos como los nuevos profetas). Relativo a estos asuntos, el Salterio y los Profetas fueron mutuamente reforzados e interpretados.

Cuando los salmos hablan del rey en el trono de David, hablan del rey que está siendo coronado (como en Salmos 2; 72; 220 – aunque algunos creen que el 110 es una excepción) o está reinando (como en Salmos 45) en el momento. Ellos proclaman su estatus como el ungido del Señor y declaran lo que el Señor logrará a través de él y su dinastía. Aunque ellos también hablan de los hijos por venir de David – y en la época exílica y post-exílica, cuando no había rey, ellos solo hablaron a Israel del gran Hijo de David a quien los profetas habían anunciado como el único con quien el pacto de Dios con David se cumpliría. Así que el Nuevo Testamento cita estos salmos como testimonios de Cristo, los cuales están hechos de una forma única. En él, están verdaderamente completados.

Cuando en los Salmos los justos sufren – quienes son “justos” porque son inocentes, sin haber provocado o malogrado a sus adversarios, y porque están entre los “humildes” que confían en el Señor – llaman a Dios en su agonía (así como en Salmos 22, 69), dan voz al sufrimiento de los siervos de Dios en un mundo hostil y malvado.

Estos llantos se convierten en las oraciones de los “santos” oprimidos de Dios, y así es como fueron llevados al libro de oraciones de Israel. Cuando Cristo vino en carne, Él se identificó a sí mismo con el pueblo “humilde” del Señor en el mundo. Por ellos, Él se convirtió en el siervo justo por excelencia de Dios y compartió sus sufrimientos en las manos de los malvados. Así que, estas oraciones también se convirtieron en sus oraciones, únicamente sus oraciones. En él, el sufrimiento y la liberación de quienes esas oraciones hablan están completadas (aunque ellos siguen siendo las oraciones de aquellos que levantaron su cruz y lo siguieron).

De forma similar, al hablar del pueblo del pacto de Dios, de la ciudad de Dios y del templo en el que Dios mora, los Salmos únicamente hablan de la iglesia de Cristo. El Salterio no solo es el libro de oraciones del segundo templo: también es el libro de oraciones resistente del pueblo de Dios. Sin embargo, ahora, debe ser usado en la luz de la nueva era de redención que amaneció con la primera llegada del Mesías y será consumada con su segunda llegada.

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