Noviembre 9/10

La unidad en el cuerpo

1 Corintios 1.10-17   

Pablo escribió el pasaje de hoy en una carta al cuerpo dividido de creyentes de Corinto. La iglesia estaba permitiendo que un desacuerdo estorbara su comunión. Pablo sabía lo peligroso que es la desavenencia entre los creyentes.

La Biblia es clara sobre la misión de la iglesia. Entre sus más elevados propósitos están compartir el evangelio con todas las naciones, interesarse en los necesitados, adorar en unidad, amarse, alentarse y exhortarse mutuamente en la verdad de Dios. Nada de esto es posible si la iglesia está dividida, ya sea física o mentalmente.

Dios quiere que los suyos sean “solícitos en guardar la unidad del Espíritu en el vínculo de la paz” (Ef 4.3). Entonces, si todos los cristianos basan sus creencias en la Biblia, deben ser capaces de resolver todas sus diferencias de acuerdo con la verdad de ella, ¿no? Por desgracia, no es tan sencillo. Nuestra naturaleza humana, las preferencias y las diferentes interpretaciones de la Biblia, pueden provocar desacuerdos. Pensemos, por ejemplo, en cuántas iglesias han tenido conflictos por los estilos de música.

Tristemente, cuando las diferencias crean división, nuestra misión se vuelve confusa y no somos efectivos. Así como los pescadores no pueden pescar con una red rota, tampoco nosotros podemos compartir a Cristo con el mundo si nuestra comunión no es intachable.

¿Están sus acciones y sus palabras fortaleciendo a sus hermanos en Cristo? ¿O hace comentarios negativos y pone primero sus preferencias y sus opiniones? Tenga cuidado. Dios ha ordenado que nuestra conducta tenga una influencia positiva sobre la unidad de la iglesia.

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