Resumen del libro de Amós
Este resumen del libro de Amos proporciona información acerca del título, los autores, fecha de escritura, cronología, temas, teología, ideas generales, una breve perspectiva y los capítulos del libro de Amós.
Autor
Amós era de Tecoa (1:1) un pequeño pueblo de Judá, a 6 millas al sur de Belén y a 11 millas de Jerusalén. Él no era un hombre de la corte como Isaías o un miembro de una familia sacerdotal como Jeremías y Ezequiel. Él se ganaba la vida del ganado y colectando higos silvestres (1:1; 7:14-15). Se desconoce si poseía su propio ganado y campos de higos o trabajó contratado. Sus habilidades con las palabras y el rango sorprendentemente amplio de su conocimiento general de la historia y el mundo impiden que sea un campesino ignorante. Aunque su hogar estaba en Judá él fue enviado a anunciar el juicio de Dios en el reino del norte (Israel). Él probablemente ministró la mayor parte en Bet-el (7:10-13; ver 1 Reyes 12:28-30 y sus notas), el principal santuario religioso de Israel, donde adoraban los escalones más altos del reino del norte.
El libro junta sus profecías de una forma cuidadosamente organizada que intenta ser leída como una unidad. Ofrece pocas, si es que hay algunas, pistas referentes al orden cronológico de sus mensajes – él pudo haberlos repetido en muchas ocasiones para alcanzar a todos los que vinieran a alabar. El libro está dedicado a todo Israel (por tanto, las referencias a Judá y Jerusalén).
Fecha y Situación Histórica
De acuerdo al primer versículo, Amós profesó durante los reinos de Uzías sobre Judá (792-740 a. C.) y Jeroboam II sobre Israel (793-753). La parte principal de su ministerio fue probablemente llevado a cabo en 760-750. Ambos reinos disfrutaban de gran prosperidad y habían alcanzado nuevos niveles políticos y militares (2 Reyes 14:23 – 15:7; 2 Crónicas 26). También era un momento de idolatría, indulgencia extravagante en vidas lujosas, inmoralidad, corrupción de procedimientos judiciales y opresión a los pobres. Como consecuencia, Dios pronto traería el cautiverio asirio del reino del norte (722-721).
Israel en ese momento se encontraba políticamente segura y era espiritualmente presumida. 40 años antes, al final de su ministerio, Elíseo había profesado la resurgencia del poder de Israel (2 Reyes 13:17-19), y Jonás había profesado más recientemente su restauración hacia una gloria desconocida desde los días de Salomón (2 Reyes 14:25). La nación se sentía segura, por lo tanto, estaba en la buena gracia de Dios. Pero la prosperidad incrementó la corrupción moral y religiosa de Israel. Los castigos pasados por infidelidad fueron olvidados, y su paciencia llegó a un final – para lo cual envió a Amós a anunciar.
Con Amós, los mensajes de los profetas comenzaron a preservarse de forma permanente, comenzaron a juntarse en libros que acompañarían a Israel a través del debacle venidero y más allá. (Ya que Amós es contemporáneo con Oseas y Jonás, ver las introducciones a esos libros).
Mensaje y Tema Teológico
El tema dominante se menciona claramente en 5:24, el cual expresa a la justicia social como la expresión indispensable de la piedad verdadera. Amós era un portavoz vigoroso por la justicia y rectitud de Dios, mientras que Oseas enfatizaba el amor, gracia, piedad y perdón de Dios. Amós declaró que Dios iba a juzgar a su pueblo infiel, desobediente y traicionero del pacto. A pesar de la elección especial de Dios por Israel y su amabilidad durante el éxodo y la conquista, y en los días de David y Salomón, su pueblo continuamente falló al honrarlo y obedecerlo. Los santuarios en Bet-el y otros lugares de adoración a menudo estaban paganizados, e Israel tenía una perspectiva amplia del ritual que el mismo Señor había prescrito. Ellos pensaron que la realización de los rituales era todo lo que Dios requería, y, con hacer eso, ellos podían hacer lo que se les antojara – una noción esencialmente pagana. Sin el compromiso con la ley de Dios, ellos no tenían base para estándares de conductas. Aquellos que habían adquirido dos casas espléndidas (3:15), muebles costosos y mesas ricamente servidas por engañar, pervertir a la justicia y dañar a los pobres perderían todo lo que tenían.
El juicio inminente de Dios en Israel no sería un mero golpe punitivo para advertir (tan a menudo como antes, ver 4:6-11 y su nota), sino una destrucción casi total. Lo impensable estaba por ocurrir: Porque no se habían consagrado fielmente a su señorío, Dios alejaría a su pueblo elegido de la mano de una nación pagana. Aun así, si se arrepintieran, había la esperanza de que “Dios el Señor tendría piedad del remanente” (5:15; ver 5:4-6,14). De hecho, el Señor tenía un futuro glorioso para su gente, más allá del juicio inminente. La casa de David gobernaría de nuevo Israel – incluso extendería su gobierno a muchas otras naciones – e Israel estaría segura una vez más en la tierra prometida, festejando con vino y frutas (9:11-15). El Dios de Israel, el Señor de la historia, no abandonaría a su pueblo elegido para su programa de redención.
El Dios del que Amós habla es el Dios de mucho más que Israel. Él también usa una nación en contra de otra para lograr sus propósitos (6:14). Él es el Gran Rey quien gobierna el universo completo (4:13; 5:8; 9:5-6). Y porque él es soberano, el Dios de Israel tiene la historia y destino de todas las personas y el mundo en sus manos. Israel debe saber que él no solo es el Señor de su futuro, sino también el Señor sobre todo lo demás, y que tiene propósitos y preocupaciones que van más allá de sus fronteras. Israel tuvo un clamor único, pero no exclusivo, de Dios. Ella necesitaba recordar no solo los compromisos de su pacto, sino también sus obligaciones para con él. (Ver más adelante las profecías de Jonás.)
Esquema