3 “¡Tu plata y tu oro son míos, igual que tus esposas y tus mejores hijos!”».
4 «Está bien, mi señor el rey —respondió el rey de Israel—. ¡Todo lo que tengo es tuyo!».
5 Pronto los mensajeros de Ben-adad regresaron y dijeron: «Ben-adad dice: “Ya te he exigido que me des tu plata, tu oro, tus esposas y tus hijos;
6 pero mañana a esta hora, enviaré a mis funcionarios a registrar tu palacio y las casas de tus funcionarios. ¡Se llevarán todo lo que más valoras!”».
7 Entonces Acab mandó llamar a todos los ancianos del reino y les dijo:
—¡Miren cómo este hombre está causando problemas! Ya accedí a su exigencia de darle mis esposas, mis hijos, mi plata y mi oro.
8 —No cedas ante ninguna otra de sus exigencias —le aconsejaron todos los ancianos y todo el pueblo.
9 Así que Acab dijo a los mensajeros de Ben-adad: «Díganle esto a mi señor el rey: “Te daré todo lo que pediste la primera vez, pero no puedo aceptar tu última exigencia”». Entonces los mensajeros le llevaron la respuesta a Ben-adad.
10 Con eso Ben-adad le envió otro mensaje a Acab, que decía: «Que los dioses me hieran e incluso me maten si de Samaria queda polvo suficiente para darle un puñado a cada uno de mis soldados».
11 El rey de Israel le envió esta respuesta: «Un guerrero que está preparándose con su espada para salir a pelear no debería presumir como un guerrero que ya ganó».
12 Ben-adad y los otros reyes recibieron la respuesta de Acab mientras bebían en sus carpas.
«¡Prepárense para atacar!», ordenó Ben-adad a sus oficiales. Entonces se prepararon para atacar la ciudad.
13 Acab derrota a Ben-adad
Entonces un profeta fue a ver a Acab, rey de Israel, y le dijo:
—Esto dice el Señor
: “¿Ves todas esas fuerzas enemigas? Hoy las entregaré en tus manos. Así sabrás que yo soy el Señor
”.
14 —¿Cómo lo hará? —preguntó Acab.
El profeta contestó:
—Esto dice el Señor
: “Lo harán las tropas de los comandantes provinciales”.
—¿Debemos atacar nosotros primero? —preguntó Acab.
—Sí —contestó el profeta.
15 Entonces Acab reunió a las tropas de los doscientos treinta y dos comandantes de las provincias. Luego llamó al resto del ejército de Israel, unos siete mil hombres.
16 Cerca del mediodía, mientras Ben-adad y los treinta y dos reyes aliados aún estaban en sus carpas bebiendo hasta emborracharse,
17 el primer contingente, formado por las tropas de los comandantes provinciales, avanzó desde la ciudad.
Mientras se acercaban, la patrulla de avanzada que había mandado Ben-adad le informó:
—Unas tropas avanzan desde Samaria.
18 —Tráiganlos vivos —ordenó Ben-adad—, ya sea que vengan en son de paz o de guerra.
19 Ahora bien, los comandantes de las provincias de Acab junto con todo el ejército habían salido a pelear.
20 Cada soldado israelita mató a su oponente arameo, y de pronto todo el ejército arameo sintió pánico y huyó. Los israelitas persiguieron a los arameos, pero el rey Ben-adad y algunos de sus conductores de carros escaparon a caballo.
21 Sin embargo, el rey de Israel destruyó al resto de los caballos y carros de guerra y masacró a los arameos.
22 Después el profeta le dijo al rey Acab: «Prepárate para otro ataque; empieza a planificar desde ahora, porque el rey de Aram regresará la próxima primavera».
23 Segundo ataque de Ben-adad
Después de la derrota, los oficiales de Ben-adad le dijeron: «Los dioses de los israelitas son dioses de las montañas, por eso ganaron; pero podemos vencerlos fácilmente en las llanuras.
24 ¡Solo que esta vez reemplaza a los reyes con generales!
25 Recluta otro ejército como el que perdiste. Consíguenos la misma cantidad de caballos, carros de guerra y hombres, y nosotros pelearemos contra los israelitas en las llanuras. Sin duda los venceremos». Así que el rey Ben-adad hizo lo que ellos le sugirieron.
26 La primavera siguiente, llamó al ejército arameo y avanzó contra Israel, pero esta vez en Afec.
27 Entonces Israel reunió a su ejército, montó líneas de abastecimiento y salió a pelear. Pero el ejército de Israel parecía dos pequeños rebaños de cabras en comparación con el inmenso ejército arameo, ¡que llenaba la campiña!
28 Entonces el hombre de Dios fue a ver al rey de Israel y le dijo: «Esto dice el Señor
: “Los arameos han dicho: ‘El Señor
es un dios de las montañas y no de las llanuras’. Así que derrotaré a este gran ejército por ti. Entonces sabrás que yo soy el Señor
”».
29 Los dos ejércitos acamparon, uno frente al otro, durante siete días. El séptimo día comenzó la batalla. En un solo día los israelitas mataron a cien mil soldados arameos de infantería.
30 El resto huyó a la ciudad de Afec, pero la muralla les cayó encima y mató a otros veintisiete mil de ellos. Ben-adad huyó a la ciudad y se escondió en un cuarto secreto.
31 Los oficiales de Ben-adad le dijeron: «Hemos oído, señor, que los reyes de Israel son compasivos. Entonces pongámonos tela áspera alrededor de la cintura y sogas en la cabeza en señal de humillación, y rindámonos ante el rey de Israel. Tal vez así le perdone la vida».
32 Entonces se pusieron tela áspera y sogas, y fueron a ver al rey de Israel, a quien le suplicaron:
—Su siervo Ben-adad dice: “Le ruego que me perdone la vida”.
El rey de Israel respondió:
—¿Todavía vive? ¡Él es mi hermano!
33 Los hombres tomaron la respuesta como una buena señal y, aprovechando esas palabras, enseguida le respondieron:
—¡Sí, su hermano Ben-adad!
—¡Vayan a traerlo! —les dijo el rey de Israel.
Cuando Ben-adad llegó, Acab lo invitó a subir a su carro de guerra.

Otras traducciones de 1 Reyes 20:3

La Biblia de las Américas (Español) BLA

1 Reyes 20:3 "Tu plata y tu oro son míos; míos son también tus mujeres y tus hijos más hermosos."

English Standard Version ESV

3 'Your silver and your gold are mine; your best wives and children also are mine.'"

La Biblia del Jubileo 2000 JBS

3 Así ha dicho Ben-adad: Tu plata y tu oro es mío, y tus mujeres y tus hijos hermosos son míos

King James Version KJV

3 Thy silver and thy gold is mine; thy wives also and thy children, even the goodliest, are mine.

New King James Version NKJV

1 Kings 20:3 'Your silver and your gold are mine; your loveliest wives and children are mine.' "

Nueva Versión Internacional NVI

3 “Tu oro y tu plata son míos, lo mismo que tus mujeres y tus hermosos hijos”».

La Biblia Reina-Valera (Español) RVR

3 Así ha dicho Ben-adad: Tu plata y tu oro es mío, y tus mujeres y tus hijos hermosos son míos.

Sagradas Escrituras (1569) (Español) SEV

3 Así ha dicho Ben-adad: Tu plata y tu oro es mío, y tus mujeres y tus hijos hermosos son míos.
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