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Oración de alabanza de Ana Luego Ana oró: «¡Mi corazón se alegra en el Señor ! El Señor me ha fortalecido. Ahora tengo una respuesta para mis enemigos; me alegro porque tú me rescataste.
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¡Nadie es santo como el Señor ! Aparte de ti, no hay nadie; no hay Roca como nuestro Dios.
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»¡Dejen de ser tan orgullosos y altaneros! ¡No hablen con tanta arrogancia! Pues el Señor es un Dios que sabe lo que han hecho; él juzgará sus acciones.
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El arco de los poderosos está quebrado, y los que tropezaban ahora son fuertes.
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Los que estaban bien alimentados ahora tienen hambre, y los que se morían de hambre ahora están saciados. La mujer que no podía tener hijos ahora tiene siete, y la mujer con muchos hijos se consume.
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El Señor da tanto la muerte como la vida; a unos baja a la tumba y a otros levanta.
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El Señor hace a algunos pobres y a otros ricos; a unos derriba y a otros levanta.
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Él levanta al pobre del polvo y al necesitado del basurero. Los pone entre los príncipes y los coloca en los asientos de honor. Pues toda la tierra pertenece al Señor , y él puso en orden el mundo.
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»Él protegerá a sus fieles, pero los perversos desaparecerán en la oscuridad. Nadie tendrá éxito sólo por la fuerza.
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Los que pelean contra el Señor , serán destrozados. Él retumba contra ellos desde el cielo; el Señor juzga en toda la tierra. Él da poder a su rey; aumenta la fuerza de su ungido».
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Después Elcana regresó a su casa en Ramá sin Samuel, y el niño servía al Señor como ayudante del sacerdote Elí.
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Los hijos perversos de Elí Ahora bien, los hijos de Elí eran unos sinvergüenzas que no le tenían respeto al S
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ni a sus obligaciones sacerdotales. Cada vez que alguien ofrecía un sacrificio, los hijos de Elí enviaban a un sirviente con un tenedor grande de tres dientes. Mientras la carne del animal sacrificado aún se cocía,
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el sirviente metía el tenedor en la olla y exigía que todo lo que sacara con el tenedor fuera entregado a los hijos de Elí. Así trataban a todos los israelitas que llegaban a Silo para adorar.
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Algunas veces el sirviente llegaba aun antes de que la grasa del animal fuera quemada sobre el altar. Exigía carne cruda antes de que hubiera sido cocida, para poder asarla.
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Si el hombre que ofrecía el sacrificio respondía: «Toma toda la que quieras, pero solo después de quemarse la grasa», el sirviente insistía: «No, dámela ahora o la tomaré por la fuerza».
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Así que el pecado de estos jóvenes era muy serio ante los ojos del Señor , porque trataban las ofrendas del Señor con desprecio.
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Pero Samuel, aunque era solo un niño, servía al Señor ; vestía una túnica de lino como la del sacerdote.
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Cada año su madre le hacía un pequeño abrigo y se lo llevaba cuando iba con su esposo para el sacrificio.
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Antes de que ellos regresaran a su casa, Elí bendecía a Elcana y a su esposa diciendo: «Que el Señor les dé otros hijos para que tomen el lugar de este que ella entregó al Señor » .
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Entonces el Señor le dio a Ana tres hijos y dos hijas. Entre tanto, Samuel crecía en la presencia del Señor .
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Ahora bien, Elí era muy viejo, pero estaba consciente de lo que sus hijos le hacían al pueblo de Israel. Por ejemplo, sabía que sus hijos seducían a las jóvenes que ayudaban a la entrada del tabernáculo.
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Elí les dijo: «He oído lo que la gente dice acerca de las cosas perversas que ustedes hacen. ¿Por qué siguen pecando?
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¡Basta, hijos míos! Los comentarios que escucho del pueblo del Señor no son buenos.
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Si alguien peca contra otra persona, Dios puede mediar por el culpable. Pero si alguien peca contra el Señor , ¿quién podrá interceder?». Sin embargo, los hijos de Elí no hicieron caso a su padre, porque el Señor ya había decidido quitarles la vida.
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Mientras tanto, el niño Samuel crecía en estatura física y en el favor del Señor y en el de toda la gente.
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Advertencia para la familia de Elí Cierto día un hombre de Dios vino a Elí y le dio el siguiente mensaje del Señor : «Cuando el pueblo de Israel era esclavo en Egipto, yo me revelé a tus antepasados.
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Elegí a tu antepasado Aarón de entre todas las tribus de Israel para que fuera mi sacerdote, ofreciera sacrificios sobre mi altar, quemara incienso y vistiera el chaleco sacerdotal, cuando me servía. Y les asigné las ofrendas de los sacrificios a ustedes, los sacerdotes.
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Entonces, ¿por qué menosprecian mis sacrificios y ofrendas? ¿Por qué les das más honor a tus hijos que a mí? ¡Pues tú y ellos han engordado con lo mejor de las ofrendas de mi pueblo Israel!
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»Por lo tanto, el Señor , Dios de Israel, dice: prometí que los de tu rama de la tribu de Leví me servirían siempre como sacerdotes. Sin embargo, honraré a los que me honran y despreciaré a los que me menosprecian.
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Llegará el tiempo cuando pondré fin a tu familia para que ya no me sirva en el sacerdocio. Todos los miembros de tu familia morirán antes de tiempo; ninguno llegará a viejo.
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Con envidia mirarás cuando derrame prosperidad sobre el pueblo de Israel, pero ningún miembro de tu familia jamás cumplirá sus días.
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Los que sobrevivan llevarán una vida de tristeza y dolor, y sus hijos morirán de muerte violenta.
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Y para comprobar que lo que dije se hará realidad, ¡haré que tus dos hijos, Ofni y Finees, mueran el mismo día!
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»Entonces levantaré a un sacerdote fiel, quien me servirá y hará lo que yo deseo. Estableceré para él una descendencia duradera, y ellos serán por siempre sacerdotes para mis reyes ungidos.
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Así pues, todos los que sobrevivan de tu familia se inclinarán ante él, mendigando dinero y comida. Dirán: “Le rogamos que nos dé trabajo entre los sacerdotes para que tengamos suficiente para comer”».