1
La gente buena se muere; muchas veces, los justos mueren antes de que llegue su hora. Pero a nadie parece importarle el porqué, tampoco se lo preguntan a sí mismos. Parece que nadie entiende que Dios los está protegiendo del mal que vendrá.
2
Pues los que andan por el camino de la justicia descansarán en paz cuando mueran.
3
Condenación de la idolatría «¡Pero ustedes, vengan acá, hijos de brujas, descendientes de adúlteros y de prostitutas!
4
¿De quién se burlan haciendo muecas y sacando la lengua? ¡Hijos de pecadores y mentirosos!
5
Rinden culto con gran pasión a sus ídolos, debajo de los robles y debajo de todo árbol frondoso. Sacrifican a sus hijos abajo, en los valles, entre los peñascos de los acantilados.
6
Sus dioses son las piedras pulidas de los valles; ustedes les rinden culto con ofrendas líquidas y ofrendas de grano. Ellos son su herencia, no yo. ¿Creen que todo esto me hace feliz?
7
Ustedes cometieron adulterio en cada monte alto; allí rindieron culto a los ídolos y me fueron infieles.
8
Han puesto símbolos paganos en los marcos de las puertas y detrás de ellas. Me han abandonado y se han metido en la cama con esos dioses detestables. Se han entregado a ellos y les encanta ver sus cuerpos desnudos.
9
Le han dado aceite de oliva a Moloc con muchos obsequios de perfumes. Han viajado muy lejos, incluso al mundo de los muertos, a fin de encontrar nuevos dioses a quienes amar.
10
Se han cansado en su búsqueda, pero nunca se han dado por vencidos. El deseo les dio nuevas fuerzas, y no se fatigaron.
11
»¿Les tienen miedo a estos ídolos? ¿Les producen terror? ¿Por eso me han mentido y se han olvidado de mí y de mis palabras? ¿Será por mi largo silencio que ya no me temen?
12
Ahora pondré al descubierto sus supuestas buenas obras; ninguna de ellas los ayudará.
13
Veamos si sus ídolos pueden salvarlos cuando clamen a ellos por ayuda. ¡Vaya, un soplo de viento puede derrumbarlos! ¡Basta con que uno respire sobre ellos para que caigan de cabeza! Pero el que confíe en mí, heredará la tierra y poseerá mi monte santo».
14
Dios perdona a los que se arrepienten Dios dice: «¡Reconstruyan el camino! Quiten las rocas y las piedras del camino para que mi pueblo pueda volver del cautiverio».
15
El Alto y Majestuoso que vive en la eternidad, el Santo, dice: «Yo vivo en el lugar alto y santo con los de espíritu arrepentido y humilde. Restauro el espíritu destrozado del humilde y reavivo el valor de los que tienen un corazón arrepentido.
16
Pues no pelearé contra ustedes para siempre; no estaré siempre enojado. Si lo estuviera, moriría toda la gente, sí, todas las almas que he creado.
17
Estaba enojado, así que castigué a este pueblo tan avaro. Me aparté de ellos, pero continuaron por su propio terco camino.
18
He visto lo que hacen, ¡pero aun así, los sanaré y los guiaré! Consolaré a los que se lamentan,
19
llevando palabras de alabanza a sus labios. Que tengan paz abundante, tanto cerca como lejos —dice el Señor que los sana—.
20
Pero los que aún me rechazan son como el mar agitado, que nunca está tranquilo, sino que continuamente revuelve el lodo y la tierra.