1
Juicio y salvación final El Señor dice: «Estaba listo para responder, pero nadie me pedía ayuda; estaba listo para dejarme encontrar, pero nadie me buscaba. “¡Aquí estoy, aquí estoy!”, dije a una nación que no invocaba mi nombre.
2
Todo el día abrí mis brazos a un pueblo rebelde. Pero ellos siguen sus malos caminos y sus planes torcidos.
3
Todo el día me insultan en mi propia cara al rendir culto a ídolos en sus huertos sagrados y al quemar incienso en altares paganos.
4
De noche andan entre las tumbas para rendir culto a los muertos. Comen carne de cerdo y hacen guisos con otros alimentos prohibidos.
5
Sin embargo, se dicen unos a otros: “¡No te acerques demasiado, porque me contaminarás! ¡Yo soy más santo que tú!”. Ese pueblo es un hedor para mi nariz; un olor irritante que nunca desaparece.
6
»Miren, tengo escrito mi decreto delante de mí: no me quedaré callado; les daré el pago que se merecen. Sí, les daré su merecido,
7
tanto por sus propios pecados, como por los de sus antepasados —dice el Señor —. También quemaron incienso en los montes y me insultaron en las colinas. ¡Les daré su merecido!
8
»Pero no los destruiré a todos —dice el Señor —. Tal como se encuentran uvas buenas en un racimo de uvas malas (y alguien dice: “¡No las tires todas; algunas de ellas están buenas!”), así mismo, no destruiré a todo Israel. Pues aún tengo verdaderos siervos allí.
9
Conservaré un remanente del pueblo de Israel y de Judá, para que posea mi tierra. Aquellos a quienes yo escoja la heredarán y mis siervos vivirán allí.
10
La llanura de Sarón se llenará nuevamente de rebaños para mi pueblo que me busca, y el valle de Acor será lugar de pastoreo para las manadas.
11
»Pero como el resto de ustedes abandonó al Señor y se olvidó de su templo, y como preparó fiestas para honrar al dios de la Fortuna y le ofreció vino mezclado al dios del Destino,
12
ahora yo los “destinaré” a ustedes a la espada. Todos ustedes se inclinarán delante del verdugo. Pues cuando los llamé, ustedes no me respondieron; cuando hablé, no me escucharon. Pecaron deliberadamente —ante mis propios ojos— y escogieron hacer lo que saben que yo desprecio».
13
Por lo tanto, esto dice el Señor Soberano: «Mis siervos comerán, pero ustedes pasarán hambre. Mis siervos beberán, pero ustedes tendrán sed. Mis siervos se alegrarán, pero ustedes estarán tristes y avergonzados.
14
Mis siervos cantarán de alegría, pero ustedes llorarán de angustia y desesperación.
15
El nombre de ustedes será una maldición entre mi pueblo, porque el Señor Soberano los destruirá y llamará a sus verdaderos siervos por otro nombre.
16
Todos los que invoquen una bendición o hagan un juramento lo harán por el Dios de la verdad. Dejaré a un lado mi enojo y olvidaré la maldad de los tiempos pasados.
17
»¡Miren! Estoy creando cielos nuevos y una tierra nueva, y nadie volverá siquiera a pensar en los anteriores.
18
Alégrense; regocíjense para siempre en mi creación. ¡Y miren! Yo crearé una Jerusalén que será un lugar de felicidad y su pueblo será fuente de alegría.
19
Me gozaré por Jerusalén y me deleitaré en mi pueblo. Y el sonido de los llantos y los lamentos jamás se oirá en ella.
20
»Los bebés ya no morirán a los pocos días de haber nacido, ni los adultos morirán antes de haber tenido una vida plena. Nunca más se considerará anciano a alguien que tenga cien años; solamente los malditos morirán tan jóvenes.
21
En esos días, la gente habitará en las casas que construya y comerá del fruto de sus propios viñedos.
22
A diferencia del pasado, los invasores no les quitarán sus casas ni les confiscarán sus viñedos. Pues mi pueblo vivirá tantos años como los árboles, y mis escogidos tendrán tiempo para disfrutar de lo adquirido con su arduo trabajo.
23
No trabajarán en vano, y sus hijos no estarán condenados a la desgracia, porque son un pueblo bendecido por el Señor , y sus hijos también serán bendecidos.
24
Les responderé antes que me llamen. Cuando aún estén hablando de lo que necesiten, ¡me adelantaré y responderé a sus oraciones!
25
El lobo y el cordero comerán juntos. El león comerá heno, como el buey; pero las serpientes comerán polvo. En esos días, nadie será herido ni destruido en mi monte santo. ¡Yo, el Señor , he hablado!».