8 pero cuando Jeremías terminó su mensaje, habiendo dicho todo lo que el Señor
le ordenó que dijera, los sacerdotes, los profetas y todo el pueblo que estaba junto al templo lo atacaron en masa. «¡Mátenlo! —gritaban—.
9 ¿Qué derecho tienes de profetizar en el nombre del Señor
que este templo será destruido como lo fue Silo? ¿Qué quieres decir cuando afirmas que Jerusalén será destruida y dejada sin habitantes?». Así que todo el pueblo lo amenazaba mientras él estaba frente al templo.
10 Cuando los funcionarios de Judá oyeron lo que pasaba, corrieron del palacio a sentarse a juzgar junto a la puerta Nueva del templo.
11 Los sacerdotes y los profetas presentaron sus acusaciones a los funcionarios y al pueblo. «¡Este hombre debe morir! —dijeron—. Ustedes han escuchado con sus propios oídos lo traidor que es, porque ha profetizado contra esta ciudad».
12 Entonces Jeremías habló en su propia defensa a los funcionarios y al pueblo. «El Señor
me envió para profetizar contra este templo y contra esta ciudad —dijo—. El Señor
me dio cada una de las palabras que he hablado;
13 pero si ustedes dejan de pecar y comienzan a obedecer al Señor
su Dios, él cambiará de parecer acerca del desastre que anunció contra ustedes.
14 En cuanto a mí, estoy en sus manos, hagan conmigo lo que mejor les parezca.
15 ¡Pero si me matan, tengan por seguro que estarán matando a un inocente! La responsabilidad por semejante acción caerá sobre ustedes, sobre esta ciudad y sobre cada persona que vive en ella. Pues es totalmente cierto que el Señor
me envió a decir cada palabra que ustedes han oído ».
16 Así que los funcionarios y el pueblo les dijeron a los sacerdotes y a los profetas: «Este hombre no merece la pena de muerte porque nos ha hablado en el nombre del Señor
nuestro Dios» .
17 Entonces algunos de los sabios ancianos se pusieron de pie y hablaron a todo el pueblo reunido en ese lugar.
18 Dijeron: «Recuerden cuando Miqueas de Moréset profetizaba durante el reinado de Ezequías de Judá. Él le dijo al pueblo de Judá:
“Esto dice el Señor
de los Ejércitos Celestiales:
‘El monte Sión quedará arado como un campo abierto;
¡Jerusalén será reducida a escombros!
Un matorral crecerá en las cumbres,
donde ahora se encuentra el templo’”.

Otras traducciones de Jeremías 26:8

La Biblia de las Américas (Español) BLA

Jeremías 26:8 Cuando Jeremías terminó de decir todo lo que el SEÑOR le había mandado que hablara a todo el pueblo, lo apresaron los sacerdotes, los profetas y todo el pueblo, diciendo: De cierto, morirás.

English Standard Version ESV

8 And when Jeremiah had finished speaking all that the LORD had commanded him to speak to all the people, then the priests and the prophets and all the people laid hold of him, saying, "You shall die!

La Biblia del Jubileo 2000 JBS

8 Y fue que, acabando de hablar Jeremías todo lo que el SEÑOR le había mandado que hablara a todo el pueblo, los sacerdotes y los profetas y todo el pueblo le echaron mano, diciendo: De cierto morirás

King James Version KJV

8 Now it came to pass, when Jeremiah had made an end of speaking all that the LORD had commanded him to speak unto all the people, that the priests and the prophets and all the people took him, saying, Thou shalt surely die.

New King James Version NKJV

Jeremiah 26:8 Now it happened, when Jeremiah had made an end of speaking all that the Lord had commanded him to speak to all the people, that the priests and the prophets and all the people seized him, saying, "You will surely die!

Nueva Versión Internacional NVI

8 Pero en cuanto Jeremías terminó de decirle al pueblo todo lo que el SEÑOR le había ordenado, los sacerdotes y los profetas y todo el pueblo lo apresaron y le dijeron: «¡Vas a morir!

La Biblia Reina-Valera (Español) RVR

8 Y fué que, acabando de hablar Jeremías todo lo que Jehová le había mandado que hablase á todo el pueblo, los sacerdotes y los profetas y todo el pueblo le echaron mano, diciendo: De cierto morirás.

Sagradas Escrituras (1569) (Español) SEV

8 Y fue que, acabando de hablar Jeremías todo lo que el SEÑOR le había mandado que hablase a todo el pueblo, los sacerdotes y los profetas y todo el pueblo le echaron mano, diciendo: De cierto morirás.
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