9 Luego exigí que purificaran las habitaciones y volví a colocar los utensilios para el templo de Dios, las ofrendas de grano y el incienso.
10 También descubrí que no se les había entregado a los levitas las porciones de comida que les correspondían, de manera que todos ellos y los cantores que debían dirigir los servicios de adoración habían regresado a trabajar en los campos.
11 Inmediatamente enfrenté a los dirigentes y les pregunté: «¿Por qué ha sido descuidado el templo de Dios?». Luego pedí a todos los levitas que regresaran y los reintegré para que cumplieran con sus obligaciones.
12 Entonces, una vez más, todo el pueblo de Judá comenzó a llevar sus diezmos de grano, de vino nuevo y de aceite de oliva a los depósitos del templo.
13 Como supervisores de los depósitos asigné al sacerdote Selemías, al escriba Sadoc y a Pedaías, uno de los levitas. Como ayudante de ellos nombré a Hanán, hijo de Zacur y nieto de Matanías. Estos hombres gozaban de una excelente reputación, y su tarea consistía en hacer distribuciones equitativas a sus compañeros levitas.
14 Recuerda esta buena obra, oh Dios mío, y no olvides todo lo que fielmente he hecho por el templo de mi Dios y sus servicios.
15 En esos días vi a unos hombres de Judá pisando en sus lagares en el día de descanso. Además, recogían granos y los cargaban sobre burros, y traían su vino, sus uvas, sus higos y toda clase de productos a Jerusalén para venderlos en el día de descanso. Así que los reprendí por vender sus productos en ese día.
16 Algunos hombres de Tiro, que vivían en Jerusalén, traían pescado y toda clase de mercancía. La vendían al pueblo de Judá el día de descanso, ¡y nada menos que en Jerusalén!
17 De modo que confronté a los nobles de Judá. «¿Por qué profanan el día de descanso de este modo tan perverso? —les pregunté—.
18 ¿Acaso no fueron cosas como estas las que hicieron sus antepasados y provocaron que nuestro Dios hiciera caer sobre nosotros y nuestra ciudad toda esta desgracia? ¡Ahora ustedes provocan aún más enojo contra Israel al permitir que el día de descanso sea profanado de esta manera!».
19 Entonces ordené que todos los viernes
se cerraran las puertas de Jerusalén al caer la noche, y que no se abrieran hasta que terminara el día de descanso. Envié a algunos de mis propios sirvientes a vigilar las puertas para que no pudiera entrar ninguna mercadería en los días de descanso.
20 Los mercaderes y los comerciantes de diversos productos acamparon fuera de Jerusalén una o dos veces;
21 pero yo les hablé duramente diciendo: «¿Qué pretenden, acampando aquí afuera alrededor de la muralla? ¡Si lo hacen otra vez, los arrestaré!». Esa fue la última vez que aparecieron en el día de descanso.
22 Luego ordené a los levitas que se purificaran y vigilaran las puertas para preservar la santidad del día de descanso.
¡Recuerda también esta buena obra, oh Dios mío! Ten compasión de mí conforme a tu grande e inagotable amor.
23 Por el mismo tiempo, me di cuenta de que algunos de los hombres de Judá se habían casado con mujeres de Asdod, Amón y Moab.
24 Además, la mitad de sus hijos hablaban el idioma de Asdod o de algún otro pueblo y no podían hablar en absoluto la lengua de Judá.
25 De modo que confronté a los hombres y pedí que cayeran maldiciones sobre ellos. Golpeé a algunos y les arranqué el cabello. Los hice jurar por el nombre de Dios que no permitirían que sus hijos o sus hijas se casaran con la gente pagana de la región.
26 «¿Acaso no fue exactamente eso lo que llevó a Salomón, rey de Israel, a pecar? —exclamé—. No había rey de ninguna nación que pudiera compararse con él, Dios lo amaba y lo hizo rey sobre todo Israel; pero incluso él fue inducido a pecar por sus mujeres extranjeras.
27 ¿Cómo pudieron siquiera pensar en cometer esta acción pecaminosa y ser infieles a Dios al casarse con mujeres extranjeras?».
28 Uno de los hijos de Joiada, hijo de Eliasib, el sumo sacerdote, se había casado con la hija de Sanbalat, el horonita, por lo cual lo expulsé de mi presencia.
29 Recuérdalos, oh Dios mío, porque han profanado el sacerdocio y los votos solemnes de los sacerdotes y los levitas.

Otras traducciones de Nehemías 13:9

La Biblia de las Américas (Español) BLA

Nehemías 13:9 Entonces ordené que limpiaran los aposentos; y puse de nuevo allí los utensilios de la casa de Dios con las ofrendas de cereal y el incienso.

English Standard Version ESV

9 Then I gave orders, and they cleansed the chambers, and I brought back there the vessels of the house of God, with the grain offering and the frankincense.

La Biblia del Jubileo 2000 JBS

9 y dije que limpiaran las cámaras, e hice volver allí las alhajas de la Casa de Dios, el presente y el incienso

King James Version KJV

9 Then I commanded, and they cleansed the chambers: and thither brought I again the vessels of the house of God, with the meat offering and the frankincense.

New King James Version NKJV

Nehemiah 13:9 Then I commanded them to cleanse the rooms; and I brought back into them the articles of the house of God, with the grain offering and the frankincense.

Nueva Versión Internacional NVI

9 Luego ordené que purificaran las habitaciones y volvieran a colocar allí los utensilios sagrados del templo de Dios, las ofrendas y el incienso.

La Biblia Reina-Valera (Español) RVR

9 Y dije que limpiasen las cámaras, é hice volver allí las alhajas de la casa de Dios, las ofrendas y el perfume.

Sagradas Escrituras (1569) (Español) SEV

9 y dije que limpiasen las cámaras, e hice volver allí las alhajas de la Casa de Dios, las ofrendas y el incienso.
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