4
no dejaré que mis ojos duerman ni cerraré los párpados adormecidos
5
hasta que encuentre un lugar donde construir una casa para el Señor , un santuario para el Poderoso de Israel».
6
Oímos que el arca estaba en Efrata; luego la encontramos en los campos distantes de Jaar.
7
Vayamos al santuario del Señor ; adoremos al pie de su trono.
8
Levántate, oh Señor , y entra en tu lugar de descanso, junto con el arca, símbolo de tu poder.
9
Que tus sacerdotes se vistan de santidad; que tus leales servidores canten de alegría.
10
Por amor a tu siervo David, no rechaces al rey que has ungido.
11
El Señor le hizo un juramento a David con una promesa que nunca retirará: «Pondré a uno de tus descendientes en tu trono.
12
Si tus descendientes obedecen las condiciones de mi pacto y las leyes que les enseño, entonces tu linaje real continuará por siempre y para siempre».
13
Pues el Señor ha escogido a Jerusalén; ha querido que sea su hogar.
14
«Este es mi lugar de descanso para siempre —dijo—; viviré aquí porque este es el hogar que he deseado.
15
Bendeciré a esta ciudad y la haré próspera; saciaré a sus pobres con alimento.
16
Vestiré a sus sacerdotes con santidad; sus fieles servidores cantarán de alegría.
17
Aquí aumentaré el poder de David; mi ungido será una luz para mi pueblo.
18
Vestiré de vergüenza a sus enemigos, pero él será un rey glorioso».