3
era dueño de siete mil ovejas, tres mil camellos, quinientas yuntas de bueyes y quinientas asnas, y su servidumbre era muy numerosa. Entre todos los habitantes del oriente era el personaje de mayor renombre.
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Sus hijos acostumbraban turnarse para celebrar banquetes en sus respectivas casas, e invitaban a sus tres hermanas a comer y beber con ellos.
5
Una vez terminado el ciclo de los banquetes, Job se aseguraba de que sus hijos se purificaran. Muy de mañana ofrecía un holocausto por cada uno de ellos, pues pensaba: «Tal vez mis hijos hayan pecado y maldecidoa en su corazón a Dios». Para Job esta era una costumbre cotidiana.
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Llegó el día en que los ángelesb debían hacer acto de presencia ante el SEÑOR, y con ellos se presentó también Satanás.
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Y el SEÑOR le preguntó:—¿De dónde vienes?—Vengo de rondar la tierra, y de recorrerla de un extremo a otro —le respondió Satanás.
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—¿Te has puesto a pensar en mi siervo Job? —volvió a preguntarle el SEÑOR—. No hay en la tierra nadie como él; es un hombre recto e intachable, que me honra y vive apartado del mal.
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Satanás replicó:—¿Y acaso Job te honra sin recibir nada a cambio?
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¿Acaso no están bajo tu protección él y su familia y todas sus posesiones? De tal modo has bendecido la obra de sus manos que sus rebaños y ganados llenan toda la tierra.
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Pero extiende la mano y quítale todo lo que posee, ¡a ver si no te maldice en tu propia cara!
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—Muy bien —le contestó el SEÑOR—. Todas sus posesiones están en tus manos, con la condición de que a él no le pongas la mano encima.Dicho esto, Satanás se retiró de la presencia del SEÑOR.
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Llegó el día en que los hijos y las hijas de Job celebraban un banquete en casa de su hermano mayor.
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Entonces un mensajero llegó a decirle a Job: «Mientras los bueyes araban y los asnos pastaban por allí cerca,
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nos atacaron los de Sabá y se los llevaron. A los criados los mataron a filo de espada. ¡Solo yo pude escapar, y ahora vengo a contárselo a usted!»
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No había terminado de hablar este mensajero cuando uno más llegó y dijo: «Del cielo cayó un rayo que calcinó a las ovejas y a los criados. ¡Solo yo pude escapar para venir a contárselo!»
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No había terminado de hablar este mensajero cuando otro más llegó y dijo: «Unos salteadores caldeos vinieron y, dividiéndose en tres grupos, se apoderaron de los camellos y se los llevaron. A los criados los mataron a filo de espada. ¡Solo yo pude escapar, y ahora vengo a contárselo!»
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No había terminado de hablar este mensajero todavía cuando otro llegó y dijo: «Los hijos y las hijas de usted estaban celebrando un banquetec en casa del mayor de todos ellos
19
cuando, de pronto, un fuerte viento del desierto dio contra la casa y derribó sus cuatro esquinas. ¡Y la casa cayó sobre los jóvenes, y todos murieron! ¡Solo yo pude escapar, y ahora vengo a contárselo!»
20
Al llegar a este punto, Job se levantó, se rasgó las vestiduras, se rasuró la cabeza, y luego se dejó caer al suelo en actitud de adoración.
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Entonces dijo:«Desnudo salí del vientre de mi madre,y desnudo he de partir.dEl SEÑOR ha dado; el SEÑOR ha quitado.¡Bendito sea el nombre del SEÑOR!»
22
A pesar de todo esto, Job no pecó ni le echó la culpa a Dios.e