3 En todo ese tiempo no comí nada pesado. No probé carne ni vino, ni me puse lociones perfumadas hasta que pasaron esas tres semanas.
4 El 23 de abril,
mientras estaba de pie en la ribera del gran río Tigris,
5 levanté los ojos y vi a un hombre vestido con ropas de lino y un cinto de oro puro alrededor de la cintura.
6 Su cuerpo tenía el aspecto de una piedra preciosa. Su cara destellaba como un rayo y sus ojos ardían como antorchas. Sus brazos y sus pies brillaban como el bronce pulido y su voz era como el bramido de una enorme multitud.
7 Sólo yo, Daniel, vi esta visión. Los hombres que estaban conmigo no vieron nada, pero de pronto tuvieron mucho miedo y corrieron a esconderse.
8 De modo que quedé allí solo para contemplar tan sorprendente visión. Las fuerzas me abandonaron, mi rostro se volvió mortalmente pálido y me sentí muy débil.
9 Entonces oí que el hombre hablaba y cuando oí el sonido de su voz, me desmayé y quedé tendido, con el rostro contra el suelo.
10 En ese momento, una mano me tocó y, aún temblando, me levantó y me puso sobre las manos y las rodillas.
11 Entonces el hombre me dijo: «Daniel, eres muy precioso para Dios, así que presta mucha atención a lo que tengo que decirte. Ponte de pie, porque me enviaron a ti». Cuando me dijo esto, me levanté, todavía temblando.
12 Entonces dijo: «No tengas miedo, Daniel. Desde el primer día que comenzaste a orar para recibir entendimiento y a humillarte delante de tu Dios, tu petición fue escuchada en el cielo. He venido en respuesta a tu oración;
13 pero durante veintiún días el espíritu príncipe
del reino de Persia me impidió el paso. Entonces vino a ayudarme Miguel, uno de los arcángeles,
y lo dejé allí con el espíritu príncipe del reino de Persia.
14 Ahora estoy aquí para explicar lo que le sucederá en el futuro a tu pueblo, porque esta visión se trata de un tiempo aún por venir».
15 Mientras me hablaba, bajé la vista al suelo, sin poder decir una palabra.
16 Entonces el que se parecía a un hombre
me tocó los labios y abrí la boca y comencé a hablar. Le dije al que estaba de pie frente a mí:
—Estoy muy angustiado a causa de la visión que tuve, mi señor, y me siento muy débil.
17 ¿Cómo podría alguien como yo, tu siervo, hablar contigo, mi señor? Mis fuerzas se han ido y apenas puedo respirar.
18 Entonces el que se parecía a un hombre volvió a tocarme y sentí que recuperaba mis fuerzas.
19 —No tengas miedo —dijo—, porque eres muy precioso para Dios. ¡Que tengas paz, ánimo y fuerza!
Mientras me decía estas palabras, de pronto me sentí más fuerte y le dije:
—Por favor, háblame, señor mío, porque me has fortalecido.
20 —¿Sabes por qué he venido? —respondió él—. Pronto debo regresar a luchar contra el espíritu príncipe del reino de Persia y después de eso vendrá el espíritu príncipe del reino de Grecia.
21 Mientras tanto, te diré lo que está escrito en el libro de la verdad. (Nadie me ayuda contra esos espíritus príncipes, a excepción de Miguel, el espíritu príncipe de ustedes.

Otras traducciones de Daniel 10:3

La Biblia de las Américas (Español) BLA

Daniel 10:3 No comí manjar delicado ni entró en mi boca carne ni vino, ni usé unguento alguno, hasta que se cumplieron las tres semanas.

English Standard Version ESV

3 I ate no delicacies, no meat or wine entered my mouth, nor did I anoint myself at all, for the full three weeks.

La Biblia del Jubileo 2000 JBS

3 No comí pan delicado, ni entró carne ni vino en mi boca, ni me unté con ungüento, hasta que se cumplieron tres semanas de días

King James Version KJV

3 I ate no pleasant bread, neither came flesh nor wine in my mouth, neither did I anoint myself at all, till three whole weeks were fulfilled.

New King James Version NKJV

Daniel 10:3 I ate no pleasant food, no meat or wine came into my mouth, nor did I anoint myself at all, till three whole weeks were fulfilled.

Nueva Versión Internacional NVI

3 En todo ese tiempo no comí nada especial, ni probé carne ni vino, ni usé ningún perfume.

La Biblia Reina-Valera (Español) RVR

3 No comí pan delicado, ni entró carne ni vino en mi boca, ni me unté con ungüento, hasta que se cumplieron tres semanas de días.

Sagradas Escrituras (1569) (Español) SEV

3 No comí pan delicado, ni entró carne ni vino en mi boca, ni me unté con ungüento, hasta que se cumplieron tres semanas de días.
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