3 Volví mi rostro a Dios el Señor para buscarle en oración y súplicas, en ayuno, cilicio y ceniza.
4 Y oré al SEÑOR mi Dios e hice confesión y dije: Ay, Señor, el Dios grande y temible, que guarda el pacto y la misericordia para los que le aman y guardan sus mandamientos,
5 hemos pecado, hemos cometido iniquidad, hemos hecho lo malo, nos hemos rebelado y nos hemos apartado de tus mandamientos y de tus ordenanzas.
6 No hemos escuchado a tus siervos los profetas que hablaron en tu nombre a nuestros reyes, a nuestros príncipes, a nuestros padres y a todo el pueblo de la tierra.
7 Tuya es la justicia, oh Señor, y nuestra la verguenza en el rostro, como sucede hoy a los hombres de Judá, a los habitantes de Jerusalén y a todo Israel, a los que están cerca y a los que están lejos en todos los países adonde los has echado, a causa de las infidelidades que cometieron contra ti.
8 Oh SEÑOR, nuestra es la verguenza del rostro, y de nuestros reyes, de nuestros príncipes y de nuestros padres, porque hemos pecado contra ti.
9 Al Señor nuestro Dios pertenece la compasión y el perdón, porque nos hemos rebelado contra El,
10 y no hemos obedecido la voz del SEÑOR nuestro Dios para andar en sus enseñanzas, que El puso delante de nosotros por medio de sus siervos los profetas.
11 Ciertamente todo Israel ha transgredido tu ley y se ha apartado, sin querer obedecer tu voz; por eso ha sido derramada sobre nosotros la maldición y el juramento que está escrito en la ley de Moisés, siervo de Dios, porque hemos pecado contra El.
12 Y El ha confirmado las palabras que habló contra nosotros y contra nuestros jefes que nos gobernaron, trayendo sobre nosotros gran calamidad, pues nunca se ha hecho debajo del cielo nada como lo que se ha hecho contra Jerusalén.
13 Como está escrito en la ley de Moisés, toda esta calamidad ha venido sobre nosotros, pero no hemos buscado el favor del SEÑOR nuestro Dios, apartándonos de nuestra iniquidad y prestando atención a tu verdad.
14 Por tanto, el SEÑOR ha estado guardando esta calamidad y la ha traído sobre nosotros; porque el SEÑOR nuestro Dios es justo en todas las obras que ha hecho, pero nosotros no hemos obedecido su voz.
15 Y ahora, Señor Dios nuestro, que sacaste a tu pueblo de la tierra de Egipto con mano poderosa, y te has hecho un nombre, como hoy se ve, hemos pecado, hemos sido malos.
16 Oh Señor, conforme a todos tus actos de justicia, apártese ahora tu ira y tu furor de tu ciudad, Jerusalén, tu santo monte; porque a causa de nuestros pecados y de las iniquidades de nuestros padres, Jerusalén y tu pueblo son el oprobio de todos los que nos rodean.
17 Y ahora, Dios nuestro, escucha la oración de tu siervo y sus súplicas, y haz resplandecer tu rostro sobre tu santuario desolado, por amor de ti mismo, oh Señor.
18 Inclina tu oído, Dios mío, y escucha. Abre tus ojos y mira nuestras desolaciones y la ciudad sobre la cual se invoca tu nombre; pues no es por nuestros propios méritos que presentamos nuestras súplicas delante de ti, sino por tu gran compasión.
19 ¡Oh Señor, escucha! ¡Señor, perdona! ¡Señor, atiende y actúa! ¡No tardes, por amor de ti mismo, Dios mío! Porque tu nombre se invoca sobre tu ciudad y sobre tu pueblo.
20 Aún estaba yo hablando, orando y confesando mi pecado y el pecado de mi pueblo Israel, y presentando mi súplica delante del Señor mi Dios por el santo monte de mi Dios,
21 todavía estaba yo hablando en oración, cuando Gabriel, el hombre a quien había visto en la visión al principio, se me acercó, estando yo muy cansado, como a la hora de la ofrenda de la tarde.
22 Me instruyó, habló conmigo y dijo: Daniel, he salido ahora para darte sabiduría y entendimiento.
23 Al principio de tus súplicas se dio la orden, y he venido para explicártela, porque eres muy estimado; pon atención a la orden y entiende la visión.
24 Setenta semanas han sido decretadas sobre tu pueblo y sobre tu santa ciudad, para poner fin a la transgresión, para terminar con el pecado, para expiar la iniquidad, para traer justicia eterna, para sellar la visión y la profecía, y para ungir el lugar santísimo .
25 Has de saber y entender que desde la salida de la orden para restaurar y reconstruir a Jerusalén hasta el Mesías Príncipe, habrá siete semanas y sesenta y dos semanas; volverá a ser edificada, con plaza y foso, pero en tiempos de angustia.
26 Después de las sesenta y dos semanas el Mesías será muerto y no tendrá nada, y el pueblo del príncipe que ha de venir destruirá la ciudad y el santuario. Su fin vendrá con inundación; aun hasta el fin habrá guerra; las desolaciones están determinadas.
27 Y él hará un pacto firme con muchos por una semana, pero a la mitad de la semana pondrá fin al sacrificio y a la ofrenda de cereal. Sobre el ala de abominaciones vendrá el desolador, hasta que una destrucción completa, la que está decretada, sea derramada sobre el desolador.

Otras traducciones de Daniel 9:3

English Standard Version ESV

Daniel 9:3 Then I turned my face to the Lord God, seeking him by prayer and pleas for mercy with fasting and sackcloth and ashes.

La Biblia del Jubileo 2000 JBS

3 Y volví mi rostro al Señor Dios, buscándole en oración y ruego, en ayuno, cilicio, y ceniza

King James Version KJV

3 And I set my face unto the Lord God, to seek by prayer and supplications, with fasting, and sackcloth, and ashes:

New King James Version NKJV

3 Then I set my face toward the Lord God to make request by prayer and supplications, with fasting, sackcloth, and ashes.

Nueva Traducción Viviente NTV

Daniel 9:3 Así que dirigí mis ruegos al Señor Dios, en oración y ayuno. También me puse ropa de tela áspera y arrojé cenizas sobre mi cabeza.

Nueva Versión Internacional NVI

3 Entonces me puse a orar y a dirigir mis súplicas al Señor mi Dios. Además de orar, ayuné y me vestí de luto y me senté sobre cenizas.

La Biblia Reina-Valera (Español) RVR

3 Y volví mi rostro al Señor Dios, buscándole en oración y ruego, en ayuno, y cilicio, y ceniza.

Sagradas Escrituras (1569) (Español) SEV

3 Y volví mi rostro al Señor Dios, buscándole en oración y ruego, en ayuno, y cilicio, y ceniza.
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