En el capítulo 8 del libro de Génesis vemos como después de los cuarenta días el diluvio cesó y las aguas comenzaron a bajar. Noé envió a un cuervo y a unas palomas para ver si las aguas ya habían recedido, pero las aves volvieron al arca al no encontrar donde posarse. Noé esperó siete días más y volvió a mandar a la paloma fuera y esta vez regreso con una rama en su pico y aun siete días después la paloma no volvió al arca. Dios le dijo a Noé y a su familia que ya podían bajar del arca y Noé levantó un altar y ofreció sacrificio a Dios quien se complació con el aroma y prometió Dios nunca más volver a destruir a todos los sere vivos.