Sembrar la Palabra en nuestros hijos
De la Palabra de Dios:“Instruye al niño en el camino correcto, y aun en su vejez no lo abandonará” (Proverbios 22:6, NVI).
Si me preguntaran qué es lo más difícil que he hecho en la vida, respondería sin pensarlo dos veces: ser mamá. Esa es la tarea más desafiante que Dios ha puesto en mis manos; entre otras cosas, porque tengo la responsabilidad de instruir a estas dos personitas en el camino de su Palabra, velar por su salud espiritual y hacer mi parte para que puedan llegar a ser todo lo que él ha planeado. ¿Difícil? Sí, pero no imposible.
Tuve la bendición de contar con una abuela que sembró en mí la Palabra de Dios. Hoy cuando miro atrás veo cómo su labor incansable fue el ancla que muchas veces ayudó a mantener firme la nave de mi vida. En otras ocasiones fue lo que me impidió tomar decisiones que hoy tendría que lamentar. Y en muchas, muchas oportunidades fue el bálsamo que calmó mis temores, me animó en la tristeza y me ayudó a mirar con esperanza al futuro. Todo por su paciencia al ir regando semillas de la Palabra con la confianza de que un día darían fruto.
Ese es uno de los retos que tengo hoy como mamá. Anhelo que cuando mis hijos miren atrás, a sus años en el hogar de sus padres, puedan ver eso mismo. Y que al mirar yo a mi futuro pueda ver el fruto de haber sembrado Palabra de Dios en sus vidas.
¿Y cómo hacer esto de manera práctica? ¿Cómo podemos tú y yo, mamás en pleno siglo XXI, lograr con efectividad esta tarea de instruir a nuestros hijos en la Palabra de Dios? Voy a compartir contigo algunas ideas que hemos probado en casa y otras que he escuchado. Y si tienes otras, ¿por qué no nos dejas un comentario?
Memorizar versículos bíblicos. No entendemos muchas veces el valor de esta práctica pero tener almacenada la Palabra de Dios en nuestra mente es una manera segura de estar preparados para momentos de duda, temor, tristeza, preocupación, etc. Y mientras más temprano comencemos a hacerlo, mejor.
Leer juntos la Palabra. La Escuela Dominical no es suficiente. Ni tampoco el hecho de que asistan a una escuela cristiana. Leer juntos la Biblia en casa nos permite responder a las preguntas de nuestros hijos, preguntarles a ellos para asegurarnos de que realmente entiendan lo que leen, y dejar que Dios nos hable a todos como familia.
Juegos bíblicos. En casa tenemos juegos que hemos comprado muy baratos (¡aquí en E.U. los venden incluso en tiendas de todo por un dólar!) y que consisten en tarjetas con preguntas. A los niños les gusta mucho, sobre todo cuando lo hacemos en equipo. Pero esto puede hacerse de diversas maneras usando la imaginación y la creatividad.
Conversaciones. Cuando nuestros hijos van creciendo llegan a casa con sus propios dilemas, preguntas, conflictos, etc. Aprovecha cualquiera de esas oportunidades para darles la perspectiva de lo que Dios dice. No se trata de “darles con la Biblia en la cabeza”, como dicen por ahí, sino de compartir con ellos una palabra que dará luz y vida… incluso cuando al principio parezca que no les gusta o que no lo entienden. Te lo digo por experiencia propia, no te canses de hacerlo. La Palabra de Dios no regresa vacía.
Mensajes de texto. Esta categoría no la he puesto en práctica todavía porque no estoy en esa etapa con mis hijos, pero si los tuyos ya lo están, no pierdas la oportunidad de la tecnología. Mándales un versículo como mensaje de texto. Algunas veces contestarán, otras no. ¡Y en ocasiones quizá hasta lo reenvíen a sus amigos!
Adorna tu casa con la Palabra de Dios. No, no quiero decir que tengas que pegar páginas de la Biblia en las paredes, me refiero a buscar cuadros con versículos, quizá una taza de café con un mensaje, un plato decorativo, o quizá tengas muchas habilidades manuales y puedas crear algo tu misma. La idea es tener mensajes visibles de la Palabra porque estos, aunque no nos demos cuenta, se irán grabando en nuestros corazones y los de nuestros hijos. ¡En lo particular me gusta mucho esta idea porque paso mucho tiempo en casa!
Espero que estas ideas te animen. Y si no eres mamá, tal vez quieras compartirlas con alguna amiga que lo sea, aunque creo que de un modo u otro las podemos aplicar a muchas de nuestras relaciones, y en nuestras propias vidas.
Ser mamás a la manera de Dios es cumplir con nuestro papel de instructoras, de sembradoras de su Palabra. Es parte del diseño de nuestro Padre celestial para nuestra vida y un diseño con éxito garantizado: “Recita siempre el libro de la ley y medita en él de día y de noche; cumple con cuidado todo lo que en él está escrito. Así prosperarás y tendrás éxito”. Josué 1:8
Wendy
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