¡Menos mal que Dios no es como yo!
De la Palabra de Dios:“El Señor te ha dicho lo que es bueno, y lo que él exige de ti: que hagas lo que es correcto, que ames la compasión y que camines humildemente con tu Dios” (Miqueas 6:8, NTV).
En el mercado llegué a la sección donde tienen las frutas y me detuve para buscar unas manzanas. Mi hija prefiere una variedad en particular, así que leí los letreros hasta que las encontré. No puedo determinarlo a simple vista. Y entonces comencé a escoger. “Esta no porque tiene un golpe. Aquella tampoco porque parece demasiado madura. Esta tiene manchas, esta parece estar verde…” Hasta que por fin reuní como 3 o 4 que parecían perfectas.
Y en eso pensé: “¡Menos mal que Dios no es como yo…escogiendo entre un enorme montón de manzanas fuji para encontrar las que parezcan perfectas!”.
Qué alivio pensar que Dios no es así, ¿verdad? ¿Te imaginas si se pusiera a escoger entre la multitud de seres humanos para ver si encuentra uno que no tenga manchas, ni golpes, ni que parezca demasiado “maduro” (viejo) o tal vez muy “verde” (joven e inexperto)? No, Dios no es así. Su Palabra está llena de ejemplos de “manzanas” imperfectas que Dios ha usado para su gloria. ¿Quieres algunos?
- Un asesino y tartamudo fue el más grande líder de Israel, quien los sacó de la esclavitud egipcia: Moisés.
- Una ex prostituta figura en la genealogía de Jesús, Rajab fue su nombre.
- Un hombre adúltero fue llamado “conforme al corazón de Dios” y de su linaje vendría el Salvador del mundo. Te presento al rey David.
- Una huérfana y plebeya llegó a ocupar el trono de reina, y su nombre hizo historia. Le llamaron Ester.
- Un pescador casi analfabeto, iracundo e impaciente, se convirtió en pescador de hombres, autor de dos cartas famosas y evangelista de multitudes. Su nombre: Pedro.
- Un religioso implacable, perseguidor de los cristianos, llegó a ser el más grande misionero de la historia. Gracias a su pluma tenemos gran parte del Nuevo Testamento. Nació Saulo y murió como Pablo.
Creo que es suficiente, ¿verdad? Dios no anda buscando perfección, por una razón muy sencilla, él sabe que no existen seres humanos dentro de esa categoría. ¿Qué busca Dios? Él mismo te lo dice, en el versículo del principio (Miqueas 6:8).
Somos nosotros los que luchamos con el problema de la perfección. “No puedo servir a Dios porque todavía no estoy listo.” “No puedo dar clases a los niños porque no me sé toda la Biblia.” “No puedo hablar a otros de Jesús porque no tengo facilidad de palabras.” Y la lista sigue, siempre precedida por un no en la escala humana. ¿De dónde sacamos la idea de que tenemos que ser “perfectos” para Dios? Si quieres que te diga lo que pienso, aquí voy: es una mentira del enemigo de nuestras almas para que sigamos de brazos cruzados, sin hacer nada, sin marcar una diferencia en el mundo, sin compartir con otros el tesoro que tenemos en Jesús, sin permitir que Dios haga la obra que él puede hacer en nosotros.
Mira lo que dijo Dios por boca de Pablo: “En cambio, Dios eligió lo que el mundo considera ridículo para avergonzar a los que se creen sabios. Y escogió cosas que no tienen poder para avergonzar a los poderosos. Dios escogió lo despreciado por el mundo —lo que se considera como nada— y lo usó para convertir en nada lo que el mundo considera importante.” (1 Corintios 1:27-28).
Cuando Dios llega a nuestro mercado, no escoge las “manzanas” perfectas, escoge las “manzanas” dispuestas. Dispuestas a humillarse ante él, a dejarse usar…con imperfecciones y todo. Y dispuestas a reconocer que perfecto solo hay uno, y ese es Dios.
¡Cuánto me alegro de que Dios no sea como yo!
Vive como él lo diseñó,
Wendy
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