Llena tu frasco
De la Palabra de Dios: “Ahora bien, el SEÑOR le dijo a Samuel: —Ya has hecho suficiente duelo por Saúl. Lo he rechazado como rey de Israel, así que llena tu frasco con aceite de oliva y ve a Belén” (1 Samuel 16:1)
El profeta había sufrido mucho por Saúl y las malas decisiones que provocaron que Dios lo rechazara como rey. De hecho en el capítulo 15 se nos dice que “lloraba por él constantemente”. Está claro que Samuel quería a Saúl. Así que lloraba por él. Sin embargo, un día el Señor le comunicó a Samuel que había llegado el momento de parar de sufrir y hacer duelo.
Antes de seguir adelante quiero hacer una pausa para decirte algo: el Señor ve todas y cada una de tus lágrimas, él no es ajeno a tu dolor. Su Palabra lo afirma:
“Tú llevas la cuenta de todas mis angustias
y has juntado todas mis lágrimas en tu frasco;
has registrado cada una de ellas en tu libro.” (Salmos 56:8)
De manera que no le creas al enemigo cuando susurre a tu oído que a Dios no le importa lo que estás pasando, que tus lágrimas son invisibles para el Señor. ¡Esa es una de sus tantas mentiras! Dios no es hombre para que mienta, de manera que si él dice que tus lágrimas están registradas en su libro, así es.
El dolor, el sufrimiento es una consecuencia del pecado que ahora sujeta a este mundo, pero Dios un día transformará todo ese llanto en alegría eterna. ¿Quiero eso decir que no hay lugar para el dolor? ¡Claro que no! De hecho en este pasaje entendemos que Dios comprendía el dolor de Samuel. Hay situaciones en la vida que nos provocan dolor, lágrimas, y la mejor manera es pasar la etapa confiadas en que aunque sufrimos, y con toda razón derramamos lágrimas, Dios está a nuestro lado. Por lo general el dolor nos refina, nos acerca más a Dios, nos pone de rodillas. No es fácil pasarlo, no siempre tenemos respuestas y no podemos entenderlo cien por ciento. Pero Dios no nos deja solas.
Sin embargo, un día tenemos que escuchar su voz diciendo lo que dijo a Samuel: “Ya has sufrido lo suficiente por…” Las mujeres somos bastante sufridas y a veces creemos que no tenemos derecho a dejar de sufrir. Pero Dios dice algo muy diferente. Después de los momentos de dolor siempre vienen momentos de empezar de nuevo. Entonces, como Samuel, tenemos que llenar nuestro frasco con aceite de oliva y ver lo nuevo que Dios va a hacer. En el Antiguo Testamento el aceite casi siempre es un sinónimo de bendición, de abundancia.
Dicho con otras palabras, Dios le indicó a Samuel: Ya el tiempo de sufrir ha terminado. Tienes que seguir adelante y ver lo que yo puedo hacer. Voy a hacer algo nuevo, una nueva oportunidad para Israel. Mi bendición será evidente. Así que levántate y haz lo que te digo.
¿Qué tal si Dios estuviera diciéndote eso mismo esta mañana? Ya el tiempo de sufrir ha terminado. No importa si el motivo fue un error de tu parte, o algo que estuvo totalmente fuera de control. Dios y tú saben si ha llegado el momento de dejar de sufrir y dar espacio a lo nuevo.
Y quizá eso nuevo empiece contigo misma. Tal vez hasta hoy has vivido presa en un pasado que no quieres soltar, y sigues allí sufriendo. Pero en Cristo, “¡lo viejo ha pasado, ha llegado ya lo nuevo!” Tú has sido bendecida con toda bendición espiritual. El Señor ha llenado tu frasco con un aceite nuevo, una unción nueva. Para de sufrir, levántate y toma tu frasco porque el Dios del universo está a punto de hacer algo nuevo y tú serás su testigo.
¡Vive como Dios lo diseñó!
Wendy
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