El amor es…
De la Palabra de Dios: “Dios mostró cuánto nos ama al enviar a su único Hijo al mundo, para que tengamos vida eterna por medio de él. En esto consiste el amor verdadero: no en que nosotros hayamos amado a Dios, sino en que él nos amó a nosotros y envió a su Hijo como sacrificio para quitar nuestros pecados.” (1 Juan 4:9-10, NTV)
Si hay una palabra que ha sufrido los embates del mal uso, la malinterpretación y el cambio de sentido y significado es la palabra amor. La Real Academia nos da su definición. Si buscamos en Google, obtendremos millones de resultados. Pero si queremos una descripción del amor, según el diseño divino de Dios, entonces tenemos que ir a su libro, la Biblia.
Y me pareció que sería bueno para todas, ya que estamos en el mes de febrero y por todas partes se respira “amor”, si revisitamos la definición de amor que Dios nos ofrece en el capítulo más leído de todas las bodas: 1 Corintios 13.
Pero antes de adentrarnos en eso quisiera que tú y yo tuviéramos algo claro. En el plano más elevado y amplio, el amor no es algo sino alguien. Sí, Dios es amor. Lo escuchamos desde que escogimos seguir a Cristo, lo leemos en la Biblia, lo predican los pastores, etc. Pero creo que a veces nos cuesta entender que Dios, en esencia, es amor. Su naturaleza es amar. La Biblia es una historia de amor. La historia de un Dios perfecto que ama hasta las últimas consecuencias, tal y como leemos en el versículo del principio.
¿Por qué te estoy diciendo todo esto que parece tan obvio? Porque muchas veces el concepto que tenemos de Dios en nuestra mente es el de viejito aguafiestas cósmico, o el de un Dios enojado que nos ha dejado un montón de reglas para podernos salvar de su ira. ¡Esa es la imagen que Satanás se esfuerza cada vez más por difundir! Sí, Dios es un Dios justo y su juicio vendrá, y será grande. De eso no te queden dudas. Pero, es precisamente su naturaleza de amor la que todavía hoy, a pesar del desastre que el pecado ha traído a este planeta suyo, nos da una y otra vez la oportunidad de volvernos a él, de conocerle, de experimentar la plenitud de su amor perfecto.
Por otro lado, las malas experiencias de esta vida pueden impedirte experimentar la abundancia del amor de Dios porque se te hace difícil aceptarlo. Tal vez porque fuiste víctima de una familia nada amorosa o abusiva, quizá tu papá nunca te quiso, o tu esposo te abandonó, ¡quién sabe! El caso es que ahora te resulta fácil entender que Dios te salva, te perdona, pero luchas con experimentar su amor, como él quiere que lo experimentes.
Pero, ¿sabías que ese es el tipo de relación que Dios quiere tener contigo? Una relación de amor, donde tú te sientas segura, confiada. Él te ama al punto de no dejar que nada suceda para tu perjuicio, sino al contrario, todo obrará para tu beneficio. Pero necesitas tener esa relación de amor, porque el verdadero amor echa fuera el temor. Cuando abras los brazos al amor de Dios y te dejes abrazar por él, sin temor, sin reservas, sin dudas, podrás caminar en plena libertad. El amor de la cruz te recordará que Dios sí sabe lo que estás pasando, que no estás sola, que puedes confiar… ¡él lo dio todo por ti! ¡Eso sí que es amor!
De modo que, ya que Dios mismo es amor, tú y yo podemos descansar tranquilas en que la definición que él nos da en su Palabra, y que vamos a visitar durante estos días de febrero, es la mejor definición de todas. Y no importa lo que te hayan enseñado, lo que tú misma hayas creído hasta ahora. La verdad de Dios es lo que nos hace libres, incluso para entender lo que es el amor verdadero, recibirlo y darlo.
Aquí te dejo un pasajes que tal vez quieras memorizar o escribir en una tarjeta para llevar contigo, y cuando te veas tentada a dudar del amor o pienses que no puedes sentirlo, la verdad eterna de la Palabra sea tu sustento.
Hace tiempo el Señor le dijo a Israel:
“Yo te he amado, pueblo mío, con un amor eterno.
Con amor inagotable te acerqué a mí”. (Jeremías 31, 3, NTV)
Vivamos como Dios lo diseñó,
Wendy
Te invito a visitarme en www.wendybello.com donde este mes tenemos la serie “Amor, con diseño divino”.