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Tres lecciones que aprendí de Noé

De la Palabra de Dios: “Por la fe que Noé construyó un barco grande para salvar a su familia del diluvio en obediencia a Dios, quien le advirtió de cosas que nunca antes habían sucedido… y recibió la justicia que viene por la fe.” (Hebreos 11:7).

Una de las historias bíblicas más conocidas tiene como protagonista a un personaje de quien no se dan muchos antecedentes, pero lo que se dice es suficiente: “Noé era un hombre justo, la única persona intachable que vivía en la tierra en ese tiempo, y anduvo en íntima comunión con Dios. Noé fue padre de tres hijos: Sem, Cam y Jafet” (Génesis 6:9-10).

Este fue el hombre encargado de construir el primer barco de la historia, el arca que salvaría a su familia y preservaría la creación de Dios. Aunque uno no conozca mucho de la Biblia, es casi seguro que ha escuchado alguna vez sobre “el arca de Noé”.

Un día, mientras releía su historia, me puse a pensar en estas tres lecciones sencillas que el legendario patriarca nos brinda a nosotros, gente del siglo XXI.

1. Noé no tenía problemas con el “qué dirán”. Imagina cómo sería empezar a hacer un barco, algo nunca antes visto, ante las miradas curiosas, los comentarios de toda clase y sin duda, alguna que otra burla. Pero es evidente que a Noé no le importó pues siguió adelante con su proyecto hasta terminarlo. Dios le dio una misión y él la iba a cumplir, independientemente de lo que dijera la gente.

2. Noé siguió al pie de la letra el plano original...a pesar de nunca haber visto un barco. Él no fue a decirle a Dios lo que pensaba que era mejor. No cuestionó la idea de construir un barco en tierra seca, y sin mar ni lagos a la vista. Él ni siquiera sabía qué era exactamente un diluvio. Noé solo sabía que si Dios era el autor del plan, no había alternativas mejores y el éxito estaba garantizado. Génesis 7:5 dice: “Noé hizo todo de acuerdo con lo que el Señor le había mandado”. Y lo hizo por fe.

3. Noé involucró a su familia, ya fuera que les gustara o no. Él hizo de la misión de Dios un asunto familiar. Puedo imaginarme a aquel hombre ya anciano comunicando a su esposa e hijos el mensaje de Dios, y está claro que fueron obedientes a lo que el padre dijo porque el relato bíblico nos cuenta que todos, incluyendo a los hijos con sus esposas, entraron al arca. Por lo que no es difícil suponer que sus tres hijos le ayudaran con la tarea de construir aquella nave inmensa. Cuando todo terminó, la familia estaba en pie, sana y salva.

¿Qué haremos nosotras hoy? Cuando Dios nos dé una tarea, nos llame a hacer algo, ¿le diremos que sí sin importar el “qué dirán”? ¿Seguiremos el plan de Dios al pie de la letra o trataremos de “ayudarlo” con nuestras propias ideas y soluciones? ¿Estaremos dispuestas a llevar la misión a nuestra familia, conscientes de que tal vez no les guste o no lo entiendan todo desde el primer momento, pero seguras de que en nuestra obediencia estará la bendición?

Noé es algo más que un lindo relato en la Biblia. Es un héroe de la fe. Su nombre figura en la galería de “los famosos” de Dios, como muestra el versículo del principio. Creo firmemente que cada cosa que Dios ha plasmado en su Palabra tiene entre otros propósitos el de darnos una lección que tú y yo podamos aprender y poner en práctica. No importa si sucedió hace miles de años. En eso consiste también la eternidad de la Palabra de Dios. Nunca envejece. Por lo tanto, abramos nuestros ojos y aprendamos de Noé.

(Publicado originalmente en wendybello.com)

© 2016 Wendy Bello

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