Cuando de triunfar se trata, Jesús nos enseña
De la Palabra de Dios: “No se preocupen tanto por las cosas que se echan a perder, tal como la comida. Pongan su energía en buscar la vida eterna que puede darles el Hijo del Hombre…” (Juan 6:27, NTV).
Jesús nunca dejará de asombrarme, no importa cuántos años pasen de conocerle. Y creo que no puede ser de otra manera, porque él es Dios, y nuestra mente humana tan pequeña y finita nunca alcanzará a comprender todo lo que eso implica.
Hace unos días estaba leyendo en Marcos este pasaje:
A la mañana siguiente, antes del amanecer, Jesús se levantó y fue a un lugar aislado para orar. Más tarde, Simón y los otros salieron a buscarlo. Cuando lo encontraron, le dijeron:
—Todos te están buscando.
Jesús les respondió:
—Debemos seguir adelante e ir a otras ciudades, y en ellas también predicaré porque para eso he venido.
(Marcos 1:35-38, NTV, cursivas de la autora)
Nuevamente llamó mi atención el hecho de que Jesús, siendo también Dios, buscara el tiempo para orar. ¿Por qué lo hacía? Quizá sea necesario para nosotros, en nuestra condición humana, pero no para él, pudiéramos pensar. De una manera incomprensible Jesús era ambas cosas, Dios y hombre, y era precisamente eso lo que le hacía buscar a Dios. Todo el que reconoce su condición humana, limitada, débil, entiende que la fortaleza, la sabiduría, y la dirección para la vida están en Dios y solo las encuentran quienes lo buscan.
Creo que estarás de acuerdo conmigo en que el ministerio de Jesús en la tierra fue exitoso. No fue fácil, para nada. Pero sí tuvo éxito, ¿por qué? Porque logró su objetivo. Y creo que se debió en gran manera a que él hacía tiempo para encontrarse con su Padre.
Nosotros también queremos éxito en nuestros empeños. No importa cuáles sean, desde la familia hasta la profesión, ¿verdad? Bueno, aprendamos de nuestro modelo, Jesús. Comencemos por dar prioridad al encuentro con nuestro Padre, cada día, y veremos que incluso en los momentos más difíciles, como le sucedió a Jesús, encontraremos la fortaleza, la sabiduría y la dirección.
Pero hay algo más en esos versículos que me cautivó. Seguro notaste que parte de las palabras están en letra cursiva. Debemos seguir adelante… porque para eso he venido. Esto fue lo que respondió Jesús cuando los discípulos le dijeron que la gente lo buscaba.
¿Sabes qué es lo que me cautiva? Lo urgente no hizo que Jesús se desviara de lo verdaderamente importante. ¿Qué era lo urgente? Las personas le estaban buscando porque querían recibir algo de él. ¿Qué era lo verdaderamente importante para él? Su misión… para lo que había venido. Tenía que seguir adelante.
Este es el problema que tú y yo muchas veces tenemos, lo urgente ocupa el lugar de lo importante. Y cuando dejamos que sea lo urgente, lo inmediato, quien controle nuestra agenda, perderemos el enfoque de nuestra misión, de nuestro propósito.
Sí, hay situaciones verdaderamente urgentes como una enfermedad que requieren atención inmediata, pero esa no puede ser la manera en que vivamos. Jesús lo entendió bien. ¿Recuerdas la historia de la muerte de Lázaro? La llamada de Marta y María fue en base a lo urgente; la respuesta de Jesús, en base a lo importante. ¿Cómo reaccionamos nosotras? Lo urgente muchas veces viene en forma de alguien que, sin planificar, quiere nuestra atención y tiempo. Otras veces llega porque dejamos las cosas para última hora, el finalismo que comienza cuando estamos en la escuela y solo estudiamos el día antes y luego se convierte en un patrón para todas las demás cosas. Y esto es solo un ejemplo sencillo, pero creo que captamos la idea.
Jesús tuvo éxito en su ministerio también porque nunca dejó que lo urgente ocupara el lugar de lo importante.
Un nuevo día comienza hoy en cuanto a trabajo y tareas, ¿cómo vamos a vivir? El diseño de Dios, como ya hemos visto, no se basa en lo urgente, sino en lo importante. Y en priorizar cada día nuestro encuentro con él.
Bendiciones, mi querida lectora, ¡vivamos como Dios lo diseñó!
Wendy
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