Lecciones de la Cordillera Azul
De la Palabra de Dios: “Todo tiene su momento oportuno; hay un tiempo para todo lo que se hace bajo el cielo” (Eclesiastés 3:1, NTV).
El verano pasado en nuestro tiempo de vacaciones visitamos la Cordillera Azul, como se le conoce. Estas montañas son parte de los montes Apalaches en el este de los Estados Unidos. La experiencia fue maravillosa, por diversas razones, pero sobre todo por la oportunidad de ver la mano de Dios manifestada en su creación con increíble majestuosidad.
¿Sabes? Siempre trato de aprender alguna lección cuando salgo de viaje y ahora, al reflexionar en esos días, quiero compartir contigo lo que traje en mi corazón en esta ocasión.
Necesitamos aprender a ser como los autores de los Proverbios y como los Salmistas, que se detenían a observar la vida y maravillarse ante el mundo que les rodea. Nuestra cultura del siglo 21 es la cultura del “apuro”. ¿Lo has notado? Todo lo hacemos rápido, todo lo queremos rápido. Manejando entre las montañas me di cuenta de que es necesario bajar la marcha, respirar hondo, hacer paradas, dejar que la mirada se pierda en el horizonte, y hacerlo con tiempo suficiente como para que lo que observamos se convierta en un recuerdo indeleble.
Estas vacaciones de verano me recordaron que la vida puede ser mucho más sencilla de lo que pensamos. No se trata de las cosas, sino de las experiencias, de los momentos que tenemos el privilegio de compartir junto a quienes amamos. La verdad es que no tenemos nada garantizado cuando de largura de vida se trata. Solo Dios lo sabe. De modo que cada día que tengamos es un regalo de su parte, y hay sabiduría en vivirlos bien, con contentamiento y gratitud. No solo en la cima de la montaña, cuando estoy de vacaciones, sino también en el valle cotidiano. ¡Y valga la analogía porque donde vivo es una llanura geográfica total!
Mi amiga lectora, no dejemos que la premura nos domine al punto de perdernos los momentos que el Señor nos permite vivir. Es muy probable que si ya pasas de los 30 te hayas percatado de que los años en realidad vuelan. No por gusto la Palabra de Dios dice que aprovechemos bien el tiempo, que aprendamos a hacer que los días cuenten.
Quiero hoy hacerte una pregunta, ¿cómo puedes simplificar tu vida? ¿Qué puedes hacer para aminorar la marcha y darle prioridad a lo que en verdad importa? Sí, no pretendo que ignoremos nuestras responsabilidades, ni que dejemos a un lado todo y nos vayamos en eternas vacaciones a algún lugar. No se trata de eso. Se trata de, una vez más, ponernos en orden. Preguntar a Dios si estamos pasando por alto lo importante para dar paso a lo urgente.
Todavía me queda bastante por aprender en esto de “desconectarnos”, pero prosigo a la meta. Quiero vivir con propósito y con prioridades, ser responsable del tiempo que Dios me regala. Y también quiero aprender a hacer espacio para tener más momentos como los que viví en las Montañas Azules, incluso aquí en el llano de la Florida. ¿Y tú?
¡Aprendamos a vivir como Dios lo diseñó!
© 2019 Wendy Bello
Facebook
Twitter
visitar nuestro sitio web clic aquí