Porque es hora de romper el molde
De la Palabra de Dios: “Los dichos del rey Lemuel contienen el siguiente mensaje, que le enseñó su madre” (Proverbios 31:1, NTV, cursivas de la autora).
Aunque soy mujer, muchas veces no entiendo a las mujeres. Sí, seguro a ti te pasa lo mismo. Lo sé. En ocasiones me quedo sin palabras al ver cómo nosotras mismas contribuimos a cosas que detestamos. Déjame contarte.
Un día leí un comentario en una de las redes sociales que mostraba a una mamá con su hijo pequeño, en edad de escuela primaria, y decía algo así: “Chicas, prepárense que estoy criando un ‘rompecorazones’”. ¿En serio? ¿En serio queremos que nuestros hijos varones se conviertan justo en aquello de lo que queremos proteger a nuestras hijas hembras y de lo que tanto nosotras mismas nos hemos protegido o la razón por la cual hemos sufrido?
Mamá que estás leyendo este artículo, ¿para qué o quién estás criando tu hijo varón? Sin darnos cuenta muchas veces los valores del mundo son los que definen nuestra mentalidad y la manera en que lo hacemos. Por alguna razón dejamos que la idea de “macho” domine nuestro hogar y nos olvidamos de que este niño al que tanto amamos fue puesto por Dios en nuestras manos para que lo eduquemos en la Palabra, conforme a los principios allí establecidos y para que llegue a convertirse en un hombre de Dios.
¿De dónde sacamos la idea de que los varones tienen que ser “rompecorazones”? De un mundo caído donde todo está al revés, de las películas que nos venden la idea de que hombre es aquel que se adueña del corazón de muchas mujeres, de los seriales para jovencitos y jovencitas donde los chicos solo sirven para ser lindos y tienen la cabeza hueca, ¡de ahí lo sacamos! Pero resulta que tú y yo, que decimos amar a Dios y que queremos agradarle y vivir según su diseño, no podemos seguir esa corriente. ¡Basta ya!
Es hora de que decidamos criar caballeros, hombres temerosos de Dios, dispuestos a guardarse para una sola mujer. Hombres que amen como Cristo amó a la iglesia y se entregó a sí mismo por ella.
Hombres que respeten a la mujer y la tratan como a vaso más frágil. Hombres que sepan que su hombría no la determina el número de relaciones que hayan tenido, su hombría está en vivir por alcanzar la estatura de Cristo. Hombres que trabajen para ser proveedores y que con corazón rendido sirvan a Dios. Hombres que vivan de rodillas.
Al menos, ese es el tipo de hombre que yo oro para que mi hijo llegue a ser. Y es el tipo de hombre que quiero para mi hija cuando llegue su momento de escoger. Me imagino que lo mismo quieras tú. ¿Entonces? Tenemos que decidir “romper el molde” del mundo y ajustarnos al patrón de Dios.
Quizá tú estás criando el hombre que será el esposo de alguna otra lectora de este blog… y viceversa. ¿Te das cuenta? Tenemos una responsabilidad como madres y no podemos dejarnos arrastrar. ¡Seamos mujeres sabias!
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