En la iglesia, escuchamos mucho la palabra “llamado”, pero no siempre entendemos qué es o cómo encontrarlo. Como alguien que ha pasado años en el ministerio he aprendido que la personas a menudo confunden y complican la dirección hacia donde Dios está tratando de llevarlos. Luego de años caminando por mi propio llamado y ayudando a otros a encontrar el suyo propio a través del discipulado, he ganado un poco más de claridad acerca del llamado y el entendimiento de la voluntad y plan de Dios para nuestras vidas. Acá hay diez cosas que he aprendido acerca del llamado luego de años tratando de entenderlo.
1. Tu llamado trata de Dios.
Es tan tentador pensar que el llamado es acerca de nosotros, pero no lo es. Así como la Biblia, nuestras vidas y la historia completa, nuestros llamados encuentran su fuente y su realización verdadera en Dios. Sí, tenemos un rol, el cual se basa en decir “Cuán glorioso es Él, nuestro Dios quien envió a su hijo para que mi alma pecadora pudiera probar una salvación piadosa” 2 Timoteo 1:9-10 proclama “quien nos ha salvado y nos ha llamado con un llamamiento santo, no según nuestras obras, sino según su propósito y según la gracia que nos fue dada en Cristo Jesús desde la eternidad, y que ahora ha sido manifestada por la aparición de nuestro Salvador Cristo Jesús, quien abolió la muerte y sacó a la luz la vida y la inmortalidad por medio del evangelio.”
2. Tu llamado impactará la vida de otros.
Dios no te llamará a vivir una vida egocéntrica. Te pedirá que ames y sirvas a otros de buena fe. El mismo Jesús nos dijo, “Este es mi mandamiento: que os améis los unos a los otros, así como yo os he amado.” Juan 15:12. El llamado debe movernos fuera de lo superficial. Nos impulsa a amar a otros con devoción profunda, deseando que otros sepan que no están solos en sus luchas y que caminan con Cristo y la vida en general.
3. Tu llamado no es más importante que el de alguien más.
Es un juego peligroso y arrogante el pensar que el llamado de uno es más grande que el de alguien más. Todos somos hijos de Dios y Él planea nuestros destinos a la perfección. Una vida con propósito no es una vida que se vive en comparación a la de otros, sino una vida ofrecida en reverente sumisión a Dios, y a pasar tiempo alcanzando a otros con el amor de Dios. La analogía que Dios usa está más claramente explicada en Romanos 12: 4-6 “Pues, así como en un cuerpo tenemos muchos miembros, pero no todos los miembros tienen la misma función, así nosotros, que somos muchos, somos un cuerpo en Cristo e individualmente miembros los unos de los otros. Pero teniendo dones que difieren, según la gracia que nos ha sido dada, usémoslos: si el de profecía, úsese en proporción a la fe”
4. No deberías estar tan preocupada acerca del llamado tanto como para olvidar hacer la voluntad de Dios.
A veces olvidamos que la mayoría de los deseos de Dios no son un misterio. Nos ha dado una gran parte de su voluntad en su palabra. En América, en donde podemos alcanzar una Biblia sin mucho esfuerzo, aún vamos por ahí preguntándonos cuáles son los deseos de Dios para nuestras vidas, cuando muchos de ellos están justo en la palma de nuestras manos, en nuestras mesas de noche y disponibles en múltiples traducciones. La Biblia está repleta de ejemplos como éste, pero 1 Tesalonicenses 5:16-18 está claro “Estad siempre gozosos; orad sin cesar; dad gracias en todo, porque esta es la voluntad de Dios para vosotros en Cristo Jesús.” También lo está Efesios 4:1-2 “Yo, pues, prisionero del Señor, os ruego que viváis de una manera digna de la vocación con que habéis sido llamados, con toda humildad y mansedumbre, con paciencia, soportándoos unos a otros en amor.” Sigue la palabra de Dios, y entiende que si hay algo que Jesús te pide hacer (como compartir Su amor, leer tu Biblia, o extender hospitalidad) y se siente como algo muy difícil para calar con tu “llamado”, eso no te da un pase para desobedecer.
5. Las asignaciones pueden ser diferentes pero el llamado es el mismo.
Año tras año luego de llevar mi llamado me ha mostrado que la asignación puede cambiar, pero el llamado permanece igual. El llamado no es un evento, un lugar o un tiempo - Es parte del propósito de un creyente. Nuestro llamado nos ayudará a direccionar el trabajo que Dios nos tiene para hacer “Porque somos hechura suya, creados en Cristo Jesús para hacer buenas obras, las cuales Dios preparó de antemano para que anduviéramos en ellas.” Efesios 2:10.
6. El tiempo aplicado al llamado no debería superar el tiempo que pasas con Dios.
Si estudiamos la Biblia solo para enseñar a otros en vez de escuchar lo que el Señor nos quiere decir, comenzamos a separar la fortaleza que nos lleva hacia adelante. Necesitamos invertir en la relación que ve nuestros lugares más secretos para poder escuchar la voz que nos guía. Es solo en la cercanía íntima con el Padre Celestial que podemos encontrar esa tranquilidad que nos recuerda que somos hijos escogidos.
7. No tienes que conocer tu llamado para servir a Cristo de forma poderosa.
Las personas a veces renuncian a servir al Señor porque desconocen su “llamado” específico, pero eso no es una excusa para robar al cuerpo de Cristo los dones que ha puesto en ti. Cuando comenzamos a servir - Aunque estemos inseguros acerca de nuestros dones y llamados - comenzamos a ver y a experimentar donde nos hace ser útiles. Podemos sentirlo cuando el espíritu comienza a obrar, ya no estamos operando con nuestra propia capacidad. Comenzamos a ver dónde encajamos, cuál podría ser nuestro llamado, y cómo podemos glorificar a nuestro Jesús, “Vosotros no me escogisteis a mí, sino que yo os escogí a vosotros, y os designé para que vayáis y deis fruto, y que vuestro fruto permanezca” Juan 15:16. Comienza a trabajar en los lugares eternos. Ve y lleva fruto. Un corazón dispuesto rápidamente encontrará la voluntad de Dios.
8. El llamado no es lo mismo que hacer la cosa que más temo.
Estoy impresionada de la cantidad de veces que he escuchado a personas expresar un sentimiento de temor al servir a Dios, porque están seguras de que Él los enviará a hacer las cosas que más odian. Necesitamos dejar de estresarnos porque Dios nos pedirá ser algo que no somos, y confiar en que nos pedirá hacer algo para ayudarnos a convertirnos en quien somos en verdad. Hay veces en que Dios nos llamará a hacer cosas que no habríamos escogido por nuestra propia cuenta. Él puede y nos llamará a hacer cosas duras, pero ¡también nos llamará a hacer cosas que nos traigan una gran alegría! No resistas al llamado debido al miedo, ten fe en que Dios puede mostrarte con amor para que te ha llamado.
9. Lograr mi llamado no siempre es divertido.
Luego de reconocer que el llamado no consiste en las cosas primarias que tememos o no nos gustan, es también prudente y necesario recordar que iniciar nuestro llamado valientemente probará las barreras de nuestra comodidad. Habrá momentos en los que el sacrificio y poner nuestra vida en peligro serán requeridos. Debemos vivir siempre ante Dios con brazos abiertos y decir “Lo que quieras, Señor Jesús; aquí estoy, envíame”
10. El llamado es una parte de mí, pero no quien soy.
Los llamados confundidos con identidad pueden ser desastrosos. No podemos buscar el llamado para definir quiénes somos, Dios ya ha revelado la cosa más profunda acerca de quién eres, tu eres de Él. Busca ayuda para crecer. Sé un aprendiz. Trabaja duro. Entra en la carrera. Y Dios te llevará a donde necesites estar “Prosigo hacia la meta para obtener el premio del supremo llamamiento de Dios en Cristo Jesús.” Filipenses 3:14. No hay una alegría mayor para nuestras almas que ser felices de ser suyos, y verlo glorificado.