“Hay muchos recién graduados que esperan obtener la oficina con la mejor vista y un horario flexible con todas la facilidades” Estas son las palabras que un estudiante a punto de graduarse de la universidad le dijo a su consejera al compartirle sus expectativas. Así que la consejera compartió estas expectativas con los padres de los alumnos que recién ingresaban a la universidad. La consejera les suplico a los papás que por favor dejaran de ser los despertadores de sus hijos, que dejaran de llamar a los profesores por sus hijos, y que dejaran de revisar o incluso a veces hacer las tareas de sus hijos. El sentirse con privilegios o el autoderecho ha llegado muy lejos con la juventus, especialmente cuando los jóvenes exigen todos los derechos y privilegios pero no quieren las responsabilidades y disciplina para ganarse tales privilegios. ¿Hemos estado criando una generación de jóvenes con expectativas de vida irrealistas? ¿Jóvenes que creen merecer todo lo que a sus padres les tomó toda una vida construir tan pronto se graduen? En nuestro deseo por mantener a nuestros hijos felices, puede que los hayamos apartado de ver que las cosas toman tiempo, esfuerzo y dedicación. Salimos a su pronto auxilio en cuanto las cosas se ponen un poco difíciles y buscamos arreglarles la vida de principio a fin. Como resultado muchos jóvenes salen de la universidad sin estar verdaderamente preparados para el afrontar el mundo real. Toda la atención, los favores, la sobreprotección y la lluvia de reafirmación positiva han provocado en algunos casos más daño que bien, lo que ha producido jóvenes que se creen que todo gira alrededor de ellos y que el mundo les debe dar todo lo que deseen. Te presentamos 10 maneras de parar el sentido de autopriviliegio de tus hijos: