Ya llegó el 2017 (y no, esta no es una proclamación profética).
El año nuevo es cuando muchos de nosotros encontramos la motivación que perdimos durante el transcurso del año anterior. Muchos están hablando de sus metas, propósitos, y ambiciones para el futuro: los libros que leerán, los nuevos hábitos que cultivarán, y todas las resoluciones que cumplirán. No falta decir que muchas iglesias también aprovechan estas fechas para declarar sus visiones para el año: Las grandes obras que harán y las cosas que recibirán “por el poder de Dios”. En este post no me quiero meter mucho a ese tema, sino hablar de la mentalidad que marca nuestras motivaciones al trabajar para alcanzar nuevas metas y llegar a nuevos logros.
Al principio del año muchos deciden ponerse las pilas, como decimos los guatemaltecos, y trabajar duro. Cada cristiano debe trabajar con excelencia y diligencia. Después de todo, los cristianos debemos entender que nuestro trabajo no es solamente para nosotros. Lo que hacemos y la manera en que lo hacemos dice algo acerca de nuestro Dios y por ende todo lo que hacemos debe hacerse de corazón para la gloria de Dios (Colosenses 3:17, Colosenses3:23; 1 Corintios 10:31). Apuntamos a Dios cuando hacemos un buen trabajo, y eso debe ser la resolución de cada cristiano en cada momento.
Pero creo que a la hora de considerar nuestro trabajo (y nuestras metas al principio del año), también hay otra manera en que apuntamos y glorificamos a Dios: con nuestro descanso.
Después de crear al mundo, Dios descansó (Génesis 2:2). Esto no fue porque para Dios fuera necesario, sino porque para nosotros sí. En la creación, Dios modeló para nosotros un ritmo de trabajo y descanso. Si trabajamos demasiado sin descansar, nos sentimos agotados. Si descansamos todo el tiempo y nunca trabajamos, nos sentimos inquietos. Este ritmo continuo de trabajo y descanso muestra que no somos lo suficientemente fuertes para siempre trabajar. Solo Dios es tan fuerte y poderoso para no tener que jamás descansar. Cada vez que te acuestas en tu cama estás demostrándole al mundo que no eres Dios y que Dios no solo nos da nuestro pan diario, sino también nuestro descanso cada noche. Cada noche puedes descansar sabiendo que Dios se mantendrá despierto, guardando y cuidando sobre toda su creación.
También hay otro tipo que descanso que todos necesitamos: el descanso de trabajar para sentirnos importantes o recibir valor. Muchos trabajamos como si nuestro valor dependiera de nuestro esfuerzo. Y la realidad es que si no hay un Dios que nos da valor, entonces nuestro valor lo tenemos que encontrar en otro lugar, y usualmente ese lugar es nuestro trabajo, nuestros logros, y nuestras obras. Esto pasa cuando el estudiante estudia no solo para recibir buenas notas, pero para recibir el elogio de sus maestros y compañeros. Pasa cuando el pastor predica no solo para hacer discípulos, pero para ser reconocido como un pensador profundo y líder influyente. Pasa cuando un empresario gana dinero no solo para ser generoso, pero para encontrar seguridad en sus logros y ser reconocido por otros como una persona exitosa.
Esta mentalidad de trabajo insiste que uno gana su identidad con sus obras. Pero este no es el camino del evangelio. El autor de Hebreos nos recuerda que en Cristo hay “…un reposo sagrado para el pueblo de Dios. Pues el que ha entrado a Su reposo, él mismo ha reposado de sus obras, como Dios reposó de las Suyas” (Hebreos 4:9-10). En Cristo, hay descanso para el que trabaja angustiosamente para encontrar su valor. En Cristo, hay reposo. En Cristo, no tienes que ganar la aceptación de los demás. En Cristo, no tienes que ganar tu identidad o tu lugar delante de Dios. En Cristo, no tienes que trabajar para encontrar valor, dignidad, y seguridad. Ya lo tienes porque Cristo hizo el trabajo necesario en tu lugar.
Tal vez una de las razones por las que perdemos la motivación para trabajar duro y alcanzar nuestras metas más tarde en el año es porque hemos escogido metas que no glorifican a Dios o hemos tratado de alcanzarlas de una manera que no le glorifica. Tal vez nos agotamos más rápidamente porque trabajamos como si nuestra salvación dependiera de nuestras obras. Tal vez necesitamos recordar que no solamente glorificamos a Dios con nuestros logros, sino también cuando descansamos en lo que Él ha logrado.
En Cristo, puedes descansar sabiendo que tu Creador ya hizo todo crearte a su semejanza, salvarte por su gracia, y sigue trabajando hoy para conformarte a Su imagen.
Que el 2017 sea un año en que no olvidemos sus obras y a descansar cada día en Él.
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Este es un artículo escrito por Steven Morales originalmente publicado en COALICIÓN POR EL EVANGELIO. Publicado con permiso del autor. Todos los derechos reservados.
Encuentre el artículo original en: Perdonar es Pagar la Deuda
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