Había una vez, en la que alguien, en algún lugar, comenzó un rumor entre los círculos de la iglesia cristiana que decía esto: sepárate de las demás personas. Luego, sepárate más. Luego, sepárate un poco más. Rumores, tan problemáticos como ese. Aun si empezaran desde la verdad (como Pablo repitiendo la llamada de Isaías de “partir, partir” 2 Corintios 6:17 (Isaías 52:11), los rumores se esparcen y tergiversan y terminan significando cualquier cosa distinta. La biblia no lo hace de esa manera. Sí, seguro, sabemos que salirnos (y a veces correr bruscamente) de una mala situación es algo bueno que hacer (Ezequiel 18:31). Pablo e Isaías lo habrían sabido también, ya que para el momento que Isaías llamaba a los creyentes a “partir” él se estaba enfrentando a un desastre. Los creyentes estaban rompiendo su relación con Dios y siguiendo a los ídolos. Sin embargo, la parte de la “salida” en esa ecuación estaba cubierta en otra asignación a largo plazo de Dios llamada: Involucrarse. Involucrarse con creyentes y no creyentes. Involucrarse con mentes que piensen igual o distinto. Involucrarse con la cultura y su generación actual (Gálatas 2:11-13, Jeremías 29:1-9, Gálatas 6:10, 1 Corintios 9:20-22). ¿Por qué? Porque no involucrarse no es lo mismo que “partir”. También, involucrarse es permitir que Dios haga algo inesperado.