Una vez más. Me tropecé y caí. Unas pulgadas al suelo, sabía que iba a doler. Una caída nunca es divertida, pero estoy aprendiendo a “sujetarme” antes de que un mayor daño sea hecho, o por lo menos a recuperarme luego de una caída dolorosa.
Recientemente escribí un artículo acerca de aprender a caminar con el Señor. Nunca pensé tanto en lo que sería tropezarme en mi camino cristiano, aun así, es inevitable que ocurra en nuestro viaje cristiano porque todos somos pecadores. Pero no tenemos que permanecer en el suelo luego de tropezar y caer.
¿Por qué tropiezan las personas?
No es inusual que los bebés se tropiecen y caigan cuando están aprendiendo a caminar, y que aprendan de esas caídas. Incluso, nos podemos tropezar cuando somos mayores.
Físicamente, podríamos tropezarnos por una gran cantidad de razones. Algunos factores de riesgo relacionados con la salud –debilidad, problemas de visión, enfermedad crónica, un balance pobre e incluso un efecto secundario de alguna medicación. ¡Los riesgos del día a día podrían ser algo como tropezarte en una alfombra por usar zapatos altos! Circunstancias que no esperamos también pueden retar nuestra fortaleza o balance para una caída potencial. Ciertamente la edad puede exacerbar algunos de esos problemas.
Pienso que algunos de esos riesgos podrían ser espirituales. Podemos tropezarnos al fallar en confiar y deleitarnos en Dios y en encontrar nuestra fortaleza en Él, cuando nuestras prioridades se desbalancean, o cuando fallamos al ver la perspectiva de Dios y terminamos haciendo elecciones tontas.
Siempre hay cosas en nuestro camino cristiano que nos harán tropezar: tentaciones, deseos pecaminosos o hábitos aprendidos, circunstancias que nos retan e incluso, confianza mal colocada cuando nos apoyamos en alguien que nos falla, nuestra reputación, nuestros retos u objetos materiales –y así venimos en caída.
¿Qué puede ocurrir cuando nos tropezamos?
Cuando nos tropezamos, cualquier número de cosas podría ocurrir. Podríamos simplemente tropezarnos con algo y “sujetarnos” para no colapsar por completo. Podríamos contraernos un músculo o torcernos un tobillo tratando de evitar una caída. O podríamos sufrir los moretones, golpes o quebrantos de una caída dura.
Los tropiezos serios nos hacen ser más cautelosos, incluso más temerosos. Podemos perder algo de confianza y caminar de una forma más tentativa de lo necesario. Podríamos evadir situaciones atemorizantes.
Esas son algunas de las consecuencias de los tropiezos espirituales también: miedo, inseguridad y tomar distancia de seguir al Señor.
¿Cómo lucen los tropiezos espirituales?
Pablo describió el pasado lleno de tropiezos y recuperación de Israel a la iglesia corintia y los previno: “Ahora, estas cosas les ocurrieron a ellos como ejemplos y fueron escritas como advertencias para nosotros… Así que si piensas que estás firme, ten cuidado de no caerte” (1 Corintios 10: 11-12). Presta atención a los ejemplos bíblicos y aprende de ellos.
Los cristianos pueden tropezarse de muchas maneras. Una de las formas más rápidas de caer es mostrando un “espíritu arrogante”. Esto es muy conocido en la cultura secular: “El orgullo antes de caer”. Los tropiezos espirituales son aparentes cuando caminamos por la carne y por la vista en vez de hacerlo por la fe.
Pablo admitió que la tentación es común para todos nosotros. Todos nos tropezamos. Pero él también dijo que podemos fortalecernos al tomar el “escape” que Dios provee. Escape es algo más que simplemente aprender del Señor a caminar con mayor estabilidad, santidad y paz.
Caminar con estabilidad requiere de una estructura fuerte.
Una de las razones por las que las personas caen cuando envejecen es porque comienzan caminando con un “bastón”. Su fortaleza se debilita y experimentan problemas con el balance. Espiritualmente, cuando caminamos de la forma correcta –con una estructura fuerte y sólida—es más difícil tropezar.
Necesitamos asegurarnos de que nuestra estructura espiritual no sea debilitada por creencias, actitudes y hábitos que nos distraen de permanecer en nuestro camino con Dios. Debemos ser conscientes de los impedimentos espirituales y los bloqueos que nos hacen tropezar, y tratarlos bíblicamente.
La Biblia describe seis caminos sólidos que, cuando se usan de forma proactiva, nos pueden ayudar a recuperarnos de una vida llena de tropiezos constantes.
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Caminar con el espíritu
Vivimos por el espíritu y necesitamos mantener el paso con Él. Si caminamos en el Espíritu, no gratificaremos ni tendremos indulgencia en los deseos de la carne. En vez de tropezarnos con pecados que te hacen esclavo, caminamos en la libertad del Espíritu Santo. Nuestras vidas reflejarán la residencia del Espíritu dentro, y tendremos fruto para el Señor.
El Espíritu nos señala a Jesús, y cuando nos aferramos a Cristo, querremos caminar de la misma forma que Él lo hizo.
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Caminar en sabiduría
Cuando nos aferramos a la sabiduría o discreción, nuestro camino será más seguro y no nos tropezaremos alrededor. Debemos ser cuidadosos con cómo caminamos, dice Pablo, y deberíamos perseguir el camino de la sabiduría.
Los caminos de la sabiduría son el norte verdadero de nuestras vidas. La sabiduría santa nos puede orientar en un camino de rectitud y hacer más fácil el hecho de seguir adelante sin trabas de acuerdo a los planes de Dios.
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Caminar en la verdad
A menudo canto el viejo himno que promete: “Cuánta gloria nos derrama en el camino cuando caminamos con el Señor en la luz de Su Palabra”
Necesitamos caminar siguiendo las instrucciones de Dios –los principios de Su verdad y sus mandamientos en las escrituras—para que no tropecemos y caigamos. La palabra de Dios es luz para nuestro camino. Satanás, la cultura del mundo y nuestros apetitos de la carne nos alimentan con mentiras incontables, pero cuando estamos firmes en la Palabra el Señor nos santifica (nos aparta y nos hace santos), nos enseña a caminar en la verdad y a ayudar a otros a caminar en la verdad también.
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Camina como un hijo de luz
Vivimos en un mundo sombrío en el que los no creyentes se regocijan cuando a los cristianos les va mal. Como seguidores de Cristo podemos entender la oscuridad porque una vez vivimos allí. Constantemente nos tropezamos en la oscuridad y fuimos incapaces de seguir el camino recto de Dios.
Pero ahora, Pablo dice, somos “luz en el Señor” Dios espera que “caminemos como hijos de luz” –caminar “de forma apropiada” en el día, sabiendo que Dios nos ve y tiene planes para santificarnos. El mundo debería ser capaz de ver la diferencia que el Evangelio ha hecho en nuestras vidas. Otra forma de decir esto es que necesitamos “caminar en la renovación de la vida”.
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Caminar en amor
Caminar en luz está atado a caminar en amor. La iglesia temprana era conocida por caminar en luz y amor, y Juan dijo que aquellos que odiaban a otros creyentes mostraban evidencia de seguir caminando en oscuridad.
Jesús nos comandó a amar a otros de la misma forma que Él nos había amado. Si estamos viviendo un amor bíblico, no nos tropezaremos en el egoísmo. Juan dice que quien ame a sus hermanos y hermanas en Cristo no tendrán por qué tropezarse.
Si “mordemos y devoramos” a los otros, nuestra unidad cristiana será destruida. La verdad es que, cuando caminamos en amor, no nos regocijaremos cuando otras personas tropiecen y caigan – ¡ni siquiera nuestros enemigos!
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Caminar merecedor de tu llamado
Pablo urgió a la iglesia a “caminar de una forma merecedora del llamado” a la cual hemos sido llamados, y él describe esa caminata en Efesios 4. Incluye la lealtad, integridad y unidad basada en la paz con otros creyentes.
También deseamos caminar merecedores del plan de nuestro maestro por nosotros. Fuimos creados para buenas obras, si estamos ocupados haciendo esas buenas obras como nos dirige Dios, será más probable que cumplamos nuestro llamado y será menos probable que nos tropecemos. No te canses de hacer el bien.
¡Cuando tropieces, levántate de nuevo!
El adagio “No puedes mantener a un hombre abajo” es un concepto bíblico. Proverbios 24:16 dice “Porque el justo cae siete veces; y vuelve a levantarse, pero los impíos caerán en la desgracia.”
La Biblia comparte muchos ejemplos de creyentes que tropezaron espiritualmente, a veces pagando un gran precio por su pecado. Pero no se quedaron abajo. Por la gracia de Dios y con Su ayuda, se levantaron y comenzaron a caminar con Él otra vez.
David cayó en pecado tremendo, pero una vez más caminó con el Señor y dio advertencias y motivación para el pueblo de Dios. Jacob mintió repetidamente, pero luego Dios lo uso para educar y enseñar la verdad a doce hijos que se convirtieron en los líderes de las tribus de Israel. Pedro, cobardemente, se tropezó fuertemente cuando negó a su Señor, aun así él se regocijó en el poder de Cristo y se convirtió en un líder valiente en la iglesia del Nuevo Testamento.
Satanás quiere que creamos que Dios no quiere nada con nosotros cuando tropezamos y caemos, lo cual no es cierto.
Dios siempre tiene interés y se preocupa cuando los santos tropiezan. Él desea sostener a aquellos que están en el proceso de caída, y aun si caen, no son “alejados por completo”. La mano de Dios siempre levanta a los pecadores para que caminen con Él otra vez. Aquellos que se deleitan en Él serán bendecidos mientras se nieguen a caminar en los pasos de los malvados.
Aprende a tropezarte hacia adelante
Cuando hemos caído en pecado –y esto incluye no hacer lo que sabemos que es lo correcto—la forma de “tropezarnos hacia adelante” es alejándote de racionalizar. No debemos apoyarnos en nuestro propio entendimiento, sino en temer al Señor, llamando al pecado por su nombre, y alejando la maldad mientras confesamos ese pecado a Dios.
Tropezarnos hacia adelante incluye: (1) Arrepentirnos y alejarnos del pecado –reconocer todo pecado es al principio una ofensa en contra de Dios; (2) Renovar nuestra mente con la verdad de la Palabra de Dios; (3) Recordando y descansando en nuestro perdón; (4) Resistiendo el mal mientras nos acercamos a Dios con un corazón purificado; y (6) Alcanzando a aquellos que pueden ayudarnos con su consejo, apoyo y confianza.
Qué alivio que cuando caemos y tocamos fondo, Dios desea restaurarnos. Él quiere ayudarnos. Él responde como un tierno Padre a nuestro arrepentimiento humilde y deseo de vivir por Él. Tropezarnos hacia adelante, es caminar restaurados por el Señor a través de nuestro “corazón roto” continuo.
Tropezarnos, sí… pero nunca alejarnos
Y porque todos tenemos tendencia a tropezarnos, Jesús dijo, “Miren y oren porque no caigan en tentación. El espíritu es voluntarioso, pero la carne es débil”
Una vez más, Dios es leal al ofrecernos una salida cuando nos enfrentamos a la tentación, y somos sabios al caminar con Él y al ser lo suficiente valientes en nuestra oración para pedir ayuda. Mientras dependemos de Él, lo alabamos por las oraciones respondidas, justo como David alabó a Dios por hacer “un camino amplio” que evitó que sus pies resbalaran.
La gran promesa de la escritura es que aunque nos tropecemos muchas veces en la tierra, un hijo verdadero de Dios no puede alejarse de su gracia salvadora, y Él seguirá haciéndonos más similares a Jesús. Dios logrará Su gran plan de recuperación. La doxología de Judas incluye estas palabras: “Ahora para él que es capaz de alejarte de los tropiezos y presentarte ante su presencia gloriosa sin falta y con gran alegría…”
La verdad maravillosa de la escritura es que el mismo Dios nos ayuda a recuperarnos cuando nos caemos y Él redime nuestro camino para Su gloria y deleite.
Dawn Wilson y su esposo Bob viven en el Sur de California. Tienen dos hijos casados y tres nietas. Dawn asiste a la autora y locutora Nancy DeMoss Wolgemuth con la investigación y trabaja con varios departamentos en Revive Nuestros Corazones. Ella es la fundadora y directora de Elecciones del Corazón Hoy, publica Mejora con Dawn, y escribe para Crosswalk.com. Dawn también viaja con su esposo en ministerio con el Alcance Global Pacesetter.