Escrito por: Bethany Verrett

Luego de la caída de la humanidad, el pecado entró al mundo y un montón de cosas cambiaron. Con el pasar del tiempo, los efectos del pecado comenzaron a crear jerarquías entre hombres y mujeres. Luego del diluvio, los hijos de Noé fueron a cada lugar recóndito del mundo y comenzaron con la separación de diferentes pueblos y culturas. Luego de la Torre de Babel vinieron nuevos idiomas, creando incluso más división.

Mientras esas diferencias aumentaron, los pueblos comenzaron a luchar por tener el control y para ser vistos como seres superiores. El resultado fue la desigualdad. Las personas querían crear y fortalecer separaciones y luego tratarse los unos a los otros de forma diferente basado en esas separaciones artificiales.

Mientras que la Biblia reconoce esas separaciones como parte del sistema de los hombres, esta no aprueba el tratamiento desigual de aquellos dentro de ese sistema. En vez de ver el género y la raza a través de la perspectiva de los hombres, a los creyentes se les llama a ver la humanidad a través de los ojos de Dios, como seres amados por el creador, y a comportarse acorde a eso.

 ¿La Biblia trata la desigualdad?

Cuando examinamos la Biblia, hay muchas historias en donde se pueden señalar momentos de desigualdad. Algunas de las más obvias, son los ejemplos de las conquistas, cuando un grupo más fuerte de personas supera a otro y trae consigo la jerarquía. Mucho de esto es el producto de divisiones terrenales y una tendencia humana de querer enfocarse en reforzar las divisiones, en vez de reforzar las características que tienen en común.

Cuando se discuten temas de igualdad de género y raza, puede resultar sencillo llevar la conversación a esas instancias. Sin embargo, Dios no ve a las personas de esa manera. El apóstol Pablo relato: “No hay judío ni griego; no hay esclavo ni libre; no hay hombre ni mujer; porque todos sois uno en Cristo Jesús” (Gálatas 3:28). Dios ve a todos los individuos de su creación como únicos e iguales.

Ninguna característica física o financiera cambia la forma en la que Dios ve a esa persona, trata a esa persona y ama a esa persona. Dios no creó un patriarca diferente para las distintas razas. Todas las personas vienen de Adán, y él es el Padre de la raza humana. Y tampoco creo a las mujeres para ser subordinadas de los hombres, por el contrario, Eva fue la ayudante de Adán: “Y el Señor dijo: No es bueno que el hombre esté solo; le haré una ayuda idónea” (Génesis 2:18). El señor ve a las personas en el contexto de la eternidad en vez de hacerlo según el estatus terrenal temporario.

Sin embargo, la Biblia no es silenciosa cuando se trata de la desigualdad que existe. Algunos versículos tratan este tema:

Proverbios 17:5 “El que se mofa del pobre afrenta a su Hacedor; el que se regocija de la desgracia no quedará sin castigo.”

Levítico 19:34 “Trátalos como a israelitas de nacimiento, y ámalos como a ti mismo. Recuerda que una vez fuiste extranjero cuando vivías en Egipto. Yo soy el Señor tu Dios.”

Números 15:16 “Las mismas instrucciones y ordenanzas se aplicarán tanto a ustedes como a los extranjeros que vivan entre ustedes”

Filemón 1:15-16 “Porque quizá por esto se apartó de ti por algún tiempo, para que lo volvieras a recibir para siempre, no ya como esclavo, sino como más que un esclavo, como un hermano amado, especialmente para mí, pero cuánto más para ti, tanto en la carne como en el Señor.”

Gálatas 5:6 “Porque en Cristo Jesús ni la circuncisión ni la incircuncisión significan nada, sino la fe que obra por amor.”

 ¿Habla la Biblia sobre la raza?

Cuando los autores humanos de la biblia escribieron sus secciones a través de cientos de años, los términos raza, racismo e igualdad no significaban lo mismo que hoy en día. Ellos usaban diferentes idiomas, en vez de referirse a grupos de personas, comportamientos culturales y la religión para indicar la etnicidad que discutían.

Amplias secciones del Antiguo Testamento contienen registros genealógicos que siguen ciertas familias, algunas de estas serían las bases de las identidades étnicas. Esta primera división ocurre cuando Caín mató a su hermano Abel. La biblia registra lo que le paso a Caín:

“Entonces dijo a Adán: Por cuanto has escuchado la voz de tu mujer y has comido del árbol del cual te ordené, diciendo: "No comerás de él", maldita será la tierra por tu causa; con trabajo comerás de ella todos los días de tu vida” (Génesis 3:17).

Una genealogía breve de los descendientes de Caín sigue, y luego mencionan al nuevo hijo de Adán y Eva, Seth. “Cuando Set creció, tuvo un hijo y lo llamó Enós. Fue en aquel tiempo que la gente por primera vez comenzó a adorar al Señor usando su nombre.” (Génesis 4:26). Aunque Seth y Caín eran hermanos, la biblia trata a sus descendientes de forma diferente, haciendo énfasis acerca de cómo los descendientes de Caín dominaron el ganado y los instrumentos, así como también el hierro y el bronce, contrastando como Seth y su pueblo se aferraban al Señor. Ellos son tratados como grupos diferentes de personas, debido a su énfasis en Dios y en su cultura, en vez de la raza. En ocasiones, donde la biblia discute a los individuos de las distintas razas, su raza es menos importante que su relación con Dios. David tuvo hombres de otras nacionalidades en su corte, incluyendo el soldado leal Urías el hitita a quien David había matado para cubrir su pecado Betsabé.  Los hititas como pueblo, no tenían el favor de Dios, porque pecaron en su contra, y la biblia dice que Dios los echó de la isla (Éxodo 34:11).

Aunque Urías no era israelita, Dios responsabilizó a David de su muerte. La justicia tenía que ser la misma muerta, independientemente de la identidad étnica. El pecado de David contra Urías y Betsabé es la mancha más grande de su carácter. Él se arrepintió y recibió su perdón, pero Dios hizo justicia.

En el Nuevo Testamento, uno de los primeros gentiles salvos fue un eunuco etíope.“El se levantó y fue; y he aquí, había un eunuco etíope, alto oficial de Candace, reina de los etíopes, el cual estaba encargado de todos sus tesoros, y había venido a Jerusalén para adorar. Entonces Felipe abrió su boca, y comenzando desde esta Escritura, le anunció el evangelio de Jesús. Yendo por el camino, llegaron a un lugar donde había agua; y el eunuco dijo: Mira, agua. ¿Qué impide que yo sea bautizado?” (Hechos 8:27, 35-36). El eunuco había venido a adorar al Señor, estudiaba Isaías y aceptó a Jesús como su Señor. Su raza únicamente era importante para identificarlo. Lo que verdaderamente importaba era su amor por Dios.

De esta forma vemos cómo la Biblia toca sobre el tema de las razas, los clanes, las diferencias étnicas y las culturales.  

¿Habla la Biblia sobre la igualdad de género?

El rol de la mujer en la sociedad, así como también en la iglesia, es señalado en la biblia de forma directa e indirecta. Dos ejemplos importantes de mujeres siendo equitativamente comparada con hombres viene de los relatos de la iglesia antigua.

En el libro de Hechos, los cristianos nuevos de forma entusiasta dieron poco e incluso todo lo que tenían a la nueva iglesia. Una pareja, Ananías y Safira, trataron de mentir acerca de lo que dieron a la iglesia. Ananías mintió y Dios lo atacó por la mentira. En vez de hacer a Safira responsable por el pecado de su esposo, o asumir que lo ignoraba por ser mujer, la iglesia le dio la oportunidad de decir la verdad en sus propios términos. Si hubiera dicho la verdad, habría sido perdonada.

Sin embargo, el relato de la Biblia dice, “Después de un lapso como de tres horas entró su mujer, no sabiendo lo que había sucedido. Y Pedro le preguntó: Dime, ¿vendisteis el terreno en tanto? Y ella dijo: Sí, ése fue el precio” (Hechos 5:7-8a). Tanto el hombre como la mujer fueron tomados en cuenta equitativamente según sus propias decisiones. Para Dios, y para los líderes de la iglesia, el género no importaba cuando se trataba de pecar.

No solo los hombres y mujeres son equitativamente considerados ante Dios por su pecado, sus obras en la iglesia son tomadas en cuenta con una estima equitativa en el Nuevo Testamento. Otra pareja casada, Áquila y Priscila, comprometieron sus vidas al evangelio. Son mencionados tres veces en el libro de Hechos, recibiendo nuevos creyentes, corrigiendo a aquellos que no entendían la verdad y ministrando a otros.

Pablo, los recompenso tan gratamente, que escribió sobre ellos: “Den mis saludos a Priscila y Aquila, mis colaboradores en el ministerio de Cristo Jesús” (Romanos 16:3). Cada vez que la pareja es mencionada, se nombra a ambos como iguales. Pablo les da el mismo respeto y el mismo crédito.

Ambos ejemplos de los dos géneros siendo tratados como iguales nos lleva de regreso a lo que Dios dijo sobre los hombres y mujeres en Génesis. Aunque los hizo para ser diferentes, los hizo para ser iguales; “Así que Dios creó a los seres humanos a su propia imagen. A imagen de Dios los creó; hombre y mujer los creó.” (Génesis 1:27). Aunque los hombres y mujeres luzcan diferente, tengan tratos y comportamientos diferentes y a menudo sirvan distintos roles, los hombres y mujeres fueron hechos por igual a la imagen y semejanza de Dios. Son igualmente responsables por sus pensamientos, acciones y actitudes.

¿Son algunos grupos o personas de la Biblia prioritarios?

La principal diferencia étnica enfatizada en la Biblia es entre los descendientes de Abraham –los hebreos—y todos los demás. Cuando el Señor hizo los pactos con los israelitas, Él los marcó como distintos, no por su raza, sino porque Él les pidió que vivieran según sus leyes, en relación con Él. De hecho, Dios apartó a Israel, no para que estuvieran racialmente separados, sino como un ejemplo cultural para que trajera al resto del mundo hacia Él.

“Porque desde la salida del sol hasta su puesta, mi nombre será grande entre las naciones, y en todo lugar se ofrecerá incienso a mi nombre, y ofrenda pura de cereal; pues grande será mi nombre entre las naciones dice el SEÑOR de los ejércitos” (Malaquías 1:11).

Y porque toda la gente pecó, los sacerdotes y los israelitas fallaron al vivir según la ley, vino Jesús y murió para cumplir la ley. La muerte y resurrección de Jesús reconcilió a todas las personas con Él. Aunque el pueblo judío aún forma parte de un lugar especial en su Reino. Ellos son el pueblo que Dios usó para el linaje humano del Mesías. Jesús reinará para siempre desde Jerusalén, tanto en la tierra como en el cielo.

Cuando son llamados el pueblo elegido de Dios, significa que fueron escogidos para jugar un rol especial en Su plan divino, no que tuviesen superioridad en comparación al resto de la humanidad.

¿Cómo deberían responder los cristianos ante la desigualdad?

El Señor llama a Su pueblo a amarse a sí mismos y a los demás – a ver el mundo como Él lo ve. Jesús dijo, “Y Él le dijo: AMARÁS AL SEÑOR TU DIOS CON TODO TU CORAZÓN, Y CON TODA TU ALMA, Y CON TODA TU MENTE. Este es el grande y el primer mandamiento.  Y el segundo es semejante a éste: AMARÁS A TU PRÓJIMO COMO A TI MISMO. De estos dos mandamientos dependen toda la ley y los profetas” (Mateo 22:37-40).

Cuando los cristianos vean desigualdad en el mundo, el primer paso es asegurarse de reaccionar acorde. Señalar con amor y llamar la atención ante comportamientos que no son similares a las formas de Cristo, especialmente si el individuo o el grupo cometiendo el acto de desigualdad clama ser cristiano.

Otra respuesta importante es compartir el Evangelio. El Señor puede transformar un corazón de maneras que la gente no puede. El Espíritu Santo puede liberar al racista, al sexista y a cualquier otra forma de odio. Compartir el Evangelio para que el Espíritu Santo pueda transformar a esa persona es importante. A veces es apropiado unir movimientos para cambios sociales, mientras las metas y tácticas de ese movimiento estén alineadas con los principios bíblicos.

Finalmente, la desigualdad no será eliminada hasta que Jesucristo regrese y reine, y no existirá en el nuevo cielo y en la nueva tierra. Una de las imágenes más hermosas en el libro de Apocalipsis es esta:

“Después de esto miré, y vi una gran multitud, que nadie podía contar, de todas las naciones, tribus, pueblos y lenguas, de pie delante del trono y delante del Cordero, vestidos con vestiduras blancas y con palmas en las manos. Y clamaban a gran voz, diciendo: La salvación pertenece a nuestro Dios que está sentado en el trono, y al Cordero” (Apocalipsis 7:9-10)

En el cielo, habrá multitudes incontables de gente, iguales ante Dios, unidos en amor. No habrá más lágrimas, pena, dolor o desigualdad. 

La Biblia nos indica cómo los cristianos debemos de actuar y responder a  la desigualdad racial y de género. Somos llamados a construir puentes de aceptación, respeto, tolerancia, gracia y amor tal y como Jesús lo hizo con nosotros y Dios. 

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Fuentes

Dunn, James D.G. y John William Rogerson. Comentarios de la Biblia. Grand Rapids: Wm. B. Eerdmans Publishing, 2003.
Kreitzer, Mark. El concepto de la etnicidad en la biblia, un análisis teológico. New York: Edward Mellen Press, 2008.
Walvoord, John F. and Roy B. Zuck. El conocimiento de la biblia comentado: Una exposición de las escrituras. United States of America: Victor Books, 1987.

Behani Verret es una escritora y editora independiente. Ella mantiene un blog sobre la Fe y el estilo de vida graceandgrowing.com, donde escribe sobre el Señor, la vida, la cultura y el ministerio.   

Bethany Verrett is a freelance writer who uses her passion for God, reading, and writing to glorify God. She and her husband have lived all over the country serving their Lord and Savior in ministry. She has a blog on graceandgrowing.com.