Recuerdo los tiempos en los que fui herida por la iglesia. Aquellos no eran buenos sentimientos. Eso destruyó mi confianza propia, y me hizo sentir temor y rabia. Con el pasar del tiempo, me convertí en una persona reservada y alejada. Para ser honestos, comencé a preguntarle a Dios para qué era así la iglesia. Como una introvertida, tiendo a ser más independiente y me gusta pasar una buena cantidad de tiempo conmigo misma. Cuando entendí que me hacía más introvertida mientras envejecía, comencé a pregúntame si de verdad necesitaba ayuda de otros, especialmente de aquellos en la iglesia. Pensé que podía vivir por mí misma. Estaba equivocada. A través de estos momentos, Dios me enseñó algunas lecciones acerca del por qué necesito amigos cristianos en mi vida. Acá hay un par de cosas que Él me enseñó acerca del por qué necesitamos la iglesia.