“¿Si decidimos no ser cristianos, permaneceremos aún en esta familia?”
La pregunta de mi hijo sacudió mi mundo hace casi tres años. Primero, me pregunté si él en verdad estaba considerando dejar la fe por la cual mi esposo y yo hemos luchado tanto en pasarle. Luego me pregunté si le habíamos comunicado que nuestro amor estaba de algún modo condicionado porque siguiera siendo cristiano.
Desde entonces, he puesto mi mayor esfuerzo al orar y fomentar a mi hijo joven y a mi hija adolescente. Hasta ahora, ambos han decidido tener fe, menos una chica joven que amo como a una hija, la cual ha decidido dejar de ser cristiana por ahora. Mi corazón duele por ella. Las estadísticas me dicen que es una de muchos. Los millennials que crecieron en la iglesia la están abandonando en tiempo récord.
Si tu hijo está considerando dejar la fe, no estás sola.
Mientras pienso en nuestra amiga abandonando la iglesia, encuentro seguridad en estas palabras:
¿Adónde me iré de tu Espíritu, o adónde huiré de tu presencia? Si subo a los cielos, he aquí, allí estás tú; si en el Seol preparo mi lecho, allí estás tú. Si tomo las alas del alba, y si habito en lo más remoto del mar, aun allí me guiará tu mano, y me asirá tu diestra. (Salmos 139:7-10)
No importa cuán lejos de Dios nuestros jóvenes parezcan divagar. Él está presente en todas partes. Podemos confiar en Dios para que todas las cosas sean por el bien, así que sigamos orando porque los traiga de vuelta hacia él.
Hable con mis hijos sobre lo que pensaban que esas personas jóvenes luchando al decidir si tener fe o no necesitaban de sus padres. Juntos hicimos una lista de sugerencias practicas mediante las cuales los padres se pueden comunicar de forma efectiva con sus hijos, seguir apoyándolos y tener la esperanza de que los hijos elegirán la fe.
Mantén la calma, no reacciones
Cuando tu hijo dice “No sé si creo en Dios, quizás no quiero ser cristiano” puedes sentir como si alguien te estuviera lanzando una bomba. Puedes sentir dolor o rabia. Sin embargo, si reaccionas ahora, dificultarás que tu hijo discuta problemas desafiantes contigo en el futuro. Es importante mantener la calma y fomentar el dialogo.
Busca entender y respetar.
Así como la fe es importante para ti, mantén una actitud abierta cuando hables con tu hijo. Déjale saber que lo respetas como persona. Haz preguntas, ¿Tu hijo de verdad duda de que Dios existe? ¿Está desencantado con la iglesia? ¿Ha ocurrido algo en su vida que lo haga dudar? También pregunta lo que quiere o necesita de ti en esta etapa de la vida. ¿Quiere solo entendimiento y apoyo, o que lo ayudes a ver la verdad? Escucha atentamente con la meta de entender sus pensamientos.
Empatiza con ellos
Recuerda que tu hija joven esté tomando un riesgo al abrirse a ti. Puede quizás temer que la rechazarás. Mira el lado bueno, si tu hija te está diciendo algo como esto es porque te valora tanto a ti como a la relación que tienen. Agradécele por compartir sus pensamientos contigo.
Asegúralos
Haz lo que este a tu alcance para asegurarle a tu hijo o hija que, aunque no estés de acuerdo con sus puntos de vista, aún los amas y atesoras. Déjales saber que mantener la comunicación abierta y una relación positiva es importante para ti. Diles que pondrás tu mejor esfuerzo para seguir apoyándolos y ofreciéndoles la orientación que quieran o necesiten.
Toma una postura sin presión
Recuerda que no puedes convencer a tu hijo. Personalmente, me siento tentada a bombardear a mi hijo con artículos y versos de la biblia. Aunque entiendo que mis intentos de presionarla y persuadirla no le regresarán la fe, al contrario, solo la alejarían. Todo lo que puedo hacer es orar por ella y buscar ser un apoyo seguro en su vida.
Pon un ejemplo de fe autentica
Busca vivir el tipo de vida que tu hijo quisiera imitar. Sé un ejemplo positivo de amor y cariño para otros. Así como harías con cualquier amigo, comparte ocasionalmente como tu relación con Dios ha cambiado tu vida. Pero asegúrate de que sepa que no estas tratando de convencerlo o algo por el estilo: simplemente quieres ser tú y compartir tu vida y pensamientos con él.
Sigue afirmándote hacia ellos
Nuestros hijos necesitan nuestra aprobación más de lo que creemos. Comunica amor y respeto incondicional para expresar tu afecto hacia ellos. Mira las cualidades positivas de nuestros hijos jóvenes y menciónalas más a menudo. Celebra sus éxitos. Déjale saber que estas con ella y anímala.
Ora por ellos
Nunca subestimes el poder de la oración. ¿Recuerdas la viuda persistente en Lucas 18 quien fue hacia el juez día y noche hasta que el finalmente otorgó su requerimiento? Sigue pidiendo a Dios que se revele a tus hijos e hijas. Mi suegra oro 20 años por su hijo mayor, hoy él es un cristiano.
Tenemos promesas poderosas en la escritura, las cuales nos recuerdan que no hay poder en la tierra que pueda vencer los propósitos de Dios para nuestros hijos.
“Y estoy convencido de que nada podrá jamás separarnos del amor de Dios. Ni la muerte ni la vida, ni ángeles ni demonios, ni nuestros temores de hoy ni nuestras preocupaciones de mañana. Ni siquiera los poderes del infierno pueden separarnos del amor de Dios” (Romanos 8: 38a, 39b).
“y yo les doy vida eterna y jamás perecerán, y nadie las arrebatará de mi mano. Mi Padre que me las dio es mayor que todos, y nadie las puede arrebatar de la mano del Padre” (Juan 10:28-29).
Confía en Dios
“Hacia ti dirijo la mirada, hacia ti, cuyo trono está en el cielo” (Salmos 123:1).
Por más difícil que sea, quitemos nuestro enfoque de nuestros hijos y pongámoslo en Dios. Él permanece en el trono sostiene a nuestros hijos en sus manos. Él es el único y con suficiente poder para trabajar por el cambio en los corazones de nuestros hijos y en el nuestro mientras aumentamos nuestros niveles de confianza.
Nada que pase en la vida de nuestros hijos toma a Dios por sorpresa. Hagamos de la gloria de Dios nuestra meta final mientras oramos por ellos. Relajémonos sabiendo que Dios controla todas las cosas por su poder y que él ama a nuestros hijos aún más de lo que nosotros lo hacemos.
Una oración por ese hijo que está flotando espiritualmente
Señor, traigo hoy a mi hijo. Lo confío en ti porque sé que te pertenece. Pido que hagas que todas las cosas en su vida funcionen siempre. Revélate y tráelo de regreso a ti. Solo tu espíritu santo puede cambiar su corazón. Dame la sabiduría que necesito para apoyarlo efectivamente y ser un buen ejemplo de amor y fe. En el nombre de Jesús, amén.