Hay días en que las personas no paran un momento para reflexionar en sus acciones, no toman cuidado al hablar (puesto que para ellos poco importa si lo que hacen es bueno o no), y tampoco miden las consecuencias de tales acciones. Pero nosotros, quienes nadamos a contracorriente, hemos oído de nuestro Dios en la escritura que nuestro corazón es engañoso y desesperadamente corrupto (Jeremías 7:8-9), estando conscientes de esto nuestras actitudes no pueden ser impulsivas o impensadas (dirigidas por el corazón).   

Cuántas veces nos damos de golpes diciendo: “¿Por qué no pensé antes de decir eso?” O “¿Por qué tomé esa decisión tan precipitada?” En la Biblia vemos casos de hombres temerosos al Señor que asi como nosotros hacemos actuaron por impulso, hablaron de dominio propio, y asi trajeron para su vida y para la vida de otros consecuencias muy ruines. Moisés golpeó la piedra en desesperación por lo que no entro a la tierra prometida, David no consiguió controlar sus deseos a tal grado que mató a un hombre después de haber adulterado con su esposa. Algunas veces nuestras acciones nos llevan a consecuencias muy tristes y aveces no tan tristes, de cualquier forma, evitarlas es mucho mejor.

Actitudes impensadas nos llevan a cometer un error casi el 100% de las veces. Actuar sin pensar significa ignorar las consecuencias que nuestra actitud nos puede traer a nosotros o a alguien más. Cuando nos comportamos de esta manera simplemente nos olvidamos de lo que la ley de Dios nos enseña y aun mismo se nos olvida que hay un Dios. Por una fracción de segundo nos olvidamos del mundo a nuestro alrededor para satisfacer nuestros propios deseos o para defender nuestros propios argumentos. Son actitudes desesperadas que demuestran un deseo de intentar resolver las cosas con nuestras propias manos en el tiempo que consideramos adecuado. Nada más distante de lo que la Escritura nos enseña.

El puritano Matthew Henry, en su serie de comentarios Bíblicos, remarca la ejemplar actitud del Rey Asuero en el libro de Ester 7:7-8 que cuando en un momento de furia contra Amán se levantó del banquete para salir al jardín a pensar un momento antes de tomar una decisión. Al respecto Matthew Henry comenta: “El rey tenía rabia (de enojado) aquellos que hacen cosas según su propia voluntad, a final de cuentas atraen para sí una autocensura después de lo ocurrido. Necesitamos pausar antes de tomar cualquier decisión controlar nuestro espíritu, y asi demostrar que somo gobernados por la razón”.

Demostramos sabiduría cuando “respiramos” antes de responder a alguien cuando somos pacientes, cuando nos colocamos en el lugar de la otra persona antes de tomar la contra. Todos los días se nos presentan muchas oportunidades para seguir nuestros propios impulsos o para demostrar la verdadera sabiduría, aquella que viene del Señor que se refleja en actitudes racionales y pautadas en la palabra de Dios. La tarea de ser alguien prudente no es fácil, sin embargo algunas prácticas nos pueden ayudar.

En primer lugar lo más importante es tomar una posición humilde delante del Señor y pedirle a Él que nos ayude en nuestra lucha en contra de nuestra falta de dominio propio. Él es la fuente de la sabiduría misma  y por lo tanto nuestra principal fuente de direccion en todas nuestras actitudes. “Si alguno de ustedes necesita sabiduria, pidala a Dios” (Santiago 1:5).

Otro consejo directamente asociado al primero es el siempre tener la palabra de Dios presente en nuestra memoria. Repasar y memorizar versículos Bíblicos nos sirve como recordatorio durante el día para mantenernos atentos en cuanto a nuestras acciones. Pegue recordatorios en su guardarropa, o en el espejo, escuche canciones que lo edifican como las alabanzas; haga lo que esté a su alcance para que la palabra de Dios este siempre en su corazón y en su mente. “En mi corazón guarde tu palabra para no pecar contra ti” (Salmo 119:11).

El tercer y último consejo es para aquellos momentos en que ya hemos actuado o dicho algo de manera errada y tiempo después nos hemos arrepentido. Si lo que hicimos solo nos afecta a nosotros mismos, el primer paso es pedir perdón a Dios por nuestra actitud equivocada y entregar en las manos de Dios nuestro futuro sabiendo que sin importar lo que venga como consecuencia sucederá para nuestro propio bien. Pero si hemos hecho algo que afectó a otras personas, además de pedir perdón a Dios busque hacer un gesto de perdón y de reconciliación con aquellas personas afectadas asi como también intentar reparar su error. Cada caso es particular, pero el primer paso en todo caso es siempre pedir perdón.

Actitudes prudentes revelan un corazón temeroso de Dios, demuestra humildad (Miqueas 6:8; Salmos 111:10) considerando que nuestras propias opiniones o decisiones no son las mejores y que solamente Él sabe lo que es mejor para nosotros. Actuar con sabiduría revela a Cristo a personas que no lo conocen y edifica la iglesia en lugar de destruirla. ¿Como no ansiar ser prudente todos los días?

“Al sabio de corazón se le llama inteligente; los labios convincentes promueven el saber” 
~Proverbios 16:21      

------------

Esta es la traducción de un artículo escrito por Rebecca Figueiredo originalmente publicado en el blog de Inconformados. Traducido y publicado con permiso del autor.

Rebecca Figueiredo tiene 22 años es estudiante de Letras en la Universidad Federal de Bahía y es profesora de Ingles. Rebecca es una de las contribuidoras y editoras del blog cristiano Inconformados desde la ciudad de Salvador, Bahía en Brasil.

Encuentre el artículo original en Portugués aquí: A tarefa de ser um cristão prudente

**Traducido al Español por Ernesto Santiago