By John Piper
Pedid, y se os dará; buscad, y hallaréis; llamad, y se os abrirá. Porque todo aquel que pide, recibe; y el que busca, halla; y al que llama, se le abrirá. ¿Qué hombre hay de vosotros, que si su hijo le pide pan, le dará una piedra? ¿O si le pide un pescado, le dará una serpiente? Pues si vosotros, siendo malos, sabéis dar buenas dádivas a vuestros hijos, ¿cuánto más vuestro Padre que está en los cielos dará buenas cosas a los que le pidan? Así que, todas las cosas que queráis que los hombres hagan con vosotros, así también haced vosotros con ellos; porque esto es la ley y los profetas.
Cuando te detienes a considerar que Dios es infinitamente fuerte y que puede hacer todo lo que quiera, y que es infinitamente justo y solo hace lo que es correcto, y que es infinitamente bueno y todo lo que hace es perfectamente bueno, y que es infinitamente sabio y que sabe perfectamente que todo lo que hace es bueno y correcto, y que es infinitamente amoroso y en toda su fuerza, su justicia, su bondad y su sabiduría él levanta el gozo eterno de los que ama hasta lo más alto—cuando te detienes a considerar esto, entonces las generosas invitaciones de Dios a que le pidamos cosas buenas, con la promesa de que él nos las dará, son increíbles.
La Tragedia de No Orar
Esto significa que una de las grandes tragedias en la iglesia es la poca inclinación que tenemos a orar. La invitación más grande se nos extiende a nosotros, e incomprensiblemente nos volteamos hacia otras cosas. Es como si Dios nos enviara la invitación al banquete más importante que se haya hecho y respondemos, “He comprado una hacienda, y necesito ir a verla; te ruego que me excuses,” o, “He comprado cinco yuntas de bueyes, y voy a probarlos; te ruego que me excuses,” o, “Acabo de casarme, y por tanto no puedo ir” (Lucas 14:18-20).
Una Nueva Inclinación para Orar
Bueno, eso era en ese entonces. Pero mi oración es que Dios utilice este mensaje y estas palabras de Jesús en Mateo 7, y otras influencias en tu vida, para despertar esta nueva inclinación para orar en el 2007. Espero que le pidas eso a Dios mientras vemos este texto.
Haremos esto en dos pasos. Primero, veremos los ocho motivos para orar en Mateo 7:7-11. Segundo, intentaremos responder a la pregunta de cómo debemos entender las promesas que recibiremos cuando pedimos, y a encontrar cuando buscamos, y a tener la puerta abierta cuando llamemos.
Ocho Motivaciones que nos da Jesús para Orar
Seis de estas motivaciones son explícitas en este texto y dos son implícitas. Me parece claro que el propósito principal de Jesús en estos versículos es motivarnos a orar. Él quiere que oremos. ¿Cómo nos motiva?
1. Él Nos Invita a Orar
Tres veces nos invita a orar—o, podrías decir que, si lo escuchas con amor, tres veces nos ordena orar— a pedirle lo que necesitamos. Es el número de veces que nos invita lo que captura nuestra atención. Versículos 7-8: “Pedid, y se os dará; buscad, y hallaréis; llamad, y se os abrirá. Porque todo aquel que pide, recibe; y el que busca, halla; y al que llama, se le abrirá.” La repetición quiere decir, “Yo quiero que hagan esto. Pidan al Padre lo que necesitan. Busquen al Padre para la ayuda que necesitan. Llamen a la puerta de la casa de su Padre para que Él abra y les dé lo que necesitan. Pidan, busquen, llamen. Los invito tres veces porque realmente quiero que disfruten la ayuda de su Padre.”
2. Él Nos Hace Promesas Si Oramos
Aún mejor que las tres invitaciones son las siete promesas. Versículos 7-8: “Pedid, y [#1] se os dará; buscad, y [#2] hallaréis; llamad, y [#3] se os abrirá. Porque todo aquel que pide, [#4] recibe; y el que busca,[#5] halla; y al que llama, [#6] se le abrirá.” Y luego al final del versículo 11b [#7]: “¿Cuánto más vuestro Padre que está en los cielos dará buenas cosas a los que le pidan?”
Siete promesas. Te será dado. Hallarás. Se te abrirá. El que pide recibe. El que busca encuentra. El que llama tiene una puerta abierta. Tu Padre te dará cosas buenas. Seguramente, el punto de esta serie de generosas promesas es decirnos: Motívense a venir. Oren a Él. No es en vano cuando oran. Dios no está jugando con ustedes. Él responde. Él da cosas buenas cuando oran. Motívense. Oren continuamente, oren regularmente, oren confiadamente en el 2007.
3. Dios Está Disponible en Diferentes Niveles
Jesús nos motiva no solamente a través de un número de invitaciones y promesas, sino también por tres promesas diferentes. En otras palabras, Dios está listo para responder positivamente cuando lo encuentras en diferentes niveles de accesibilidad.
Pide. Busca. Llama. Si el padre de un niño está presente, él le pide lo que necesita. Si el padre de un niño está en la casa pero en un lugar desconocido, él busca a su padre para lo que necesita. Si el niño busca y encuentra a su padre detrás de la puerta cerrada de su estudio, él llama a la puerta y recibe lo que necesita. El punto parece ser que no importa si encuentras a Dios inmediatamente cerca de ti, casi que lo puedes tocar, o si es difícil de ver y aún con obstáculos de por medio, Él escuchara, y Él te dará las cosas buenas porque lo buscaste a él y no a otro.
4. Todo El Que Pide, Recibe
Jesús nos motiva a orar cuando explícitamente dice que todos los que piden, reciben, no solamente algunos. Versículo 8: “Porque todo aquel que pide, recibe; y el que busca, halla; y al que llama, se le abrirá.” Cuando añade la palabra todo en el versículo 8, el quiere que superemos nuestro temor e indecisión de que de alguna manera funcionará para otros pero no para nosotros. Claro que Él está hablando de los hijos de Dios aquí, no de todos los seres humanos. Si no tenemos a Jesús como nuestro Salvador y a Dios como nuestro Padre, entonces estas promesas no aplican para nosotros.
Juan 1:12 dice, “Mas a todos los que le recibieron, a los que creen en su nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios.” Para ser hechos hijos de Dios, debemos recibir al Hijo de Dios, Jesucristo, quien nos da la autoridad de la adopción. Para éstos son las promesas.
Para aquellos que reciben a Jesús, cada uno de ellos que piden recibe cosas buenas de su Padre. El punto es que ninguno de los hijos es excluido. Todos son bienvenidos e invitados a venir. Martín Lutero vio la forma en que Jesús motivaba aquí:
Él sabe que somos tímidos y miedosos, y que nos sentimos indignos de presentar nuestras necesidades a Dios… Nosotros pensamos que Dios es tan grande y nosotros tan pequeños que no nos atrevemos a orar… por eso es que Cristo quiere alejarnos de esos pensamientos tímidos, quiere remover nuestras dudas, y quiere que vayamos confiada y valientemente.” (El Sermón del Monte, traducido por Jaroslav Pelikan, Vol. 21 de Las Obras de Lutero, [Concordia, 1956], p.234.)
5. Vamos Hacia Nuestro Padre
Lo hemos dicho implícitamente, ahora digámoslo explícitamente con toda su fuerza: Cuando vamos a Dios a través de Jesús, vamos hacia nuestro Padre. Versículo 11: “Pues si vosotros, siendo malos, sabéis dar buenas dádivas a vuestros hijos, ¿cuánto más vuestro Padre que está en los cielos dará buenas cosas a los que le pidan?” Padre no era nada más un nombre a expresar para Jesús. Es una de las verdades más grandes. Dios es nuestro Padre. La implicación es que Él nunca, nunca nos dará lo que es malo para nosotros. Nunca. Él es nuestro Padre.
6. Nuestro Padre Celestial Es Mejor Que Nuestro Padre Terrenal
Entonces Jesús nos motiva a orar al mostrarnos que nuestro Padre celestial es mejor que nuestro padre terrenal y que por mucho nos dará mejores cosas que las que aquellos nos dieron. No hay maldad en nuestro Padre celestial, a diferencia de nuestro padre terrenal.
Versículo 11 otra vez: “Pues si vosotros, siendo malos, sabéis dar buenas dádivas a vuestros hijos, ¿cuánto más vuestro Padre que está en los cielos dará buenas cosas a los que le pidan?”
Tengo entendido, y Jesús lo entendía aún mejor, que nuestros padres terrenales son pecadores. Por eso es que la Biblia repetidamente nos muestra, no solo las similitudes entre nuestros padres terrenales y nuestro Padre celestial, sino también las diferencias (Hebreos 12:9-11; Mateo 5:48)
Así que Jesús va más allá de motivarnos con solo decirnos que Dios es su Padre, y nos dice que Dios siempre es mejor que nuestro padre terrenal, porque todos los padres terrenales son malos y Dios no. Jesús es contundente y muy directo aquí. Es un ejemplo claro de que Jesús creía en el pecado universal de los seres humanos. El asume que todos sus discípulos son malos—él no utiliza una palabra más suave (como pecadores o débiles). Simplemente dice que sus discípulos son malos (ponēroi).
No limites tu entendimiento de la Paternidad de Dios a la experiencia de tu propio padre. En vez de ello, date cuenta de que Dios no tiene ninguno de los pecados y limitaciones y debilidades que tu padre tiene.
Y el punto que Jesús resalta es: Aún los padres caídos y pecaminosos usualmente tienen suficiente gracia común para dar cosas buenas a sus hijos. Hay padres terriblemente abusivos. Pero en la mayor parte del mundo, los padres se esfuerzan por el bien de sus hijos, aún cuando no tienen claro lo que es bueno para ellos. Pero Dios siempre es mejor. No hay maldad en Él. Por lo tanto, el argumento es fuerte: si tu padre terrenal te da cosas buenas (¡o aún si no te las da!), cuánto más tu Padre celestial te dará las cosas buenas—siempre cosas buenas a aquellos que piden.
Y hay algo implícito aquí que subraya la motivación #4 de arriba—la palabra todo—“Todo aquel que pide recibe.” Y si Jesús le dice a sus discípulos, “Ustedes son malos,” entonces las únicas personas que pueden acercarse a Dios en oración son los hijos malos de Dios. Tú eres un hijo de Dios. Y tú eres malo. En otras palabras, aún después de que eres adoptado por Dios en su familia, el pecado se queda en ti. Pero Jesús dice, todos recibirán—¡todos los hijos malos de Dios! Veremos el por qué en un momento.
7. Podemos Confiar En La Bondad De Dios Porque El Ya Nos Hizo Sus Hijos
Aquí hay otro motivo implícito de porque orar: Dios nos da cosas buenas como a sus hijos porque ya nos dio el regalo de hacernos sus hijos.
Este pensamiento vino de San Agustín: “Porque, ¿Qué no daría Él ahora mismo a sus hijos cuando piden, si ya les ha dado precisamente eso, esto es, que sean sus hijos?” Ya vimos que ser un hijo de Dios es un regalo que recibimos cuando venimos a Jesús (Juan 1:12). Jesús dijo a los Fariseos en Juan 8:42, “Si vuestro padre fuese Dios, ciertamente me amaríais.” Pero Dios no es su Padre. Ellos rechazan a Jesús. Así que, no todos son hijos de Dios. Pero si Dios libremente nos ha hecho sus hijos, ¿Cuánto más nos dará lo que necesitamos?
8. La Cruz es el Fundamento de la Oración
Finalmente, implícita en estas palabras está la cruz de Cristo como la base de todas las respuestas a nuestra oración. La razón por la que digo esto es porque Él nos llama malos pero también nos dice que somos hijos de Dios. ¿Cómo puede ser que la gente mala sea adoptada por un Dios completamente santo? ¿Cómo podemos asumir ser hijos, y pedir y recibir, y buscar y hallar, y llamar a la puerta y esperar que se nos abra?
Jesús dio la respuesta muchas veces. En Mateo 20:28, Él dice, “El Hijo del Hombre no vino para ser servido, sino para servir, y para dar su vida en rescate por muchos.” El dio su vida para rescatarnos de la ira de Dios y nos pone en la posición de hijos que solamente reciben cosas buenas. Y en Mateo 26:28, Él dice en la Última Cena, “Esto es mi sangre del nuevo pacto, que por muchos es derramada para remisión de los pecados.” Por la sangre de Cristo nuestros pecados son perdonados cuando confiamos en Él. Por eso es que aunque Jesús nos llama malos, podemos ser hijos de Dios y contar con que Él nos da cosas buenas cuando le pedimos.
La Muerte de Jesús es la base de todas las promesas de Dios y de todas las respuestas a nuestra oración. Por eso es que decimos “en el nombre de Jesús” al final de nuestras oraciones. Todo depende de Él.
En resumen, Jesús realmente nos motiva a orar. No hablaría así acerca de la oración si su meta para nosotros en el 2007 fuera que no oremos. Así que él nos motiva y nos motiva de por lo menos 8 formas diferentes.
Una Pregunta Final
Una pregunta final: ¿Cómo entenderemos las seis promesas en los versículos 7 y 8: “Pedid, y se os dará; buscad, y hallaréis; llamad, y se os abrirá. Porque todo aquel que pide, recibe; y el que busca, halla; y al que llama, se le abrirá”?
¿Significa esto que todo lo que un hijo de Dios le pide es lo que recibirá?
Creo que el contexto aquí es suficiente para responder esta pregunta. No, nosotros no recibimos todo lo que pedimos y no deberíamos recibirlo y no deberíamos desearlo. La razón por la que digo que no es porque nosotros en efecto nos transformaríamos en Dios si Dios hiciera todo lo que le pedimos. No debemos ser Dios. Dios debe ser Dios. Y la razón por la que digo que no deberíamos querer recibir todo lo que pedimos es porque tendríamos que llevar una carga de sabiduría infinita que no tenemos. Simplemente no sabemos lo suficiente como para decidir infaliblemente cómo va a terminar cada decisión y cuáles serán los siguientes eventos que en nuestras vidas, que sin contar la historia, deberían ser.
Pero la razón por la que digo que no recibimos todo lo que pedimos es porque el texto insinúa esto. Jesús dice en los versículos 9-10 que un buen padre no le dará una piedra a su hijo cuando éste pida pan, y no le dará una serpiente cuando pida pescado. Esta ilustración nos lleva a pensar, “¿Y si el hijo pide una serpiente?” ¿Acaso el texto responde si el Padre celestial la entregará?” Sí, sí responde. En el versículo 11, Jesús muestra la verdad desde estos ejemplos: Por lo tanto, cuánto más te dará tu Padre las cosas buenas cuando se las pidas.
El Solamente Da Cosas Buenas
Él da cosas buenas. Solamente cosas buenas. El no da serpientes a sus hijos. Por lo tanto, el texto en sí está lejos de la conclusión de que Pide y se te dará significa Pide y se te dará justo lo que pides cuando lo pides de la forma que lo pides. No dice eso. Y no significa eso.
Si tomamos es pasaje completo, dice que cuando pedimos y buscamos y llamamos a la puerta—cuando oramos como hijos necesitados alejándonos de nuestras propias fuerzas a nuestro confiable Padre celestial—Él escuchará y Él nos dará cosas buenas. Algunas veces justo lo que pedimos. A veces justo cuando lo pedimos. Otras veces en la forma que queremos. Y otras veces nos da algo mejor, o en un tiempo mejor, o en una forma mejor.
Y obviamente, esto prueba nuestra fe porque si pensamos que algo diferente sería mejor, lo hubiéramos pedido desde el principio. Pero no somos Dios. No somos infinitamente fuertes, ni infinitamente justos, ni infinitamente buenos, ni infinitamente sabios, ni infinitamente amorosos. Y por lo tanto, es una gran misericordia hacia nosotros y hacia el mundo el que no recibamos todo lo que pedimos.
Creé En La Palabra de Jesús
Si recibimos las palabras de Jesús, oh cuántas bendiciones perdemos porque no pedimos ni buscamos ni llamamos—bendiciones para nosotros, nuestras familias, nuestra iglesia, nuestra nación, nuestro mundo.
Así que por favor únanse a mí en un nuevo compromiso de darnos un tiempo de oración solos, en familias y en grupos en el 2007. Todo el resto de esta Semana de Oración, con el panfleto preparado para ustedes, es la aplicación extendida de este sermón.
©2013 Desiring God Foundation. Used by Permission. By John Piper. ©2013 Desiring God Foundation. Website: desiringGod.org