Por qué los cristianos deben leer historia

Muchas cosas a las que nos exponemos son solo ruido. Bien sea un programa de radio de opinión o las noticias en nuestras redes sociales, tenemos una gran cantidad de personas y compañías que compiten por nuestra atención. ¿Qué llamará más rápido tu atención? Será lo que te enoja o hace temer.

Una gran forma de apagar el ruido, y tienes el poder de hacerlo, es leyendo. (Si vas a leer en tu tableta o iPad, desactiva la señal de internet para que no estés tentado.) Cuando te sientas a leer un libro, tu atención se enfoca en una sola cosa. Al no haber vínculos a los cuales hacer clic y secciones de comentarios, puedes pensar y enfocarte en un solo asunto.

Nuestros ciclos de noticias de 24 horas nos fuerzan a pensar que cada controversia y cada decisión del gobierno es de vida o muerte. Nos encontramos a nosotros mismos con luchas y peleas diarias acerca de la confusión del momento. Proclamamos que vamos hacia la utopía cuando nuestro lado gana o vamos a las profundidades del infierno cuando el otro lado prevalece.

Recientemente, el historiador Jon Meacham tuiteó un vínculo acerca del presidente Trump, enojado porque sus suplentes no defendieron sus declaraciones acerca del presidente Obama interviniendo la línea telefónica en la Torre Trump. Él comentó que George H.W. Bush, el objeto de su última biografía, no podía entender la confusión acerca de lo dicho en los programas de televisión dominicales. “¿Quién c*** recuerda lo que se dice en la puesta del sol?”

Nuestro presidente número 41 nos ofrece palabras importantes de sabiduría en este caso. Nos enfadamos por cosas en las que ni siquiera estaremos pensando un par de horas después. El presidente Bush pudo decir esto porque él ha estado observando eventos de este tipo por décadas. Cuando nos hagamos devotos a leer historia, comenzaremos a darnos cuenta de esas cosas también. El alcance de la historia es largo, por lo tanto, no deberíamos pasar tanto tiempo impacientándonos con las historias de las noticias.

Por los últimos dos años, he estado leyendo biografías de los presidentes americanos. A menudo los eventos incluidos en esas biografías me hacen encogerme. El sujeto dice algo que sabemos es horroroso, está mal o hacen algo que ahora sabemos que conllevó a una catástrofe terrible.

No leemos historia solo para criticar a las generaciones pasadas. Debemos aprender de forma activa de sus errores. Deberíamos leer y preguntarnos cómo hacer eco de sus tonterías pasadas en nuestras vidas hoy en día. Por ejemplo, la historia está repleta de ejemplos de hombres que negaron a sus esposas y familias por el bien de sus trabajos. Al final de sus biografías, tenemos el beneficio de ver cómo su ausencia en casa les paso factura al final. No sabemos el final de nuestras historias, pero podemos ver lo que viene al ignorar las familias que Dios nos ha dado.

En nuestra cultura actual, somos grandes al criticar las equivocaciones de nuestros ancestros. Podemos mirar atrás con el beneficio del tiempo y discernir sobre sus fallas. Desafortunadamente, no poseemos la misma perspectiva cuando lidiamos con nuestras propias fallas. Cuando nos humillamos a nosotros mismos ante las voces del pasado, podemos aprender de sus convicciones y hábitos. Por ejemplo, leer la biografía de Teddy Roosevelt nos da una gran perspectiva acerca del valor del ejercicio físico para darnos energía. Abraham Lincoln nos muestra que no debemos culpar nunca a nuestras circunstancias y que debemos trabajar duro para mejorarnos a nosotros mismos. La devoción de Martin Luther a la oración y el compromiso de Jonathan Edwards de leer la Biblia nos hará preguntarnos por qué no podemos dedicar 20 minutos a nuestras devociones.

Un área en la que nos beneficiamos a causa de leer historia es ver la devoción de las generaciones tempranas de americanos hacia la educación y la lectura. Nos jactamos de ser la generación más educada de la historia americana, y si bien puede ser cierto por la cantidad de tiempo que pasamos estudiando, las generaciones pasadas poseían un mejor alcance del idioma inglés, una habilidad mayor en la lógica y un entendimiento superior en el flujo de la historia. Nuestras discusiones acerca de problemas políticos y sociales suenan como un tartamudeo incoherente comparadas con la fuerza de razón y elocuencia de la expresión presente en la escritura y en los discursos de nuestros antepasados.

Cuando leemos la Biblia, encontramos tiempos mucho más caóticos que los nuestros. El periodo de los jueces y el cautiverio en Babilonia hacen que una discusión acerca de la interferencia rusa luzca como juego de niños. Nuestra propia nación se ha fortalecido a través del fuego de la guerra civil y las dos guerras mundiales.

Dios controla la historia de la humanidad. Él hizo el mundo y sostiene el tiempo y las temporadas de nuestras vidas en sus manos. Leer historia nos muestra tiempos de caos y tiempos de paz, pero principalmente testifica al Dios que lo ve todo. Mientras nos reflejamos en los días pasados y ponderamos nuestro presente y futuro, una cosa es verdadera – el Dios soberano del universo nunca ha quitado y nunca quitará un día. Él está obrando un gran plan para la redención de todos los tiempos en todos los lugares y un día completará todas las cosas con la segunda llegada de Su Hijo. Hasta ese gran día, nos reflejamos en el pasado, vivimos en el presente y esperamos nuestra esperanza de bendición.

Este artículo apareció originalmente en ScottSlayton.net. Usado con permiso.

Scott Slayton sirve como pastor líder en la Iglesia Bautista de la Villa Chelsea en Chelsea, AL y escribe en su blog personal De un grado a otro: scottslayton.net. Él y Beth han estado casados desde el 2003 y tienen cuatro hijos. Puedes seguirlo en Twitter: @scottslayton.