Jesús está a mi favor

Porque tanto amó Dios al mundo, que dio a su Hijo unigénito, para que todo el que cree en él no se pierda, sino que tenga vida eterna. Juan 3:16

Hace unos años, mi esposa y yo construimos la casa de nuestros sueños a orillas de un lago en las afueras de la ciudad. En el piso de arriba hicimos una sala bien grande para acomodar grupos de jóvenes. Hasta ahora, ha sido esa casa ha sido de gran bendición.

Dado que la casa mira hacia el oeste, hemos visto algunas puestas de sol increíblemente preciosas. De veras, una puesta de sol sobre el agua es una maravilla.

Pero también tenemos el privilegio de ver la luna reflejada en el agua, lo cual es otra maravilla de Dios. A veces me levanto a las 3:30 o 4:00 de la mañana y me voy al lago en el kayak, a la luz de la luna llena.

¿Qué tiene todo esto que ver con una devoción? Es que más allá de donde uno se encuentre, en la costa o en el kayak en el medio del lago, los rayos de luz siempre le llegan directamente.

¿Cómo puede ser que, si estoy parado en el muelle, los rayos de luz vienen directamente a mis pies? ¿Cómo puede ser que, sea que voy caminando por la costa, o remando en medio del lago, los rayos del sol o de la luna siempre me siguen?

¿No es algo maravilloso? ¡Sin lugar a dudas! Es una maravilla que nos recuerda cómo el amor de Dios nos llega en forma directa, personal, y poderosa. Nos llega aun cuando no nos damos cuenta, o no lo apreciamos. ¡Qué consuelo!

Ese rayo de luz me recuerda que Jesucristo, el Salvador, la luz del mundo, es también la luz de mi vida.

ORACIÓN: Padre celestial, te doy gracias por haber enviado a tu Hijo a salvar al mundo, incluyéndome a mí. En su nombre. Amén.

Biografía del autor: Esta devoción fue escrita por el Dr. Dalane Kitzman, Profesor de Cardiología del Wake Forest Baptist Medical Center, y miembro de St. John’s Lutheran Church, LCMS, en Winston-

Salem, NC.

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