La paciencia de Dios
Pero no olviden, queridos hermanos, que para el Señor un día es como mil años, y mil años como un día. El Señor no tarda en cumplir su promesa, según entienden algunos la tardanza. Más bien, él tiene paciencia con ustedes, porque no quiere que nadie perezca sino que todos se arrepientan. 2 Pedro 3:8-9
Los errores más comunes de los incrédulos, quienes buscan argumentos para exponer al ridículo la Palabra de Dios, tienen que ver con que, después de más de dos mil años de haber ascendido Jesús a los cielos, todavía no se ha producido el retorno anunciado.
El retraso, analizado con criterios humanos, ha servido para que muchos vivan tranquilos en su pecado, pero también para que entren en escena sectas y maestros falsos que una y otra vez han quedado al descubierto al equivocarse en dar la fecha del regreso del Señor, fecha que el Padre tiene en su exclusiva potestad.
A ellos, como también a los fieles creyentes, la inconmovible Palabra de Dios nos invita a recordar que el Dios soberano tiene maneras infinitas para manejar el tiempo. “Para el Señor un día es como mil años, y mil años como un día.”
Frente a las críticas del mundo impío, Dios responde con misericordia y revela la razón de lo que algunos consideran como tardanza o, peor aún, de incumplimiento de su parte: “Él tiene paciencia… porque no quiere que nadie perezca sino que todos se arrepientan”.
El día llegará, pero sólo Dios sabe el momento. Mientras esperamos, cumplamos con nuestra tarea de anunciar el evangelio, predicando a Cristo crucificado por nuestros pecados y resucitado para nuestra salvación.
ORACIÓN: Padre en el cielo, enséñame que tu paciencia también es una muestra de tu misericordia. En Jesús. Amén.
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