Una mirada inusual
“El Señor se volvió y miró directamente a Pedro. Entonces Pedro se acordó de lo que el Señor le había dicho... Y saliendo de allí, lloró amargamente.”Lucas 22:61-62
Es usual que quienes no creen vivan sus vidas como si Dios no los viera.
En el pequeño pueblo donde se encontraba una universidad, cuando llegó el fin de semana en que los padres visitaban a sus hijos, el bar local puso un letrero que decía: “Trae a tus padres para el almuerzo. ¡Haremos de cuenta que no te conocemos!”
En respuesta, el capellán de la universidad publicó su propio aviso en el periódico local, diciendo: “Trae a tus padres a la iglesia el domingo. ¡Haremos de cuenta que te conocemos!”
En la mente de Pedro no había ninguna duda que Jesús lo conocía—y que estaba decepcionado de él. A pesar de todo lo que estaba sufriendo, Jesús sabía en qué andaba Pedro.
Lo mismo nos pasa a nosotros. Podemos estar seguros que Jesús sabe en qué andamos, pero no para que vivamos asustados y con temor, sino para que nos sintamos consolados.
Jesús murió para liberarnos de nuestros pecados. Su amor inusual es el amor de nuestro mejor amigo, de nuestro querido hermano, de nuestro Salvador.
ORACIÓN: Querido Señor Jesús, gracias por mirarme y verme a través de tu compasión. Amén.
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