Amor incondicional
Porque tanto amó Dios al mundo, que dio a su Hijo unigénito, para que todo el que cree en él no se pierda, sino que tenga vida eterna. Juan 3:16
La mayoría de las oficinas postales pequeñas de este país han sido automatizadas o cerradas. Aún recuerdo hace ya algunas décadas, cuando una señora comentó su decepción cuando el gobierno decidió poner una máquina vendedora de estampillas en su oficina postal. (Si usted nunca vivió en un pueblo pequeño, debe saber que la oficina postal es uno de los lugares donde se centraliza la actividad social y las conversaciones de los habitantes.)
Cuando terminó de expresar su descontento, la señora comenzó con las preguntas. El empleado que instalaba la máquina le dijo que esa máquina era una maravilla. Después de diez minutos de alabar a la máquina, terminó diciéndole que nunca más tendría que hacer cola para comprar estampillas. Cualquier actividad desempeñada por un empleado postal podía ser realizada por esta máquina en mucho menos tiempo, y con mayor precisión.
Pero la explicación no impresionó a la señora quien, enfurecida, refunfuñó: "Esta máquina podrá ser una maravilla, pero no la usaré, nunca la usaré... no hasta que le enseñen a preguntar sobre mi artritis".
Demos gracias a Dios porque él siempre se interesa por nosotros y por nuestros problemas. Dios nos amó lo suficiente como para enviar a su Hijo a este mundo a ofrecer su vida como rescate por la nuestra.
Gracias al sufrimiento, muerte y maravillosa resurrección de Jesús, todo el que cree en él y lo confiesa como su salvador, recibe el perdón de sus pecados y la seguridad de que pasará la eternidad en el paraíso con él.
ORACIÓN: Querido Señor, gracias por cuidarme y por amarme tanto como para darme el regalo de tu Hijo. Amén.
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