Admirable

Y se llamará su nombre Admirable... Isaías 9:6 RVR1960

Unos humildes pastores cuidaban sus ovejas por la noche. A pesar de ser considerados los menos privilegiados y los más insignificantes, son los primeros en recibir de Dios la noticia del nacimiento de Jesús, el Salvador del mundo.

De pronto, la visita de los ángeles convierte una noche tranquila y monótona en una experiencia sin igual. El relato apenas capta la inmensa emoción causada por la presencia de miles de ángeles. ¡Imaginemos por un momento el rostro de esos pastores mientras van en busca del Salvador nacido!

Un niño nace, y su nacimiento produce gran admiración. Una vida humana igual que la nuestra, pero alguien que exaltó lo más común, a niveles de esplendor y admiración. Jesús, el  “Admirable”, llenó de admiración todo lo que tocó.

Por ejemplo: elevó el pan y vino a la más sagrada de las cenas. Convirtió a gente común y corriente en preciosas vasijas llenas de su presencia y mensaje salvador. Cambió la cruz, cruel instrumento de tortura, en instrumento de esperanza, perdón, salvación y vida eterna para todos los que en él confían.

¿Qué hace que Jesús sea admirado? No es algo que nos emociona sólo por un momento, sino algo que nos cambia y enriquece para toda la vida. Es algo que toca y llega a lo más profundo del alma, deslumbrando todo con su esplendor. Así es Jesús.

Jesús dijo: “Yo he venido para que tengan vida, y para que la tengan en abundancia” (Juan 10:10). Quienes creemos en su Palabra sabemos que esto es verdad. Sabemos que nuestro Redentor vivió, murió, resucitó, ascendió y volverá otra vez, para que juntos vivamos con él por toda la eternidad. ¡Admirable!

ORACIÓN: Jesús, tu nombre es Admirable. Te doy gracias por el admirable esplendor que traes a mi vida. Amén.

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