Voces humanas con un mensaje divino
[Juan] Predicaba de esta manera: «Después de mí viene uno más poderoso que yo; ni siquiera merezco agacharme para desatar la correa de sus sandalias. Marcos 1:7
A través de los profetas, Dios dio al pueblo de Israel las señales que servirían para identificar la cercanía de la llegada de su Ungido. Esta profecía, como todas las de la Biblia, se cumplió y, del matrimonio de unos ancianos, contra todo pronóstico humano, nació Juan el Bautista.
Juan el Bautista fue un precursor, él que iría delante… en su caso, quien llegaría antes que el Señor. Su misión fue anunciar e identificar ante el pueblo, al “Cordero de Dios que quita los pecados del mundo”. Durante su ministerio, Juan jamás enfocó la proclamación del mensaje en él mismo, sino en el que vendría después de él: “uno más poderoso que yo”.
En una ocasión Jesús, refiriéndose a Juan, dijo que “era el mayor en el reino de los cielos”. A pesar de esa designación oficial por parte de Cristo, Juan humildemente reconoció que ni siquiera merecía “agacharme para desatar la correa de sus sandalias”.
Cuando un pastor predica o enseña la Sagrada Palabra, es lógico que toda la atención de los oyentes esté puesta en él. En esos momentos, un sabio y maduro líder cristiano debe esforzarse en que la atención esté en lo que Dios dice. Es la Biblia la que alimenta; es por oír su mensaje que el Espíritu Santo crea la fe.
Los pastores, maestros, líderes y cada creyente, son las voces que resuenan… pero el mensaje que se oye es el de Cristo Jesús.
ORACIÓN: Padre celestial, te doy gracias porque, por tu amor, me usas para anunciar las buenas noticias. Amén.
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