La mano de Dios

Así que no temas, porque yo estoy contigo; no te angusties, porque yo soy tu Dios. Te fortaleceré y te ayudaré; te sostendré con mi diestra victoriosa. Isaías 41:10

Hace muchos años, cuando tenía alrededor de dos años, nuestra hija mayor tenía miedo de la oscuridad. Un rato después de haberla acostado íbamos a verla, para ver si estaba dormida. Muchas veces, cuando iba a fijarme, escuchaba su vocecita diciend "Papi, ¡está oscuro, dame la mano!"

En menos de uno o dos minutos de tener su mano en la mía, su cuerpo se relajaba y se dormía. Todavía guardo en mi memoria el verla dormir tranquila en su cama.

A través de los años ha habido momentos en los que, al igual que mi hija, he sentido miedo. La diferencia es que los míos han sido miedos de adulto. Aclaro que con esto no quiero decir que los míos hayan sido más grandes, sino sólo diferentes.

De cualquier forma, cuando los miedos me quitan la paz, recuerdo a mi hija, y le digo a Dios: "Padre, ¡está oscuro, dame la mano!"

Lo que quiero compartir hoy con usted es que la confianza que tengo en que Dios escucha mis oraciones y que está a mi lado en todo momento, casi siempre me han dado una paz inmediata.

Si usted tiene algún miedo, quizás le sirva recordar la oración de mi hija cuando era pequeña. Diga con fe: "Padre, está oscuro; por favor, toma mi mano", y dele gracias porque a través del sacrificio de su hijo Jesucristo, Él lo hará.

ORACIÓN: Señor todopoderoso, te pido que me des la mano y me des fuerzas para que pueda vivir para tu gloria en este mundo oscuro. En el nombre de Jesús. Amén.

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