Para que no tropecemos
Ya que has puesto al Señor por tu refugio, al Altísimo por tu protección, ningún mal habrá de sobrevenirte, ninguna calamidad llegará a tu hogar. Porque él ordenará que sus ángeles te cuiden en todos tus caminos. Con sus propias manos te levantarán para que no tropieces con piedra alguna. Salmo 91:9-12
Hace algunos años conocí a una madre que acostumbraba leerle a su hijo historias bíblicas. Una noche, al terminar una historia, el niño le dij "Mami, Dios me gusta mucho porque siempre está lleno de sorpresas".
Si le cuesta creer en el comentario del niño, déjeme contarle una historia verídica.
Al llevar la correspondencia a una casa, una empleada del servicio postal vio a un bebé jugando cerca de la ventana que estaba directamente encima de la puerta de entrada. Sin previo aviso, cuando quiso acordar, tenía al bebé de un año en sus brazos.
La madre dijo que había puesto a su hija en la cama, y que la cama estaba al lado de la ventana. Cuando se dio vuelta, la niña había gateado hacia fuera de la ventana, cayendo en los brazos abiertos de la muchacha. Los paramédicos que revisaron a la niña la encontraron en perfectas condiciones.
Dios está lleno de sorpresas.
En cuanto a mí, esta historia agrega una nueva dimensión a las palabras del salmista: "Porque él ordenará que sus ángeles te cuiden en todos tus caminos. Con sus propias manos te levantarán para que no tropieces con piedra alguna."
No por esto ahora voy a ir a tentar a Dios, pero el hecho es que uno nunca sabe lo que Él va a hacer. Sus acciones son casi siempre una sorpresa.
El Padre nos sorprendió enviando a su Hijo a salvar a un mundo pecador que lo rechazaba. De hecho, lo rechazó tanto, que lo clavó a una cruz. Nuestro Juez justo nos sorprendió aceptando la vida y muerte de Jesús como pago por nuestros pecados, y luego nos sorprendió al llamarnos, a través de su Hijo resucitado, al arrepentimiento, el perdón, la salvación, y la fe.
Uno nunca sabe lo que Dios va a hacer. Pero lo que sí sabemos es que, haga lo que haga, debemos estarle agradecidos.
ORACIÓN: Querido Señor Jesús, nunca sé lo que vas a hacer. Tu amor, tu gracia, y tu sacrificio son siempre mucho más grandes que todo lo que puedo imaginar. Acepta mi gratitud por venir a este mundo para traer luz a quienes están en la oscuridad, esperanza a los desesperados, y alegría a los que están tristes. En tu nombre. Amén.
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