Febrero 24
Leer Mateo 17:24-27
¿PAGAS TUS IMPUESTOS?
Cuando Jesús y sus discípulos llegaron a Capernaúm, los que cobraban el impuesto del templo se acercaron a Pedro y le preguntaron: “¿Su maestro no paga el impuesto del templo?” (Mateo 17:24 NVI)
El impuesto del templo era algo que cada judío debía pagar para subvencionar el templo. Es por ello que, cuando los cobradores de impuestos le hicieron esa pregunta a Pedro, probablemente lo que querían saber era si Jesús era un buen judío que apoyaba al templo. La forma en que hicieron la pregunta: ‘¿Su maestro no paga el impuesto del templo?’, sugiere que tenían dudas.
Pedro fue a buscar a Jesús, y Jesús le hizo una pregunta inesperada: “Los reyes de la tierra, ¿a quiénes cobran tributos e impuestos: a los suyos o a los demás?” (Mateo 17:25b). No hace falta pensar mucho para ver la conexión: Dios, el Rey de todo, tampoco le cobra impuesto a su propio Hijo. O sea que Jesús está exento de pagar el impuesto del templo.
Pero si nos fijamos bien, vemos que Jesús utiliza el plural cuando le dice a Pedro: “Entonces los [hijos] suyos están exentos” (Mateo 17:26b). ¿Quiénes son esos otros hijos del Rey? Pedro. Tú. Yo. Cada creyente en Jesús. Jesús dio su vida para hacernos hijos de Dios. Ahora somos verdaderamente libres; y no sólo del impuesto, sino de todas las demandas imposibles de la Ley, pues Cristo las ha satisfecho todas.
Ahora su Espíritu Santo vive en nosotros dándonos fe y haciéndonos cada vez más como Jesús. Veamos lo que Jesús dice: “Pero para no escandalizar a la gente, vete…” (Mateo 17:27a), y dice el milagro que va a hacer para obtener el dinero necesario para pagar el impuesto del templo para los dos “… para no escandalizar a la gente”. Jesús no les debe nada, pero igual lo va a pagar para evitar molestarlos innecesariamente y especialmente para asegurarse de que nada se interponga en el camino que eventualmente los llevará a creer las Buenas Nuevas sobre él.
“Les hablo así, hermanos, porque ustedes han sido llamados a ser libres; pero no se valgan de esa libertad para dar rienda suelta a sus pasiones. Más bien sírvanse unos a otros con amor” (Gálatas 5:13). Ahora que Jesús nos ha hecho hijos de Dios, su Espíritu Santo vive en nosotros permitiéndonos amar y servir a nuestros prójimos, incluyendo a los cobradores de impuestos. El Señor está obrando a través de nosotros para acercar a la fe en Jesús a quienes nos rodean.
Oración: Querido Señor, gracias por hacerme libre en ti. Ayúdame a servir a los demás, así como tú me has servido a mí. Amén.
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