Alégrense siempre
Dios es nuestro amparo y nuestra fortaleza, nuestra ayuda segura en momentos de angustia. Por eso, no temeremos aunque se desmorone la tierra y las montañas se hundan en el fondo del mar; aunque rujan y se encrespen sus aguas, y ante su furia retiemblen los montes. Salmo 46:1-3
Probablemente no todas las personas se den cuenta que la economía mundial está sufriendo, pero los expertos parecen estar confundidos, y las compañías y corporaciones, que hasta hace poco eran sólidas y fuertes, están tambaleándose. Al mismo tiempo, la depresión, el desánimo y la duda son cada vez mayores.
Estamos pasando por una época en que nuestra necesidad por el Salvador debería ser obvia.
Esto me lleva a la historia de una mujer atea del siglo 19. Una mañana ella, junto con una amiga, se detuvieron a contemplar la belleza del otoño. Al ver el sol brillante apareciendo a través de la bruma, la escarcha en la pradera, y las hojas de colores brillantes cayendo a la tierra, esta mujer se conmovió tanto por la belleza, que dij "¡Estoy tan agradecida por todo esto!"
Al escuchar ese comentario, su amiga, que era cristiana, le pregunto. "¿A quién le estás agradecida?"
En estos mismos momentos hay personas a nuestro alrededor que están buscando un a a alguien que les salve. Sería justo y apropiado que, como cristianos, les sugiriéramos que busquen esperanza y ayuda en Jesucristo.
Jesucristo, que se dio a sí mismo para ganar nuestra salvación, ha prometido estar con nosotros cada día de nuestra vida. Él nos escucha, nos ayuda, y nos acompaña tanto en los momentos difíciles, como en los tiempos felices.
En esto estamos de acuerdo con el Salmista, que dij "Dios es nuestro amparo y nuestra fortaleza, nuestra ayuda segura en momentos de angustia". Gracias a nuestro Señor, nosotros también podemos decir: "no temeremos aunque se desmorone la tierra y las montañas se hundan en el fondo del mar". Y podríamos seguir: "aunque el mercado de valores esté inestable, y aunque nuestro trabajo y nuestros ahorros estén en peligro".
Gracias al Señor de la vida, no necesitamos tener miedo. Él está en control. A Él démosle gracias.
ORACIÓN: Querido Señor, a pesar de que el mundo parece estar fuera de control, nosotros, que confiamos en ti, recibimos la paz que sobrepasa todo entendimiento humano. Aumenta nuestra fe, y ayúdanos a ser fieles testigos de tu amor. En el nombre de Jesús. Amén.
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