Escuchemos y anunciemos
Naciones, escuchen la palabra del Señor, y anuncien en las costas más lejanas: ‘El que dispersó a Israel, lo reunirá; lo cuidará como un pastor a su rebaño’. Jeremías 31:10
Este texto tiene dos aplicaciones. Primero, Dios desea que escuchemos su Palabra; segundo, el Señor quiere que la anunciemos en todas partes.
Jesús nació como Rey de los judíos, pero la salvación que él obtuvo fue para todas las naciones, para ser anunciada “a las costas más lejanas”.
Antes que Jesús naciera, los judíos estaban apartados de la presencia de Dios por haber desobedecido sus mandatos y adorado a dioses falsos, olvidando a quien siempre los había protegido. Por esa razón, Dios los había dispersado.
Aunque no lo merecían, Dios, en su gracia, prometió reunirlos de nuevo en torno a Él. Pero para ello era necesario un sacrificio… no ya el sacrificio de un cordero, sino el sacrificio perfecto del Pastor de las ovejas, así como lo anuncia el profeta Jeremías.
El Buen Pastor recogerá a todos los dispersos y perdidos, los perdonará, y los unirá como pueblo que adora al único y verdadero Dios. El Buen Pastor no sólo juntará el rebaño, sino que también lo cuidará para que nunca más sea dispersado.
Cada ser humano es una oveja perdida, desobediente y servidora de otros dioses. El Buen Pastor vino en su rescate, para hacerlas parte de su rebaño. Él las ha perdonado y las lleva consigo a su redil. Él nos cuida para que nunca más nos apartemos.
El mensaje que escuchamos, y que debemos difundir, es que Dios, en su gran amor, ha tenido misericordia de nosotros, nos ha rescatado, y quiere que todos recibamos esta bendición.
ORACIÓN: Padre Celestial, gracias por ser mi Buen Pastor. Amén.
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