¿Alguien me puede ayudar?
Te haré entender y te enseñaré el camino en que debes andar; sobre ti fijaré mis ojos. Salmo 32:8
Abrumada por sus sentimientos de culpa, Ana buscaba ayuda. Todas las miradas estaban puestas sobre su vida, y todas pensaban que era culpa suya que todas las cosas le salieran mal. Mientras tanto, Ana sentía que nadie lograba comprenderla.
Invitada por una de sus vecinas, Ana asistió a una charla bíblica. Allí tuvo la oportunidad de conocer más la Palabra de Dios, y se sintió con confianza para pedir ayuda para su situación. En medio del estudio, con voz tímida y acongojada, preguntó: ¿alguien me puede ayudar? Me siento culpable.
¡Sí!, fue la respuesta que se escuchó. El silencio se profundizó, y la inquietud también. ¿Quién?, preguntó Ana, mirando a su alrededor. No era la primera vez que alguien se ofrecía a ayudarla, sin lograrlo. ¡Dios!, le dijeron, Dios te puede ayudar.
Dios es nuestra ayuda, Él tiene puestos sus ojos sobre cada uno de nosotros, y ha prometido escucharnos. Él genera la oportunidad para compartir nuestra preocupación y nuestra búsqueda.
Muchas veces nos cargamos con sentimientos de culpa que nos cansan y debilitan, pero el amor de Dios es aún más grande y ofrece paz a nuestros corazones por medio Jesucristo su Hijo.
¿Nos sentimos prisioneros de la preocupación, angustia y culpa? Dios, en Jesucristo, nos invita para que pongamos todas nuestras cargas al pie de la cruz. Jesucristo es nuestro Salvador, en él tenemos verdadero perdón y paz. Sin el peso de nuestra culpa tenemos la bendición de poder servir y ayudar a otros, para que la presencia y el poder de Dios sean conocidos por todos.
ORACIÓN: Señor Dios, mantén siempre tu mirada sobre mí, ven a mi socorro, y ayúdame a comprender y aplicar tu Palabra. Enséñame el camino de la vida verdadera. En el nombre de Jesús. Amén.
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