Vestidos para la fiesta

Me deleito mucho en el Señor; me regocijo en mi Dios. Porque él me vistió con ropas de salvación y me cubrió con el manto de la justicia. Isaías 61:10a

Cuando asistimos a una fiesta, nos vestimos con nuestras mejores ropas. La Navidad supera cualquier celebración humana: es Dios quien ha nacido; hay que celebrarlo en grande.

Por boca de Isaías, el Señor nos comunica que él mismo diseñó las galas que luciremos en su fiesta. Son las “ropas de salvación”, y el “manto de la justicia”. ¡Qué gran diseño ha confeccionado Dios para nosotros!

Cuán distinta era nuestra ropa sin Cristo. Éramos un verdadero desastre. Estábamos vestidos de cilicio (Isaías 3:24), y con “trapos de inmundicia” (Isaías 64:6). El pecado nos presentaba harapientos. La culpa y la suciedad nos cubrían por estar lejos de Dios.

Mediante Jesús, el niño que ha nacido, Dios nos ha dado nuevas ropas… ropas limpias, elegantes, bordadas con la justicia divina que Dios nos ha revelado por fe. El Señor lo hizo todo: confeccionó la ropa y nos cubrió con ellas. Es un regalo muy especial para quienes hemos sido invitados a celebrar su Natividad.

La primera vez que recibimos este regalo celestial fue en nuestro bautismo, en el que fuimos revestidos de Cristo (Gálatas 3:27). El vestido de salvación y el manto de justicia son la ropa de Jesús. Las telas de su vida santa, los hilos de su obediencia voluntaria y la costura, es la sangre que él derramó para limpiarnos de todo pecado (1 Juan 1:7).

¡Alegrémonos! Somos los invitados especiales a la fiesta de Dios. Lucimos ropas nuevas para regocijarnos en el Señor por siempre.

ORACIÓN: Padre celestial, muchas gracias por haberme vestido de Cristo para salvación, y cubrirme con su justicia. Amén.

© Copyright 2011 Cristo Para Todas Las Naciones

CRISTO PARA TODAS LAS NACIONES 
660 Mason Ridge Center Dr. 
St. Louis, MO 63021 
1-800-972-5442 
[email protected] 
www.paraelcamino.com