El borrador de Dios
En nombre de Cristo les rogamos que se reconcilien con Dios. Al que no cometió pecado alguno, por nosotros Dios lo trató como pecador, para que en él recibiéramos la justicia de Dios. 2 Corintios 5:20b-21
Para muchas personas el pecado parece ser un concepto primitivo. Pero los cristianos sabemos que no es así: el pecado sigue siendo una realidad espiritual muy seria. Es demasiado peligroso pensar que el pecado es algo superficial.
Un evangelista una vez dijo: “Una de las razones por la que el pecado florece tanto es que es tratado como si fuera un pastel de crema, en vez de una víbora cascabel”.
Stanley Jones a menudo hablaba acerca de los “siete pecados capitales, a saber: reglamentos sin principios, riquezas sin trabajo, placer sin conciencia, conocimiento sin carácter, negocios sin moral, ciencia sin humanidad, adoración sin sacrificio”.
Aún así, las personas piensan que están bien así como están. Lo que hace que la palabra ‘arrepentimiento’ no sea para nada popular, aun cuando la Escritura nos recuerda que es un concepto muy importante para nuestra salud espiritual y nuestra relación con el Señor.
El Señor quiere que nos volvamos a él en penitencia y humildad. Eso es el arrepentimiento, y es una acción que implica un cambio interno de actitud. Significa que pedimos a Dios que nos perdona, sin dar excusas por nuestros pecados. En otras palabras, reconocemos el pecado por lo que es: una ofensa contra Dios.
Para quienes hemos oído el llamado al arrepentimiento del Señor, lo correcto es ser honestos con Dios reconociendo nuestras transgresiones, y dándole gracias por su perdón.
Es mi oración que todos reconozcamos que, a través del sacrificio de su Hijo Jesucristo, Dios está dispuesto a perdonarnos cuando confesamos nuestras faltas.
Jesús es el gran borrador de Dios. Él vino al mundo para destruir al pecado y su poder. Cuando Cristo murió en la cruz, llevó con él el castigo por nuestros pecados. Él resucitó de la muerte para mostrarnos que tiene poder sobre todo lo que trate de separarnos del Padre.
Por todo lo que él ha hecho, y hasta que venga nuevamente en gloria, mantengámoslo en nuestros corazones y mentes, y mostremos su amor a los demás a través de nuestras acciones.
Demos gracias porque Dios está dispuesto a borrar el pecado de nuestras vidas.
ORACIÓN: Señor Dios, hazme más como tú y menos como yo. Perdóname mis pecados en el nombre de Jesús. Amén.
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