Febrero 28
Leer Marcos 14:3-11
¿DESPERDICIO, O NO?
Mientras Jesús estaba en Betania, sentado a la mesa en la casa de Simón el leproso, llegó una mujer. Llevaba ésta un vaso de alabastro con perfume de nardo puro, que era muy costoso. Rompió el vaso de alabastro, y derramó el perfume sobre la cabeza de Jesús. (Marcos 14:3)
Una vez, mi abuelo me regaló un frasco bien pequeño de un perfume en crema muy caro importado de Grecia. Sólo se podía sacar algo poniendo adentro el dedo pequeño. El frasco de perfume de María, en cambio, debe haber tenido un cuello largo y fino, por lo que la única manera de sacar el perfume era rompiéndolo. Aun así, María no dudó. ¿Para Jesús? ¡Cualquier cosa!
Pero algunas personas que la observaban no pensaban lo mismo. Judas, en particular, se quejó. ¿Por qué desperdiciar algo tan caro en Jesús? (No es difícil ver el problema, ¿no?)
Siempre va a haber personas que piensan que en Dios no se debe desperdiciar nada de valor. Y no se trata sólo de perfume. “¿Por qué desperdicias tu vida en Dios?”, dicen. “Sólo se vive una vez. Gana dinero, diviértete y disfruta de la vida. Dios exige mucho de sus seguidores. No te aflijas, no gastes tu tiempo y tus energías en un Dios así.”
Tienen razón al decir que Dios pide mucho de nosotros. “Perdonen, y serán perdonados.” “Amen a sus enemigos… y oren por quienes los persiguen, para que sean ustedes hijos de su Padre que está en los cielos” (ver Lucas 6:37; Mateo 5:44-45). “Si alguno me sirve, sígame; donde yo esté, allí también estará mi servidor” (Juan 12:26a).
Es cierto que amar a Jesús tiene un costo, pero vale la pena. Porque Jesús es quien rompió no un frasco de perfume, sino su propio cuerpo para rescatarnos de la muerte y el poder del diablo. ¿Quién puede medir el amor de tal sacrificio? En comparación, el frasco de María no es nada. “Nadie tiene mayor amor que éste, que es el poner su vida por sus amigos. Ustedes son mis amigos, si hacen lo que yo les mando” (Juan 15:13-14).
Este mundo inevitablemente quebrará nuestro corazón. Es imposible escapar a ello sabiendo que el pecado y la muerte son parte de la vida. Pero cuando eso suceda, que no sea en vano sino para dar gloria y honor a Aquél que nos ama.
Oración: Querido Dios, sostenme firme en tus brazos cuando mi corazón esté abatido y utilízame para que otros también te conozcan. Amén.
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