De Babel a Bangkok

¿Quién no te temerá, oh Señor? ¿Quién no glorificará tu nombre? Sólo tú eres santo.
Todas las naciones vendrán y te adorarán, porque han salido a la luz las obras de tu justicia. Apocalipsis 15:4

Los grupos de misioneros voluntarios de los Estados Unidos que viajan a Asia, coinciden en que una de las experiencias más impactantes es cuando comparten en la adoración con  creyentes de una cultura y país muy diferente del propio. Esas experiencias son un pequeño ejemplo de lo que Juan escribió en Apocalipsis: "Todas las naciones vendrán y te adorarán..."

Grupos de cristianos adorando juntos, a pesar de las diferencias de idioma, es lo totalmente opuesto a lo que se nos narra en Génesis 11 acerca de la Torre de Babel, cuando la unidad de las personas fue eliminada al confundir Dios sus idiomas.

Cuando un grupo de pastores luteranos y sus esposas visitaron Bangkok para dar un seminario, la comunicación fue difícil. Los visitantes no hablaban tailandés, y la mayoría de los nativos hablaba poco o nada de inglés. Para poder comunicarse, tuvieron que hacer uso de gestos, muecas, y todo lo que a uno se le pueda ocurrir para vencer las barreras del lenguaje. Finalmente se logró, pero en el proceso hubo muchos momentos difíciles y embarazosos.

Pero cuando se trataba de adorar todos juntos, ocurrió una cosa interesante.

Al asistir a las iglesias locales, los grupos de voluntarios experimentaron una conexión. Aunque las palabras de los himnos y cantos eran diferentes, las melodías eran las mismas. La discordancia natural causada por la mezcla de dos lenguajes creó una armonía diferente que se elevaba de los corazones y las voces de los creyentes que unidos alababan a Dios como un solo pueblo.

De acuerdo con Génesis 11:8, en Babel: "el Señor los dispersó desde allí por toda la tierra..." al confundir sus idiomas. En cambio en Bangkok, el Señor acercó personas de lados opuestos de la tierra, y los unió a través del poder del Espíritu Santo. A pesar de las diferencias en el lenguaje y la cultura, tanto los misioneros como los locales fueron conscientes de su unidad en Cristo.

¡Qué maravilloso será cuando todas las naciones adoren juntas a Dios en el cielo! ¡Qué maravilloso será cuando el pueblo de Dios, reunido de todas partes del mundo, elevará su voz en un coro resonante de alabanza a Dios por la maravillosa salvación obtenida a través de la sangre de su Hijo Jesucristo!

ORACIÓN: Padre celestial, te doy gracias porque tu pueblo en todo el mundo es uno en Cristo, y porque un día todos juntos te adoraremos ante tu trono de gracia. A través de tu Espíritu Santo abre los corazones y mentes de todos aquéllos que aún no te conocen, para que también puedan reconocer a Jesús como su Salvador y se unan en la adoración celestial. En su nombre. Amén.

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